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Eurocopa
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

España se flagela, pero aprende latín

La selección resolvió sus problemas de experiencia en el duelo ante Croacia con una admirable energía juvenil

Pedri protege el balón ante Brekalo
Pedri protege el balón ante BrekaloSTUART FRANKLIN (AFP)
Santiago Segurola

España tiene un plan de equipo grande, con problemas para concretarlo, y si es necesario se flagela hasta límites masoquistas. Venía de complicarse la existencia en la primera fase y de repente ha encontrado los goles que no marcaba, a cambio de conceder los que no recibía. Es un equipo excitante en la salud y en la adversidad, que suelen reunirse en un mismo partido. El que se jugó en Copenhague figurará entre los más espectaculares y desconcertantes que se ha disputado en la historia de la Eurocopa, una odisea que mezcló por igual la belleza, los errores y las emociones en sus cotas máximas. Quizá este 3-5 en la prórroga signifique algo para el futuro. Una gran selección se edificó sobre las prórrogas contra Italia (Eurocopa 2008) y Holanda (Mundial 2010).

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Por un momento, se sospechó de una tarde maldita. El error de Unai Simón tenía la pinta de pasar a la historia de los goles infamantes. En adelante se hablará de hacer un Simón para definir desastres similares de los porteros, pero tan relevante como el error fue su capacidad para reponerse. Evitó dos goles en tiros a quemarropa cuando el partido estaba en el alambre.

Se reivindicó Unai Simon en un partido que parecía destinado a marcar a fuego su carrera, y se reivindicó España después de un golpazo brutal. Comenzó el partido con una hermosa pulcritud en su juego y dos cambios en la alineación. Gayà por Jordi Alba; Ferran Torres por Gerard Moreno. Luis Enrique quería extremos muy abiertos y verticales. Acertó de lleno: Sarabia, autor de un espléndido partido, y Ferran marcaron dos de los cinco goles.

Los mediocampistas definieron el equipo, rasgo crucial del fútbol español. Dos veteranos, Busquets y Koke, ofrecieron una versión inmejorable de inteligencia. También de liderazgo, más que necesario en un equipo abundante de jóvenes y ternura. Azpilicueta, uno de los jugadores más fiables que se puedan ver en un campo de fútbol, se añadió al caudillaje y a la cuenta de goleadores. Marcó con un cabezazo arrollador, su primer tanto en la selección. Eligió un gran día para registrarlo.

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Croacia ha vivido su edad de oro en los últimos años. En muchos aspectos está en las antípodas de España. Empieza a perder a sus veteranas estrellas. No ha perdido todavía a Modric, el jugador que llena de sabiduría el juego de un equipo experto y astuto. Conceder un gol de ventaja a Croacia, y en los términos en los que se produjo, es un pésimo negocio para cualquiera, más aún para una selección como la española, integrada por varios jugadores sin trayectoria en los grandes torneos.

Si la fibra de los equipos se mide en los malos momentos, España superó todas las expectativas. Mantuvo la disciplina, no entró en pánico y recuperó el pulso con rapidez. En medio de todas las turbulencias, el más joven de todos, Pedri, impresionó por su despliegue y criterio. La calavera de su rostro denota el inmenso esfuerzo que realiza en cada partido, pero la claridad en sus decisiones sigue intacta.

El atractivo plan de España —fútbol de precisión, presionante y ofensivo— es un signo de identidad que merece desarrollar a toda costa. Por ahora, lo asume entre volantazos, propios de un equipo en construcción, proclive a errores que el tiempo y los partidos deberían corregir. Se abocó al abismo después de conceder dos goles en los últimos minutos del encuentro, pero resolvió sus problemas de experiencia —terminó el partido, con Pedri (18 años) y seis jugadores de la generación que ganó la Eurocopa sub-21 en 2019— con una admirable energía juvenil y la sensación de haber aprendido latín en un partido inolvidable.

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