_
_
_
_
EL YURCHENKO DE GERVI
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

El valor de dar un paso al lado

A esos niveles de máxima dificultad, la gimnasia de élite de verdad es muy arriesgada y tienes que estar al 100%

La gimnasta estadounidense Simone Biles, tras retirarse de la final por equipos en los Juegos de Tokio 2020. En vídeo, Biles abandona por salud mental. Vídeo: MIKE BLAKE / REUTERS / AGENCIAS

Con ese gesto de retirarse, Simone Biles ha demostrado que es una gran campeona. El martes, en la competición por equipos, lo vio muy claro y reaccionó con inteligencia. Como dice ella, hay veces en que hay que priorizarse a uno mismo antes que a los deseos de los demás, y no siempre lo hacemos. Nosotros tenemos que salir a disfrutar compitiendo. Entendemos que es un trabajo, que es una forma de vida, pero hay veces en que hay que dar un paso al lado, apartarse, y mirar un poquito hacia adentro de uno mismo. Si no, si reaccionas tarde, a veces la repercusión y el problema se agravan.

He hablado con compañeras gimnastas y entrenadores y todos, en todo momento, la apoyan, están con ella. Es lo más acertado. Es lo que hay que hacer. Los gimnastas, cuando saltamos, tenemos una pérdida de orientación como la que pudo sufrir Simone en el salto de potro, pero, bueno, es un proceso que se va entrenando y se va aprendiendo. Pero, cuando tú eso ya lo tienes masticado porque eres tan top como Simone Biles, y de repente te vuelve a pasar, y te vuelve a pasar en una competición, eso refleja la existencia de un problema más serio. No es un ‘no sé qué me pasa en el aire’, sino ‘un no sé qué me pasa en la cabeza’. Es algo mucho más serio que estar incómodo en el aire, o no encontrarse o no verse como normalmente lo haces. Simplemente, la cabeza la tenía en otro lado y estaba preocupada por otra cosa, que era su propia salud mental, y de eso tenía que estar pendiente. Es algo muy serio, y por eso creo que reaccionó muy bien, muy rápido. Eso denota la grandeza de esta deportista.

Compitiendo en esas condiciones, además, Biles corría un grave peligro. A esos niveles de máxima dificultad, la gimnasia de élite de verdad es muy arriesgada. Tú tienes que estar al 100% para poder hacer bien todo lo que intentas; si no, podemos hacernos muchísimo daño. Y no vale la pena el riesgo en ese sentido, en esas condiciones. Cuando te la estás jugando y tú estás al 100%, entonces sí asumes riesgos, pero si no, no puedes asumirlo, sabes que no lo vas a superar.

Yo, en competición, no he sentido nunca ese tipo de presión, aunque es cierto que en Pekín 2008 me costó más competir que en Sídney o en Atenas, muchísimo más, pero conseguí controlarlo. Era más un problema de nervios. El saber que era la última participación que yo iba a tener en unos Juegos era lo que me ponía nervioso. Pero, bueno, una vez que ya entré en la pista, ya me calmé. Pero sí que he pasado momentos oscuros con la gimnasia. Cuando yo me lesioné muy fuerte en los dos hombros justo después de los Juegos de Sídney, ahí entrenando tuve momentos de “no puedo más”, “qué hago aquí”, “necesito recuperarme bien y ver si después volveré a ser el mismo gimnasta o no”. Aunque nunca me pasó en competición, entiendo perfectamente a Simone Biles, empatizo totalmente con ella. Le muestro mi respeto y mi apoyo. Me parece muy inteligente lo que ha hecho.

Y valiente, muy valiente. Es supervaliente. Pero eso es algo que ya sabíamos que es. Es valiente en todo lo que hace. Y ahora, una vez más, ha demostrado que así es. No siempre es más valiente quien se enfrenta en la guerra. A veces, se necesita más valor para dar un paso al lado, apartarse. Sabiendo que el mundo entero estaba esperando su siguiente paso, decir “perdón chicos, tengo que parar un momento”, es de chapeau, de muy valiente y muy inteligente.

Ella no podía ayudar al equipo haciendo gimnasia, pero eso no quiere decir que las dejara solas ante el peligro, que dejara de apoyar a sus compañeras. Ella, como gimnasta, no podía más, pero no podía irse de allí. Es una fan más. Una amante del deporte y una buena compañera. Está ahí porque tiene que estar. Es genial.

Después de renunciar al concurso completo, veremos lo que pasa en las finales por aparatos. Si ella se siente un poquito mejor, igual sí que sale en algún aparato. En uno solo. No va a salir en los cuatro. Serían tres días de competición con 500 cámaras en la cabeza. El mundo entero está pendiente de lo que hace cualquier deportista, imagina si eres Simone Biles, la estrella de la gimnasia mundial. Es una lástima, pero es mejor así, poder verla sana en la próxima competición, a verla ahora luchando y sufriendo para acabar desembocando en dejar la gimnasia. Mucho mejor. Antes de juzgarla, tendría la gente que saber cuánto ha aguantado Simone Biles, lo que aguanta cada día en Estados Unidos, lo que aguanta ahora en Tokio. No se puede hablar sin saber.

Gervasio Deferr Ángel es un exgimnasta artístico español bicampeón olímpico

Suscríbete aquí a nuestra newsletter especial sobre los Juegos de Tokio

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_