Gales, un chute emocional
La selección de Bale encara los octavos contra Dinamarca impulsada por un vídeo de los colegios del país cantando el himno, de cuya letra y sentido la federación da cursos a los futbolistas
Todavía en el vestuario, antes de estrenarse en esta Eurocopa contra Suiza, los futbolistas de Gales se recordaron su debut en la edición de 2016, la primera vez que el país pisaba el torneo. Lo contó hace unos días su portero, Danny Ward: “En 2016, en los primeros minutos contra Eslovaquia éramos auténticos kamikazes, con las emociones por las nubes. Después de un himno increíble, el mejor de la historia, de cualquier nación... Para mí. Nos dijimos que debíamos estar calmados y disfrutar del momento”.
Este sábado en el cambiador del Johan Cruyff Arena de Ámsterdam, en los prolegómenos de los octavos de final contra Dinamarca (18.00, Cuatro), no se prevén las mismas cautelas. Los futbolistas recibirán un baño de himno antes del himno. La federación galesa pidió el miércoles a los colegios que grabaran a los niños cantando el himno y enviaran los vídeos. Con ellos, montarán un clip que proyectarán este sábado a los jugadores. “Somos una nación pequeña, pero no hay muchos países con más corazón que nosotros”, afirma Ward.
Las comparecencias de los jugadores galeses acumulan referencias al orgullo nacional, la camaradería y la resistencia. En ese caldo sentimental tiene mucho que ver el himno, el Hen Wlad Fy Nhadau [El viejo país de mis padres], del que quienes se incorporan a la selección reciben una traducción al inglés y una charla para que comprendan su sentido. Además de que deben aprendérselo, con su letra en galés. El equipo está repleto de futbolistas que podrían jugar también con Inglaterra, por ejemplo. Caso de David Brooks, de 23 años, que en 2017 fue el mejor jugador del torneo internacional sub-20 de Toulon con la selección inglesa. Aunque dice que siempre quiso jugar con Gales. “Pero no me convocaban”, contó el miércoles. “Hasta que me llamaron una hora antes de ese torneo. Ni siquiera sabía que me seguían. No me habían avisado. Pero ya me había comprometido, así que jugué y llegó la oportunidad de ir y probar. Desde que llegué, no quería otra cosa”.
Desde fuera, el campamento de Gales parece una tribu de adolescentes felices, recreativa hasta en las reprimendas. Presentarse tarde a una reunión no desemboca en una multa, sino en la obligación de cantar delante de todos. “Yo suelo elegir rapear”, apunta Brooks. “Pero el que peor canta es Matt [Matthew Smith, de 21 años]. Es muy tímido”, ríe.
En ese ambiente reluce el mismo Gareth Bale que se agostaba con Zidane en Valdebebas. El cabeza de cartel de Gales volvió a insistir este viernes en la distancia entre lo que ven sus compatriotas galeses y el resto: “Nadie en los medios sabe quién soy, y me gusta que sea así. Soy una persona normal a la que le gusta bromear con sus amigos”. Incluso ocupar el centro del escenario, como cuando después de ganar a Turquía (0-2) reunió a sus compañeros en un círculo, se colocó en el centro, los arengó, y les pidió perdón por el penalti que había fallado. “Es un gran líder para nosotros”, dice Joe Rodon.
Gales late al ritmo de Bale, y Bale parece hacerlo acompasado a la intensidad de las vibraciones de Gales. En el primer partido, en el que se pidieron bajar el tono emocional, languideció y casi se llevan un disgusto contra Suiza (1-1). Cuatro días después, contra Turquía, con la clasificación para los cruces en peligro, su partido fue una exhibición de autoridad y dominio, un recital de pases a Aaron Ramsey, con quien conectó seis veces, según el recuento de Opta. Lo buscó con insistencia y lo dejó solo ante el portero hasta que el jugador de la Juve consiguió anotar. Ganaron 0-2.
La influencia de Bale en el ataque de Gales es poco habitual. El todavía futbolista del Real Madrid terminó la fase de grupos como segundo mejor asistente del torneo por detrás del belga Kevin de Bruyne, según los datos recogidos por Statsbomb. También es el que completó las conducciones de balón más largas, por delante de su compañero en la otra banda, Daniel James. Y ellos son también los dos primeros del ránking de los pases más largos, de media. Esos números retratan el estilo de una selección de Gales de carrera y centros a Ramsey, según Robert Page, técnico galés, “el mejor equipo de Europa al contraataque”.
Un estilo de arrebatos de un equipo habituado a no llevar el mando, pero con calidad para lanzar zarpazos letales. También una selección espoleada por el agravio que ven en que sus aficionados no puedan viajar a Ámsterdam por las restricciones por la pandemia, mientras que los daneses sí estarán en la grada. Dinamarca competirá impulsada aún por la resaca del susto de Christian Eriksen, y Gales con el aliento lejano del himno en las escuelas: “Sus valientes guerreros, espléndidos patriotas / dieron su sangre por la libertad”.
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