El Rayo coloca a la Real en una situación muy comprometida
Un gol de Espino en el minuto 84 le da la victoria al equipo madrileño y manda a zona de descenso a los donostiarras


Cuando los minutos de tanteo, que salvo salida al abordaje, todos los equipos suelen aprovechar para tomarle la temperatura al rival, se alargan durante casi toda la primera parte, los partidos se hacen infumables, se empieza a comprender de manera práctica, la teoría de la relatividad de Albert Einstein, así por las bravas, y los espectadores neutrales que suelen ser minoría, y que acuden al campo por el placer del espectáculo, empiezan a cuestionarse si no hubiera estado mejor una tarde de cine, o un paseo por la Concha, que hacía fresquito en San Sebastián, pero no llovía.
Pero como un partido de fútbol es como un melón, que hasta que no se abre no se sabe si saldrá dulce o apepinado, no era una mala elección, en principio, centrarse en Anoeta para el duelo entre la Real Sociedad y el Rayo Vallecano, dos equipos que no han arrancado bien, coquetean con la zona caliente de la clasificación, y que, por tanto, debían dar todo de sí para salir adelante tras los 90 minutos, sobre todo la Real, que jugaba en casa.
Empezaron a tantearse los dos equipos, y fueron los cinco minutos habituales, pero se alargaron a diez, a quince y así hasta que el árbitro, posiblemente también aburrido, aunque sin la posibilidad de entregarse a un paquete de pipas, mandó a los futbolistas a tantearse, o lo que sea, a los vestuarios, después de que sobre el césped solo se partiera la cara Mikel Oyarzabal, literal, que para el primer cuarto de hora ya había recibido un doloroso pisotón y un codazo en el rostro.
El juego era otra cosa. Barrenetxea tiró del carro un rato, pero nadie le acompañaba en sus aventuras. El Rayo, ordenadito, pero poco más, tanteaba y tanteaba sin llegar tampoco a cogerle el tranquillo al partido, aunque pudo marcar en un error de la Real Sociedad en la salida del balón, que le llegó a De Frutos. Su disparo cruzado, con Remiro a contrapié, se marchó fuera por centímetros. Los de casa asustaron solo en un disparo alto de Guedes, que se quedó sin fuelle muy pronto.
Volvieron tras el descanso con la misma actitud, tanto Real como Rayo, aunque se jugaba más en el campo visitante porque intentaban empujar algo más los jugadores de Sergio Francisco. Oyarzabal, siempre el más dispuesto, probó a Batalla con un disparo desde fuera del área. Sin embargo, la Real se desinfló enseguida, volvió el partido a ese juego de tanteo de la primera parte, y el Rayo empezó a interesarse por la victoria. Chavarría, en un balón que le cayó dentro del área, probó el disparo, que se desvió a córner después de golpear en un rival. Martín Zubimendi, en el palco, rey del orden en la Real hasta que emigró a Londres, veía como se desordenaba su antiguo equipo según pasaban los minutos. Los cambios no mejoraron su puesta en escena. Kubo, tocado en un tobillo, compareció en el campo, pero pasó desapercibido; el resto, también.
Mientras, su oponente crecía poco a poco. Pedro Díaz hizo volar a Remiro en un duro disparo desde fuera del área, y ya con el reloj en el minuto 86, un contragolpe por la derecha del Rayo, en el que el balón no salió fuera de los límites del campo por milímetros, acabó en el remate de Espino, solo dentro del área, para ejecutar a los donostiarras, que solo han sumado cinco puntos y se colocan en una situación muy comprometida. Anoeta despidió a su equipo con silbidos.
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