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EL YURCHENKO DE GERVI
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Ella compite sola

Tenemos que disfrutar de este momento de Simone Biles. No es normal ese talento, esa potencia, esa explosividad

Simone Biles, durante un entrenamiento en Tokio
Simone Biles, durante un entrenamiento en TokioAshley Landis (AP)

Es cierto que ahora mismo, en la gimnasia femenina, Simone Biles está intocable, está intratable. Juega en una liga superior. También cierto que el cambio de la gimnasia de Nadia Comaneci a la actual gimnasia artística femenina se anduvo haciendo desde 1984 y culminó en 1992, en los Juegos de Barcelona. El cambio de la gimnasia antigua a la gimnasia moderna fue un proceso lento, una evolución progresiva, pero la llegada de Simone Biles es otra cosa. Simone Biles es otra liga, otra historia. Ella compite contra sí misma. No habrá nadie que pueda toserle.

Tenemos que disfrutar de este momento de Simone Biles. No es normal ese talento, esa potencia, esa explosividad. No tiene desperdicio. Hay que verla y disfrutarlo. Yo soy amante de la gimnasia de la antigua escuela. A mí, el baile o la elegancia de las rusas, de los equipos de toda la Unión Soviética, me enamoran más, siendo yo un enamorado de la gimnasia. Pero, por mucho que bailen las rusas, nadie puede saltar lo que salta Simone Biles.

Siendo el mismo deporte, son dos visiones totalmente diferentes. Ella es la explosividad y la fuerza inhumana por excelencia, y, luego, bueno, las gimnastas rusas son un poco más gimnastas y también bailarinas. Encontrar el equilibrio es muy complicado, y Simone Biles hace un esfuerzo enorme por ser lo más elegante y lo más bonita bailando. Tiene una coordinación espectacular. En ese sentido, igual es más fuerte, está más preparada que las demás. Hace saltos superdifíciles y en ningún momento sientes que haya ningún riesgo para ella. Hace saltos en los que las demás estarían a punto de matarse y ella cae como si la hubiesen posado en el suelo.

Siendo tan bajita (1,45 metros), se eleva un metro más arriba que las demás. Y en ese metro, con su talla, tiene espacio de sobra para siempre caer de pie y meter la cantidad de volteretas y giros que precise. Si alguien mañana sale haciendo su salto, ella saldrá haciendo su salto con un giro más. Puede meterle todavía más cosas. Siempre podría más que el resto del mundo. Hace muy fácil el doble planchado con medio giro. Es un salto que los chicos empezaron a hacer entre 2004 y 2008, pero en chicas era inimaginable. Y, de repente, ella lo hace, y lo hace perfecto, sin ningún atisbo de riesgo, sin hacerse daño.

Pocos hombres hacen su Yurchenko doble carpa, pocos. No muchos tiran por ese tipo de saltos porque tienen un riesgo importante. Eso lo hacen los mejores saltadores, pero no todos los que saltan pueden hacerlo. Simone Biles, ahora mismo, podría competir con los chicos, y se lo pondría muy difícil, cuando siempre la diferencia entre chicos y chicas había sido abismal. En suelo y en salto, puede pelear con los chicos. Y correría igual casi. Eso no había pasado. Físicamente los hombres hemos sido más capaces. Ellas eran otro tipo, más elegante, más bonito, más femenino. Ella es la fuerza. Con su fuerza, da igual la elegancia de cualquier otra.

Gervasio Deferr es gimnasta, doble campeón olímpico en salto (2000 y 2004).

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