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María Pérez y Álvaro Martín, los chicos de oro, culminan el viaje olímpico de la marcha

La granadina y el extremeño se imponen en la prueba de relevo y se convierten en los primeros atletas españoles con la triple corona, campeones olímpicos, mundiales y europeos

La atleta española María Pérez cruza la línea de meta.Foto: ALBERT GARCIA
Carlos Arribas

Daniel Pintado es un electrón, y qué piernas, qué caderas, energía pura a la que se engancha Álvaro Martín, cabeza, cabeza, y qué corazón, cuánto sufre, cómo resiste, cómo acelera en los últimos metros para darle una palmada a María Pérez y, como los correos Incas que inventaron las postas, o los corceles del pony exprés en las novelas, caer agotado. Gracias a Pintado, liebre inigualable, Italia –Stano, el lucano de bigotillo de puntas retorcidas, y Palmisano, los campeones olímpicos de Tokio– persigue lejos, a 47s. Más lejos aún Australia.

La energía ni se crea ni se destruye, se transmite, y la de Pintado, central eléctrica ecuatoriana, campeón olímpico de los 20, pasa, como por arte de magia, no a la compañera a la que apenas toca la mano, Glenda Morejón, que se difumina y se frena bajo la amenaza de los dos avisos con que cargan, sino a una española de Granada, bajita, enorme gorra blanca en una cabeza sabia y decidida, María Pérez, de Orce, que, como disparada por un cañón, un misil, acelera hacia el oro, que le espera, pasada la torre Eiffel, cruzado el Sena por el puente de Jena en los jardines del Trocadéro, la mejor vista de París desde allí. Nadie la frena, nada le puede frenar, nadie impide su último kilómetro, paseo triunfal, marcha imperial. Y hasta puede chocar las manos de todos los espectadores tras las vallas. No coge la bandera que le ofrecen. Quiere llegar con las manos vacías para atacar con rabia y fuerza, y alegría, la cinta, como queriéndola romper con un golpe de karate. Y grita. Un aullido. El fin de todos sus males.

Después, se agacha discretamente, y vomita.

El precio del esfuerzo supremo. Luego, la foto, la bandera, el abrazo con Álvaro Martín, compañero de relevo, que la cruje; el abrazo con sus entrenadores, Jacinto Garzón, de Guadix, Granada, y José Antonio Carrillo, de Cieza, Murcia, que les hace llorar a los cuatro.

No hay mejor lugar para la gran exhibición de la marcha de oro, de los chicos de oro, Álvaro Martín, 30 años, de Llerena, Badajoz, y María Pérez, de 28, los primeros atletas españoles que alcanzan el máximo, la triple corona, campeones de Europa, campeones del mundo, campeones olímpicos. Y hace cuatro días, junto al mismo Sena, bronce y plata, respectivamente, en los 20 kilómetros. Su foto, una en brazos de otro, banderas de España por todas partes, es ya el gran clásico del deporte español. La imagen nació en la plaza de los Héroes de Budapest el verano pasado, dos veces campeones del mundo (20 y 35 kilómetros); se repite en París, donde más luce. Es el primer oro del atletismo español desde la victoria de Ruth Beitia en el salto de altura en Río 2016.

“Hemos hecho historia”, dice María Pérez. “Esto es un matrimonio ya”. Y Álvaro Martín, doble licenciatura, Políticas y Derecho, TFG sobre la lucha campesina en su Extremadura del alma, cuando le cae la pregunta típica, ¿qué sientes?, responde explosivo. “¿Qué cojones voy a sentir? La felicidad de estar destrozado, cansado, alegre…”, dice. “Hemos vivido muchísimas cosas juntos, nuestro primer Europeo juntos, nuestro primer Mundial juntos y ahora nuestro primer oro olímpico juntos. Se nos dan las cosas bien juntos, ¿verdad?”

El último empeño lo compartieron, se lo dividieron, 42,195 kilómetros, un maratón andando muy deprisa –a 3m 50s el kilómetro los hombres, a 4m 12s, María–, en 2h 50m 31s. Morejón cerró la plata para Ecuador, la escuela de marcha de Jefferson Pérez en Cuenca, puros Andes, a 51s de los españoles, y terceros, los australianos Rhydian Cowley y Jemima Montag, a 1m 7s. La segunda pareja española, Cristina Montesinos y Miguel Ángel López, fue novena, a 5m 39s.

