Este viernes, noche de marcha con María Pérez y Paul McGrath
Mientras la granadina busca en los 20 kilómetros repetir el doblete de Budapest, Paul McGrath aspira a los 23 años a la confirmación mundial


Para el sábado a las 7.30 tokiotas (0.30 españolas) anuncian una temperatura tirando a templada (20 grados), y las nubes esconderán al sol naciente que quema y desazona, y María Pérez, ya bien informada, ataca con alegría la ración extra de carne roja, pura proteína, que comparte con su amiga y rival lucana Antonella Palmisano, como comparte también consejos de nutricionistas --pero su mítico batido Postentreno Huertas, dos naranjas, un plátano, media manzana, una ciruela y un dátil de Túnez, es solo para ella-- y datos de entrenamiento. “Entre nuestros grupos hemos decidido que ya no hay secretos, no nos escondemos nada”, dice Jacinto Garzón, entrenador de la campeona olímpica granadina, que habla casi cotidianamente con Lorenzo Dessi, marido y entrenador de Palmisano, campeona olímpica en 2021. “Antonella dice que siempre le agradecerá a María cómo la ayudó psicológicamente a superar el trauma del fracaso en los Juegos de París, donde se retiró, y entre ambas hay una relación sincera”.
En comandita ambas, la granadina de Orce y la italiana de Taranto, mujeres del sur duro y campesino de sus países --y en Taranto las campesinas inventaron la tarantela, el baile frenético que emprendían para expulsar el veneno de la picadura de las tarántulas que infestaban los campos—dominaron el sábado pasado la prueba de los 35 kilómetros, primera, Pérez, segunda, Palmisano con la flor de su mamá en la cola de caballo, resultado más que improbable en los 20, y no porque la española no sea capaz de volver a ganar, sino por la falta de confianza de la italiana, que siente que ha perdido la velocidad de base y teme que la pese en exceso la fatiga y el desgaste articular que provocan 35. “Eso también temo yo”, dice la española, que recuerda que aunque el perfil de marcha para ambas pruebas es muy similar, lo que le valió para ganar en ambas distancias en el Mundial de Budapest hace dos años, entonces se disputó primero la prueba corta, lo que facilitó la recuperación. Unas molestias en el pubis, que tratan las grandes manos del fisioterapeuta Miquel Àngel Cos y le han hecho acortar los rodajes, son la herencia más peligrosa. “Además habrá rivales duras como la mexicana Alegna González, que se han reservado solo para el 20, o la china Ma Li”. Y también estará delante la gallega Antía Chamosa, que se entrena con ella en el grupo de Garzón largas temporadas en Guadix, tan diferente a su Pontevedra, donde se queda a vivir fresca en una cueva que comparte con su hermano Daniel, sexto en la prueba de 35 kilómetros.
140 minutos después de la prueba femenina (a las 2.50 españolas) Paul McGrath liderará al equipo español en su papel de futuro heredero de Álvaro Martín, el extremeño que se retiró joven después un fin de carrera –doble oro en Budapest, oro en pareja en París—paralelo al de Pérez. “Pero, aunque muchos piensen que puede aspirar a todo, no viene con la presión de ganar. Es su primer Mundial y solo tiene 23 años, no nos apresuremos”, previene Alejandro Aragoneses, el técnico que está creando un gran grupo de marcha en Cornellà en torno a McGrath, catalán por amor de padre, escocés de ojos claros que cambió la bruma gris de Glasgow por el sol del Mediterráneo siguiendo los pasos de una catalana. “Un Mundial no es lo mismo que un Europeo [McGrath, a los 22, fue plata en los Europeos de Roma], es otro nivel, rivales más duros”. Para comprobarlo, basta darle un vistazo a la lista de salida, en la que McGrath es el noveno por tiempos, y el primer europeo. La encabeza el local Toshikazu Yamanishi, que este año batió el récord del mundo de los 20 (1h 16m 10s, a un ritmo de 3m 48s el kilómetro, y andando), quien como McGrath solo disputará el 20, y en ella también figuran los dos primeros de la prueba de 35 kilómetros, el canadiense Evan Dunfee y el brasileño Caio Bonfim.
Como todos los atletas de calidad, McGrath sufre una fragilidad de isquios que le hace asegurar a Aragoneses antes de cualquiera competición un precavido “a ver cómo sale, ha podido entrenar con pinzas”, y la misma afirmación la profiere en Tokio, adonde llegó directo prácticamente desde la concentración en altura de Font Romeu, donde pasó el verano. Después, el resultado suele contradecir al entrenador, como ocurrió en mayo, cuando su pupilo se impuso en la Copa de Europa de Podebrady con una magnífica marca de 1h 18m 5s. “Ha llegado muy bien, rodando supercómodo y fluido. Se está gustando”.
Más que en el aspecto físico, donde más ha mostrado su calidad MCGrath ha sido en la forma en que mentalmente superó la decepción olímpica de unos Juegos de París que concluyó 17º. “No salió muy tocado porque comprobó que había sufrido una infección dental, pero no dejó de ser una decepción después de la plata en el Europeo”, explica Aragoneses. “Pero este año hemos trabajado también más unidos. Él sabe escuchar al cuerpo para entrenar con más tacto y no arriesgar los isquios y tenemos más comunicación día a día para tocar los entrenamientos si pensamos que es necesario. Es un trabajo de los dos…”.
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