_
_
_
_

El gabinete de crisis del Madrid en el descanso que empezó a cambiar la final de la Champions

Carlo Ancelotti, cuya faceta táctica es la menos reconocida, varió el dibujó en la segunda parte tras consultarlo con los jugadores

Carlo Ancelotti charla con Bellingham y Vinicius durante la final de la Champions.Foto: LEE SMITH (REUTERS) | Vídeo: EPV
Lorenzo Calonge

Hace 16 meses, en una temporada menos feliz que esta para el Madrid pero todavía vivo en la Champions y a punto de jugar la final de Copa, Carlo Ancelotti se arrancó sin previo aviso con una reivindicación de su figura en el apartado que menos elogios suele recibir: la táctica. El empleado de prensa del club había dado por terminada la comparecencia, pero el italiano todavía tenía algo que decir. “Espera”, le pidió con una sonrisa. “Todos me lo reconocen, que soy fantástico en la gestión [del vestuario]. Pero después hay otras cosas: este equipo está bien trabajado. Porque si tenemos la suerte de ganar la Copa [lo hizo ante Osasuna], habrá logrado todos los títulos posibles en dos temporadas, algo que algunos no consiguen en una vida”, cerró el entrenador en un golpe de pecho personal.

Este sábado, en Wembley, la pizarra de Carletto, en sintonía con la opinión de sus jugadores, terminó siendo el interruptor que empezó a variar el destino de la final de Champions. Después de una primera parte muy cruda para los blancos —”hemos sido un poco vagos”, llegó a decir el italiano en plena euforia—, el cambio de agujas se fraguó en el descanso, en un gabinete de crisis en el que participaron varios veteranos, además del técnico.

“No llegué enfadado, pero sí necesitaba aclarar un poco las cosas”, apuntó Ancelotti. “También los jugadores hablaron y comentamos el cambio de sistema juntos. No es que yo haya tomado la decisión solo. Les he dicho: “mirad, para mí tenemos que cambiar un poco’. Ellos estaban de acuerdo y lo hemos hecho”, explicó el preparador de Reggiolo. Entre los futbolistas, Carvajal y Nacho fueron los que más “levantaron la voz”, según Fede Valverde, uno de los protagonistas del reordenamiento del Madrid. “En la segunda parte estaba un poco loco con tantos cambios de formación y de posición, pero nos dio estabilidad”, señaló el uruguayo.

La variación pasó del 4-4-2 habitual de inicio a un 4-3-3, con Vinicius y Rodrygo como extremos, también para presionar, y Bellingham y Valverde por dentro. Carvajal, la clave de casi todo en Londres, participó de forma activa en este viraje. “Le comenté al míster que podríamos volver al 4-3-3 porque en el centro estaban encontrando fácil a Brandt y Sabitzer. Juntarnos un poco más para que Vini y Rodrygo no estuvieran tan solos”, indicó el autor del primer gol.

El efecto no resultó instantáneo, pero sí logró amainar poco a poco las embestidas alemanas. Si en la primera parte el balance de tiros fue de ocho a dos a favor del Dortmund (ninguno a puerta del Madrid), en la media hora de la segunda mitad que transcurrió hasta el 0-1 la contabilidad ya había empezado a nivelarse: tres-cinco para los blancos, que no disponían de grandes ocasiones, pero no se sentían tan amenazados. El tanto de Carvajal ya sí invirtió definitivamente el choque.

De Valverde a Bellingham

La pizarra es la faceta de Ancelotti más secundaria según el ojo público, aunque casi todas las decisiones de fondo que ha tomado en estas tres temporadas le han reportado beneficios. En la 21-22, apostó con éxito por abrigarse con la terna Casemiro-Kroos-Modric para salir a la contra, y luego afinó situando a Valverde por la derecha de camino al doblete de Liga y Champions. La pasada campaña, en el bajón pos-Mundial, logró sostener el equipo mientras realizaba un movimiento que se antojaba de riesgo: Kroos solo en el pivote y Camavinga en el lateral izquierdo para hacer sitio arriba a Rodrygo. Y el último verano, alumbró su decisión más aplaudida: acercar a Bellingham al área ante la ausencia de un relevo natural de talla mundial para Benzema. A los tres meses, cuadró el círculo mandando al inglés a tapar la izquierda ante la fragilidad del equipo para defender los centros. En paralelo, ha ido convenciendo a Vinicius de pisar las zonas centrales para producir más goles, y se inventó a Tchouameni de central debido a las lesiones y la falta de refuerzos.

Ha dejado también algunas decisiones puntuales que acabaron en gatillazo, como cuando colocó a Modric de falso nueve en un clásico que se cerró con un 0-4 azulgrana (“fallé, pero es bastante raro que lo haga dos veces”, reaccionó), o cuando este curso alineó a cinco medios en la vuelta de pánico blanco ante el Leipzig. En el saldo general, sin embargo, la pizarra ha sonreído a Carletto.

Amarrada su séptima Champions (cinco como entrenador) a partir de los ajustes colegiados del descanso, a Ancelotti le espera a la vuelta del verano otra misión táctica: adaptar el Madrid a la salida de Kroos y la previsible llegada de Mbappé. “Ahora se va de vacaciones a un rancho, a recoger las vacas”, contó su hijo Davide a las puertas de Wembley.

Puedes seguir a EL PAÍS Deportes en Facebook y X, o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal.

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites
_
Tu comentario se publicará con nombre y apellido
Normas
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_