“Estoy feliz por ellos”, dice López, voz demasiado serena. “Son las primeras medallas olímpicas de la marcha española después de 20 años, creo [Paquillo Fernández, plata en Atenas tras Jefferson Pérez]. Han conseguido lo que otros no pudimos”.

A López, tan pulcro técnicamente también, le sorprende la velocidad, la libertad, con que se marcha en la primera posta, llovizna, 16 grados a las 7.30, la pérdida de la prudencia y la paciencia proverbiales de quien anda a pie. Prohibido no arriesgar. Corren, corren. Corre Dunfee, crazy canadiense, y el japonés Kawano, en fuga. “Es el show lo que buscan los que han inventado el relevo”, dice Paul McGrath, reserva en la banda. “Esto es deporte business, un circo, cuanto más breve es la actuación, más vale, un relámpago, los 10s de los 100m, así, y nosotros, la marcha, somos los elefantes”.

Los elefantes abren caminos. A los elefantes nada les detiene. López sufre, pero los sabios Álvaro Martín y Daniel Pintado, mantienen la calma en medio del huracán. Controlan. Al final de la posta (11,4 kilómetros), el ecuatoriano acelera. Una palmada en la mano lanza a Morejón, a María Pérez. Empieza a definirse la prueba, que se aclara más al final de la primera posta de las marchadoras, cuando la mujer de Orce empieza descolgarse mínimamente. La alarma. “María llegó muerta a la transición, muerta” explica Garzón, su entrenador. “Teníamos nada, 35 minutos, para recuperarla. Vomitó un par de veces, pero no eran problemas de estómago, eran las flemas, restos de la tos del proceso vírico que pasó hace poco. Actuaron los fisios, los médicos, le quitamos el chaleco del frío y la calentamos con toallas. Se cambió de zapatillas también, con la lluvia le bailaba el pie en la placa de carbono y corría riesgo de torcerse el tobillo, pero ella siempre mantuvo fuerte la cabeza”. María Pérez, renacida, recibe la última palmada de Álvaro Martín. El vacío ya lo ha hecho, a medias con Pintado. “Yo le he hecho el trabajo sucio”, dice Martín. “María, digamos, lo tenía más fácil porque yo soy el malo del equipo, ella tiene muchísima más calidad que yo y, es más, en los últimos kilómetros yo le iba diciendo María, ya es suficiente, no hace falta apretar más, disfruta, pero ella quería seguir disfrutando a su manera, es así de competitiva”.

Solo quedaba rematar. Liberar la rabia en un grito y un golpe. A ella le corresponde el privilegio. Se ha ganado el derecho a repasar el pasado no como una serie de desgracias –el llanto en el Mundial de Doha 19 a medianoche, consumida por el calor y la humedad, el cuarto puesto de Tokio, la descalificación por mala técnica del Mundial del 22, el cambio de técnica, la victoria en Budapest castigada con una rotura de sacro en noviembre pasado, la enfermedad de su pareja, Noelia, ya recuperada…–, sino como la ruta que da más valor al éxito.

“Este éxito nació con los tres cuartos puestos de Tokio, María, Tur, Álvaro”, dice Garzón. “Aquello no fue un fracaso, sino el inicio”.

Carrillo, el maestro de Cieza, se remonta más atrás, calmado pese a todo, sin el agobio ya de romper el sombrero ya roto. “Hoy no me ha dado llorera”, dice. “Yo siempre lo he dicho en los cursos que doy de entrenador, la primera medalla olímpica del atletismo español fue de la marcha, Jordi Llopart en Moscú 80; también la primera de oro es de la marcha, Dani Plaza en Barcelona 92. ¿La primera medalla de una mujer? María Vasco, en los 20 kilómetros de Sidney. Joder, hemos ido abriendo las puertas de las medallas. Se ha creado una tradición dentro de nuestra disciplina. Llevo 42, 43 años en esto y me enorgullece que todos los que llegan hablen de los anteriores. Plaza empezó por ver a Marín y Llopart, Juanma Molina al ver a Plaza, Miguel Ángel, cuando vio a Juanma ganar una medalla en Helsinki, y Paul me decía el otro día que a él le enganchó Miguel Ángel con su plata en Moscú… Tenemos ya una tradición ancestral que es increíble”.

A la llovizna que refrescó la carrera la quema el sol casi al mediodía, cuando la marcha española celebra el gran día de la culminación de su viaje.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.
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