“En el fútbol olvidamos todos nuestros traumas”
El CEAR CF, creado por la Comisión Española de Ayuda al Refugiado con el apoyo de la FUNDACIÓN LaLiga, promueve la integración de refugiados y demandantes de asilo en Alicante con un equipo del que también forman parte jugadores locales
Nadie esperaba a Abdulkarim al llegar a España hace tres años. Tan solo como salió de Guinea-Conakri, en África Occidental, dejando atrás familia y amigos apenas alcanzó la mayoría de edad, es como se encontró en Alicante después de completar una travesía de miles y miles de kilómetros. Tan perdido y confuso como la esperanza que albergaba entonces de convertirse en profesional del fútbol en la tierra del FC Barcelona y el Real Madrid, a los que tantas veces había seguido en televisión. Un sueño que jamás llegó a cumplir, pero que en cierta medida le permitió vislumbrar por primera vez un futuro lejos de casa. Porque cuando ni siquiera sabía una veintena de palabras en español, uno de los primeros sitios donde se sintió arropado fue en un terreno de juego con el CEAR CF. Un equipo creado por la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) en 2019 donde jóvenes refugiados acogidos por la organización comparten vestuario con jugadores alicantinos.
En una tarde desapacible, de lluvia y frío, Abdoulkarim no falla a la cita. El miércoles es un día casi sagrado. Hay entrenamiento y su presencia en calidad de veterano es importante. En primer lugar, porque ejerce de traductor e integrador en una plantilla en la que conviven seis nacionalidades y donde no siempre es fácil hacerse entender. Y más importante aún, porque para el resto de compañeros no hay mejor ejemplo que el suyo para albergar esperanzas de salir adelante en una ciudad a la que, en algunos casos, han llegado hace apenas unos meses y donde aún no saben si podrán quedarse hasta que les otorguen el estatuto de refugiados. “El equipo fue mi primera familia. Aprendí el idioma, hice amigos y pude encontrar mi sitio. He trabajado de socorrista, en un almacén… Ahora tengo claro que me quiero quedar aquí”, explica este guineano de gran zancada y toque exquisito que se define como un “mediocentro todoterreno”.
Mientras Abdulkarim deja su chaqueta y se incorpora al resto del grupo, desde la banda le observa con orgullo Rosa Quiñonero, antigua técnica de centro alicantino de CEAR que hoy ejerce como voluntaria. Quiñonero se presenta como una de las impulsoras del proyecto, aunque la denominación quizá se queda corta ante el abanico de funciones que abarca: diseñadora del escudo del equipo, donde luce un mapamundi, fotógrafa en los partidos que disputan los domingos en una liga no federada –contra equipos de empresas y grupos de amigos en un campo de fútbol siete– y una de las encargadas de encontrar un campo para jugar en unos inicios, explica, donde se apañaron como pudieron. “Teníamos un presupuesto muy bajo. Recuerdo cómo fuimos al Decathlon, contando cada euro, para comprar lo básico, balones, conos… había chicos que ni siquiera tenían botas”, explica.
La entrada de la FUNDACIÓN LaLiga como entidad colaboradora, detalla Quiñonero, supuso un salto de calidad decisivo para el CEAR CF. Ahora disponen de varias equipaciones, tanto de entrenamiento como de partido, y juegan con los mismos balones que las estrellas de la élite. Además, LaLiga ha ofrecido la posibilidad de acceder a formación deportiva. Olga de la Fuente, directora de la Fundación, expresa que quisieron sumarse a esta iniciativa porque comparten “el objetivo común de favorecer la inclusión social a través de una actividad saludable, integradora y transmisora de valores como es el fútbol”. Al final, el principal objetivo del CEAR es la defensa de los derechos humanos y de asilo, y por ello promueve la inclusión de personas que han tenido que salir forzosamente de su país mientras esperan la resolución de su solicitud de asilo a través de distintas herramientas, como asesoramiento jurídico, aprendizaje del idioma, orientación laboral, atención psicológica, entre otras.
Una mejora también sobre el césped
Pese a que el equipo tiene una vocación más social que competitiva, LaLiga también ha proporcionado “asesoramiento deportivo” para la preparación de los futbolistas. Desde que empezó su andadura hace tres temporadas, Quiñonero, que en el pasado jugó en las categorías inferiores del Villarreal CF femenino, ha observado una enorme mejora sobre el césped. “Al principio era una desorganización total porque faltaban conceptos tácticos y había una tendencia más individualista que de colectivo”, argumenta.
El primer ejercicio de la tarde es una buena muestra de esta especie de inmersión en la cultura futbolística nacional. Para empezar, un rondo. Pase, pase, pase, para rodar el balón rápido a uno o dos toques y dominar un juego de posesión que luego trasladan al siguiente ejercicio, consistente en hacer circular la pelota de la defensa hacia el ataque hasta remachar la jugada con un golpeo a puerta. Una ejecución final en el que trata de focalizarse uno de los recién llegados, Bakary, costamarfileño de 19 años que sí entiende, pero aún no habla español y se presenta en francés como “un nueve”.
A sus compañeros, entre los que se cuentan también jugadores alicantinos que se han sumado a la iniciativa como voluntarios, ya les ha dado muestras de su olfato goleador con varios tantos. Vivir estos pequeños momentos de éxtasis es lo que más feliz le hace desde que abandonó Abiyán, una de las principales ciudades de Costa de Marfil, donde asegura que había pertenecido a una academia de formación. Día y noche, en los momentos que no está estudiando español o escuchando rap francés y afrobeats, su otra gran afición, el fútbol siempre está en su cabeza. “Es mi modo de vida”, como este devoto del Barça lo define.
Para el nigeriano Destiny de 18 años, en cambio, el deporte es más bien una forma de evadirse. Aunque se toma con igual seriedad los entrenamientos, valora más el sentido de pertenencia y los buenos ratos que pasa con el equipo y que le permiten olvidarse de su difícil travesía hacia España, cuya última etapa fue un viaje en una patera que desembarcó en la isla canaria de Fuerteventura hace medio año.
Además de fomentar la “inserción sociolaboral de los participantes”, opina la directora de la FUNDACIÓN LaLiga, Olga de la Fuente, uno de los puntos fuertes del proyecto es “es el poder ayudar a estas personas a abordar las distintas dificultades económicas y de carácter emocional que sufren debido a su proceso migratorio”. Visión en la que coincide Abdulkarim, que con orgullo defiende cómo el CEAR CF le ayudó a encontrar un horizonte en uno de los momentos más difíciles de su vida. “Todos arrastramos problemas del pasado, pero en el fútbol olvidamos todos nuestros traumas”.