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Reválida en agosto para el Simeone más impaciente

Con el ruido y las dudas por los cambios fallidos del técnico ante el Villarreal y el Espanyol, los colchoneros se juegan en San Mamés no descolgarse en exceso del Barcelona

Simeone
Simeone, este viernes, durante el entrenamiento previo al Athletic-Atlético que se disputa este sábado en San Mamés.FERNANDO ALVARADO (EFE)
Ladislao J. Moñino

A veces, la expectación levantada es directamente proporcional a la decepción generada. Con solo tres jornadas disputadas y cinco puntos de nueve lo sabe bien Diego Pablo Simeone, que después del tropiezo en casa con el Espanyol (0-0) ha comprobado que se le cuestionan las decisiones más relevantes que ha tomado en los tres primeros partidos de Liga. Provocó un general fruncir de ceños cuando en Vila-real (2-2) sentó en el descanso a Alexander Sorloth, que marcó el empate a dos en el único balón que le llegó en condiciones de ser rematado. Contra el Girona (3-0) y contra el Espanyol ya le asomó el debate de si tienen cabida regular en su once de cabecera —puntual se dará tarde o temprano—, el atacante noruego, Griezmann y Julián Alvarez. Las deliberaciones al respecto se reavivaron con el cambio de Sorloth por Reinildo a falta de más de veinte minutos, muy protestado por la grada. Jugar o no con ese trío de atacantes es el punto hasta ahora más controvertido porque liga con las expectativas levantadas entre la hinchada, disparadas con el fichaje de Alvarez. Hasta ahora Simeone no los ha juntado un minuto.

“Si fuera aficionado yo también pensaría lo mismo”, respondió el domingo el preparador argentino cuando le preguntaron si entendía que un sector numeroso de la afición rojiblanca abucheara el que en su libreto de cabecera es un cambio tan habitual y natural como filosofal. “Meter a Reinildo por Sorloth fue porque el equipo se estaba partiendo y cuando un equipo se parte, puede ganar o perder, y a mí eso no me gusta, prefiero controlarlo”, razonó el Cholo.

Es en los movimientos de banquillo, en los que muchas veces Simeone acierta, donde se ha apreciado a un entrenador impaciente y ansioso por alcanzar la victoria lo antes posible, quizá llevado por la exigencia, que él mismo reconoce que se ha elevado interna y externamente, generada por los casi 200 millones de euros que el club se ha gastado entre Alvarez, Le Normand, Gallagher y Sorloth.

El triple cambio contra el Espayol en el intermedio hizo saltar el chivato de la impaciencia de Simeone por cerrar un partido. De una tacada sentó a Alvarez, Molina y Lino para dar entrada a Griezmann, Llorente y Barrios, tres piezas clave a las que había rotado con vistas al partido de esta tarde en San Mamés (19.30, Movistar LaLiga). El equipo había jugado una muy buena primera media hora en la que generó media docena de ocasiones, tres de ellas muy claras. “El equipo después bajó la intensidad, con los cambios queríamos mejorar eso”, justificó el técnico rojiblanco. Como en Vila-real con la entrada de Correa por Sorloth, el movimiento no tuvo el impacto esperado. El Atlético generó menos ocasiones en todo el segundo tiempo que en la citada convincente primera media hora, lo que cuestiona si ese primer once no merecía al menos un cuarto de hora más de confianza colectiva. Y también, individual en los casos de Molina y Julián Alvarez. El triple cambio más el de Correa por De Paul un cuarto de hora más tarde ya le condicionó el quinto. No pudo entrar Gallagher, que había sido titular en las pruebas previas. Tampoco su hijo Giuliano, que tiene muy buena pinta para partidos atascados como el del Espanyol.

Bajo ese escenario de cuestionamientos se presenta Simeone esta tarde en uno de los estadios que más le motivan por pedigrí y por la irascibilidad que genera su figura. Toda una reválida con agosto sin caducar en la que está por ver qué pelaje adoptará el Atlético. Una derrota puede suponer irse al parón de selecciones a siete puntos del liderato si el Barcelona se impone al Valladolid. Justo lo que Simeone, el club y también la hinchada no deseaban: alejarse demasiado de la cabeza de la tabla con tanta antelación.

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Sobre la firma

Ladislao J. Moñino
Cubre la información del Atlético de Madrid y de la selección española. En EL PAÍS desde 2012, antes trabajó en Dinamic Multimedia (PcFútbol), As y Público y para Canal+ como comentarista de fútbol internacional. Colaborador de RAC1 y diversas revistas internacionales. Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Europea.
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