El césped multifinanciado donde reverdeció Unionistas de Salamanca
El club salmantino consiguió por micromecenazgo casi 300.000 euros para poner hierba natural en su campo para subsistir
Cambiar el verde se convirtió en un marrón: la continuidad de Unionistas de Salamanca en Primera RFEF en 2022 dependía de sustituir el césped artificial de su campo de fútbol por la hierba natural que exigía la Federación. La factura: 300.000 euros más 30.000 anuales de mantenimiento. El club autogestionado había prosperado sobre briznas de plástico y mares de caucho cuando se encontró con este requisito para continuar en la categoría de bronce. El dineral hizo palidecer a los gestores y, por ende, a los socios copropietarios de la entidad hasta que abrieron la recaudación de fondos a financiación social. El éxito del micromecenazgo de abonados y meros aficionados anónimos rompió con las negras previsiones, permitió cosechar la cantidad con creces y brindar a Unionistas el césped que se enfrentará este jueves a las botas del FC Barcelona (19.30, Movistar) tras fajarse contra el frío invernal.
El pedigrí del rival de octavos de final de la Copa del Rey ha demandado algunos mimos extra al siempre cuidado campo Reina Sofía de Salamanca, de propiedad municipal. Alberto Matías, responsable de la empresa Hermaflor, contratada por el Ayuntamiento para atender las instalaciones, afronta con confianza el encuentro: “El primer partido tras ponerlo pensé que me moría, estaba muy tierno pero a base de tiempo, tratamientos y trabajos está fuerte”. “Los inviernos en Salamanca son dolorosos, sobre él juegan Unionistas y el Monterrey”, explica Matías, sonriente con la diferencia de recursos frente a la élite del balompié: allí no hay moquetas ni tapetes, tampoco lámparas gigantes, mantas térmicas o suelos radiantes como los presentes en los grandes estadios. Aquí manda el rastrillo. El principal enemigo, más allá de los tacos de aluminio de los equipos del Grupo I de Primera RFEF, el hielo provocado por las temperaturas bajo cero de estas fechas. Ya la eliminatoria triunfal contra el Villarreal se disputó con zonas duras junto a los banquillos, donde la sombra impide descongelar la hierba. “Es tu tierra, son tus campos donde jugaste de pequeño. En el de Unionistas actual jugué yo cuando era tierra con mis amigos y mi padre”, suspira el salmantino al recordar tantas rodillas despellejadas y zapatos rotos.
Los salvadores del campo ayudaron renovando su carnet por cinco o 10 años, pagando 1.500 o 3.000 euros, o donando la cantidad deseada. Esa implicación explica la filosofía de Unionistas, en mitad de tabla de su división pero en lo alto del fútbol popular desde que en 2013, al desaparecer la histórica UD Salamanca, los aficionados lo fundaran e implantaran un modelo asambleario. Todo se consulta, todo se debate, todo se discute entre los más de 4.500 socios, nunca abonados. Ellos son socios, partícipes de Unionistas. La visita blaugrana ha elevado la cifra a 4.800 socios, la capacidad del estadio sin gradas supletorias. Miguel Ampuero, de 27 años, lleva desde los 16 colaborando en este modelo. De pegar carteles y llevar redes sociales ha pasado a vicepresidente y responsable económico, o sea, quien valora “el pelotazo” de la visita del Barça y los triunfos coperos. También a él “los cabrones” de los jugadores le piden primas por sus inesperadas victorias. De estas rondas ingresaran unos 600.000 euros, equivalente a la inversión anual en la plantilla, un potosí para aliviar las arcas de una entidad siempre al filo económico, escenario habitual en el fútbol modesto. El sorteo los citó en 2020 con el Real Madrid, saldado con un 1-3 sobre el olvidado césped artificial. Entonces también lograron un buen pellizco gracias a las entradas, los patrocinios y la visibilidad del oponente.
El presupuesto total de la entidad asciende a 1,5 millones de euros, una propina para las nóminas de Lewandowski o De Jong. “El dinero generado va para el club, generar puestos de trabajo y buena plantilla, no hay intereses privados”, ensalza Ampuero, a quien el episodio del césped le hizo temer por la evaporación de ese sueño futbolístico: “Los empleados estaban mirando trabajo en InfoJobs. Hace dos años casi desaparecemos y ahora estamos en octavos de Copa”. La campaña se saldó con 416.000 euros de apoyo, 360.000 procedentes de los abonos y el resto de donaciones altruistas de quienes defienden esta filosofía. El salmantino valora que la relación con el Ayuntamiento (PP) ha mejorado “con una actitud constructiva”. “Con las luces no habrá sustos, esa misma noche nos dijeron que eran problemas en el barrio, algo puntual”, sostiene, ante los cortes que aplazaron al día siguiente la prórroga y los penaltis donde tumbaron al Villarreal tras batir al Gernika y al Sporting de Gijón en las eliminatorias previas.
La zozobra de 2022 con la hierba no asustó a Ramiro Mayor, defensa habituado a escenas más temibles, como proteger la portería en los córners fuera de casa. “Estaba convencido de que saldría adelante, sé lo que hay, llevo cuatro años y conozco este sentimiento de pertenencia, es el niño de los socios que han visto crecer”, argumenta. El sábado juegan contra el Rayo Majadahonda pero los culés se cuelan en conversaciones y mensajes fuente de ilusión para quienes han soñado con enfrentarse a los mejores: “Son dos mundos distintos”. Su palanca deportiva, la fuerza de la “caldera” del Reina Sofía y las ganas de engordar la historia de Unionistas, “referente del fútbol popular” peleando en octavos de Copa del Rey: “Otra forma de gestionar es posible”.
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