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ALIENACIÓN INDEBIDA
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Carvajal opina, Hermoso declara

La denuncia de la futbolista contra el dirigente federativo es un acto valiente de alguien que tiene mucho que perder y muy poco a ganar, al menos para sí misma

Dani Carvajal
El defensa de la Selección Española de Fútbol Dani Carvajal durante el entrenamiento el lunes en la Ciudad del Fútbol de Las Rozas (Madrid).Javier Lizon (EFE)
Rafa Cabeleira

“No podemos posicionarnos y condenar preventivamente sin conocer realmente lo que ha pasado”, contestó Dani Carvajal al ser preguntado por el beso no consentido de Luis Rubiales a Jennifer Hermoso. No transmitía un especial entusiasmo por encarar la pregunta, pero al final se terminó soltando y declaró que le faltaban datos para opinar, que no las tenía todas consigo y que se solidarizaba con su compañera de profesión aunque sin creérsela del todo, un poco como se solidarizan esas personas que al pasar frente a un mendigo se señalan un roto en el pantalón o incluso el reloj, por aquello de las prisas. “Sí, yo te comprendo, pero mira cómo voy. Cada uno tiene lo suyo”, vendría a ser completada la escena.

La declaración ante el juez y posterior formalización de la denuncia por parte de la futbolista han bastado para desarticular una parte del discurso que, desde hace unos días, comenzaba a imponerse entre quienes han optado por dar la espalda tanto a la víctima como a la realidad. “Jennifer no ha presentado ninguna denuncia”, remachaba un Carvajal que no tardaría en matizar sus primeras declaraciones: “yo sólo he dicho que hay que preservar la presunción de inocencia”.

Lo cierto es que dijo muchas más cosas, pero en esto último nadie puede llevarle la contraria. Tampoco se le pedía que dictara sentencia, pero ya se sabe que el lateral tiene cierta tendencia a llenarse de balón. Se trataba, simplemente, de dar su opinión, como hemos hecho todos. Y la ha dado.

La denuncia de Jenni Hermoso contra Luis Rubiales es un acto valiente de una futbolista que tiene mucho que perder y muy poco a ganar, al menos para sí misma. La suya no es una opinión, como la de Carvajal o la mía, sino la declaración formal de lo ocurrido. Y la constatación de que no hubo ningún tipo de consentimiento en el beso perpetrado por Rubiales, que ya me dirán ustedes qué tipo de comportamiento sería ese que justifica el uso del verbo perpetrar junto a la palabra más romántica del mundo.

Todo el ruido y toda la presión soportada en las semanas previas a la formalización de la denuncia no será nada en comparación a lo que está por venir, pues ya se sabe cómo se comportan ciertas capas de nuestro subsuelo cuando sienten que alguien de estrato dudoso, en este caso una mujer futbolista, se le sube a la parra. A su parra. “Esta vez es personal”, suele anunciarse en las mejores secuelas de las peores sagas del cine de acción. Y lo será.

A Jenni Hermoso se le echará encima esa parte de la sociedad que acostumbra a sentirse legitimada para insultar a un árbitro, al aficionado rival, al desconocido que piensa diferente, a la mujer abusada o a la víctima del terrorismo: en este país, por desgracia, ya hemos visto casi de todo. Una parte de la sociedad acostumbrada a moverse en el lodo y que, de repente, dice sentirse amenazada porque ya no se puede agarrar a una mujer por la cabeza y plantarle un beso en los morros durante una celebración. O tocarle una teta, si es mucha la euforia. “Yo solo digo que hay que preservar la presunción de inocencia”, insisto en la puntualización de Dani Carvajal. A la tercera repetición suena casi como un refrán. Y ya sabemos, más o menos, cómo va esto, ¿verdad? Al final resultará que, el preservador que más preserve, buen preservador será.

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