El Madrid se desinfla tras el descanso, pero suma otro triunfo
El Olympiacos, con más acierto en la segunda parte, pone en apuros al final al equipo blanco
A Facundo Campazzo le bastaron los primeros diez minutos del partido frente al Olympiacos para dictar un curso de dirección de empresas, en este caso de gestión de un equipo de baloncesto, y de optimizar los recursos para conseguir el máximo beneficio y las mínimas pérdidas. El base argentino del Real Madrid anotó seis puntos, cogió cuatro rebotes, dio cinco asistencias y provocó cuatro faltas del equipo griego. Él solo se merendó a su rival para que el Real Madrid se marchara en el marcador (30-13) en lo que parecía que iba a ser un paseo. Con un parcial de 20-4, los de Chus Mateo se daban un paseo por la cancha. Todo les salía bien frente a la mejor defensa de Europa.
Sin Campazzo en el segundo cuarto, todavía le iban bien las cosas al equipo blanco. Se sentó el jugador madridista para descansar un rato, y saltó Chacho Rodríguez a la cancha. Aunque mejoró en defensa el Olympiacos, y en el equipo rojiblanco de El Pireo emergía Sikma, para convertirse en el hombre más determinante de su equipo, el Madrid siguió en buena onda.
Descendió su anotación, pero tampoco andaba boyante su rival, así que la diferencia llegó a irse hasta los 24 puntos (52-28). Los griegos andaban parcos en el tiro exterior (2 de 15 en triples), y habían tenido que esperar hasta el segundo cuarto para sumar su primera asistencia, así que tuvieron que limitarse a limitar los daños e impedir que se despegara el Real (52-30 al descanso).
Pero cambió la tendencia tras la pausa. Papanikolau, que había pasado desapercibido en la primera parte, apareció con sus lanzamientos triples para hacer que el Olympiacos intentara entrar en órbita. Con la inestimable ayuda de Sikma en el rebote, el equipo griego comenzó a acercarse en el marcador, pasito a pasito, pero sin pausa. A Campazzo, que todo le había salido bien en el inicio, se le enredaron las ideas y después de una técnica por protestas, señalada por Carmelo Paternico, que se convirtió en la bestia negra madridista hasta el final del partido, se tuvo que sentar en el banco.
La situación se hizo casi crítica en los tres últimos minutos. Se había dado un respiro el equipo blanco cuando después de ver cómo le bajaba la temperatura, conseguía estabilizar su diferencia. Pero apareció de nuevo Papanikolau, 30 años, que consiguió su máxima anotación en la Euroliga (25 puntos), a base de clavar triples, y eso obligó a que las estrellas madridistas tuvieran que sacar su genio a relucir. Con 82-78 en el marcador, Poirier le puso un tapón espectacular a Mckissic que podía haber acercado a su equipo a solo dos puntos, en la réplica, Musa anotó una gran canasta; después de un robo, el bosnio amplió la ventaja (86-78) y el marcador se estrechó con un triple de Papanikolau, la pesadilla (86-83), pero restaba poco, y menos después de los tiros libres que convirtió Campazzo, que se mostraba crítico con su juego y el del equipo: “Como jugamos en algunos momentos no es el camino que debemos seguir”, aunque Chus Mateo le quitaba hierro al asunto: “En la segunda parte ellos han mejorado en defensa y han tenido más acierto, pero no pasa nada, hemos ganado”.
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