Ancelotti: “No hay nada que tirar a la basura, no es serio ni correcto”
El entrenador italiano asegura que el 0-4 no es justo con el juego del Madrid durante una hora. Los blancos caen en 12 fueras de juego, ocho de ellos de Mbappé

Kylian Mbappé cayó ocho veces en fuera de juego contra el Barcelona. Vinicius, tres. El principio del fin del Madrid en un clásico que metió a los blancos en un agujero negro después de un inicio de curso titubeante.
Uno de los asuntos que habían quedado claros en los tres primeros meses del Madrid pos-Toni Kroos es que los jóvenes del centro del campo todavía no se terminan de arreglar para coser el juego del equipo. Seguían necesitando los 39 años de Luka Modric. Se suponía que lo bueno para ellos es que el clásico, con la radical propuesta del Barça de adelantar la defensa hasta la medular, les evitaba de entrada pasar por ese trago. Les podía bastar con un breve trasteo y mandar una pelota en largo en busca de Vinicius y Mbappé. Incluso, con un patadón desde su campo, como intentó Valverde a la media hora y que el ex del PSG no aprovechó del todo. La noche se ajustó al guion y el encuentro se abocó a esos pocos metros donde se movían los atacantes blancos para intentar conquistar el latifundio que los zagueros azulgranas dejaban a sus espaldas. La ecuación parecía favorable para sus intereses; sin embargo, nunca fueron capaces de descifrarla. Dos de los jugadores más acreditados del planeta para atacar el espacio se quedaron atrapados en la finísima y eficaz tela de araña dirigida por Cubarsí e Iñigo Martínez. Fueron cayendo como moscas en fueras de juego. Hasta 12 en toda la noche. Sobre todo, el francés.
“El marcador no refleja qué ocurrió. La primera parte me gustó, con intensidad. Fue buena, y no me equivoco porque llevo 48 años en el fútbol”, aseguró Carlo Ancelotti. “No marcamos por poco y sus goles nos quitaron toda la energía. Luego ha sido otro partido porque hemos arriesgado atrás y han tenido espacios”, analizó la voz desfondada del italiano, que achacó la aparatosidad del resultado a los riesgos que tomaron en la media hora final.
El entrenador blanco llamó a su gente a la esperanza de una mejoría y al aprendizaje que deja toda derrota para navegar en la tempestad que abre una caída de estas dimensiones. “No hay nada que tirar a la basura. No es serio ni correcto. Hay que hacer autocrítica, pero no tirar todo a la basura. Seguro que vamos a mejorar y no estaremos lejos de la temporada anterior, que ganamos Liga y Champions”, insistió el italiano. El Madrid no perdía en casa desde el 8 de abril de 2023 (2-3 ante el Villarreal), un tropiezo bastante intrascendente si se compara con este estruendoso 0-4.
Ancelotti, que hace una semana reconoció que a su equipo le convienen los partidos de ida y vuelta porque no dispone de las piezas para jugar en espacios reducidos, todavía reclamaba calma en los primeros minutos, que sus futbolistas masticaran un poco más la pelota, a la vista de su juego tan directo. Pero no le hicieron mucho caso y, cuando les tocó salir jugando desde atrás, el intento casi siempre acababa en susto para ellos. Lucas Vázquez, Mendy y Rüdiger se dejaron por el camino varias pérdidas.
Todo pendía de un hilo, de unos centímetros entre la retaguardia culé y las dos estrellas locales. Sin grandes amenazas aún para Lunin, el partido se abocó a una secuencia de fueras de juego. Los ocho al intermedio fueron la mayor cifra de los merengues en una primera parte en la Liga desde un encuentro contra el Celta en 2013. Y cuando Vinicius o Mbappé lograron sortear la red, tampoco anduvieron finos. Hasta el doble golpe de Lewandowski, cada ataque blanco era un casi. Pero ahí se quedaba, en la frontera. Cubarsí e Iñigo Martínez mantenían a raya al brasileño y francés ante el pasmo general. Sus movimientos y los envíos nunca cuadraban. “Se sabía que ellos utilizan esta línea alta y por poco no la hemos aprovechado”, lamentó Ancelotti en referencia a los fueras de juego y los fallos ante Iñaki Peña cuando salvaban el penúltimo dique culé.
El Bernabéu alcanzó el descanso con la sensación de oportunidad perdida, de presa que se escapaba viva de un batallón de escopetas, y la sensación se hizo carne a la vuelta de la pausa. Mendy sí rompió el mecano de la zaga blanca y Lewandowski no perdonó. Y tampoco de cabeza al siguiente parpadeo.
“El equipo ha competido 60 minutos. Hay que olvidar los últimos 30. No me arrepiento de nada del planteamiento. La idea era presionar y lo hicimos durante una hora. Esta derrota es diferente a la de Lille; allí no competimos”, cerró Ancelotti en medio de la tormenta.
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