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Real Valladolid VAD
1
Raul Moro 22'
Espanyol ESP
0
Finalizado

Las ganas de Primera del Valladolid vencen al Espanyol en el duelo entre recién ascendidos

Un gol de Moro premia el mayor peso ofensivo del Pucela frente a unos periquitos poco vivos en ataque

Raúl Moro (i) disputa un balón con Omar El Hilali durante el partido entre el Valladolid y el Espanyol.
Raúl Moro (i) disputa un balón con Omar El Hilali durante el partido entre el Valladolid y el Espanyol.R. GARCIA (EFE)
Juan Navarro

El 25 de mayo de 2025 se mirará al 19 de agosto de 2025 con alivio o con pesar. Quedan 37 jornadas para determinar el descenso a Segunda división y los equipos de la zona baja ya hablan con respeto del infierno, aun con todo un curso por delante. El ábaco empieza engrasado, estudiando resultados rivales y cábalas varias con puntos perdidos o ganados por los competidores por esquivar el horror. De momento, el Real Valladolid tiene más ganas de permanencia que el RCD Espanyol, tal y como ha demostrado en su estreno en Zorrilla con su victoria sobre los catalanes sustentada en dos nombres: Amallah y Moro.

VADReal Valladolid
1
Karl Hein, Lucas Rosa, Enzo Boyomo, Javi Sánchez (Stanko Juric, min. 61), Luis Pérez, Eray Cömert (David Torres, min. 81), Kike Pérez (Chuki, min. 81), Amath Ndiaye (Iván Sánchez, min. 69), Selim Amallah (Víctor Meseguer, min. 69), Raúl Moro y Mamadou Sylla
ESPEspanyol
0
Joan García, Omar El Hilali, Sergi Gómez, Carlos Romero, Álvaro Tejero (Jofre Carreras, min. 69), Leandro Cabrera, José Gragera (Álvaro Aguado, min. 77), Pere Milla (Irvin Cardona, min. 56), Pol Lozano (Alex Král, min. 56), Alejo Véliz (Antoniu Roca, min. 69) y Javi Puado
Goles 1-0 min. 22: Raul Moro
Arbitro Pablo González Fuertes
Tarjetas amarillas Antoniu Roca (min. 71), Lucas Rosa (min. 79), Irvin Cardona (min. 86), Iván Sánchez (min. 96)

El mediapunta y el extremo, el extremo y el mediapunta, volvieron locos a los cinco defensas dispuestos por el técnico visitante, un Manolo González que pecó de lo mismo que se lo acusaba el Segunda: de conservador. En el banquillo de al lado, otro eterno cuestionado, el uruguayo Paulo Pezzolano. De momento, aunque queda mucho, el entrenador ha conseguido silenciar las críticas en su contra, expresadas en la presentación de los equipos. La receta, esa intensidad tan importante en choques igualados como estos, con plantillas aún por alicatar y con la afición más pendiente de la sandía fresquita y la nevera portátil que del bocadillo y las pipas.

El Pucela salió mandón, rápido, con un ritmo no tan habitual en los perezosos albores de temporada. Lo hizo mediante las incursiones de Moro, un torbellino por la izquierda, con ganas de demostrar el porqué de su fichaje veraniego tras los buenos augurios de su cesión en Zorrilla la campaña pasada. Su socio, Amallah, retornado del Valencia con pocos minutos y demasiadas lesiones en el morral. Por ambos y su continuidad pasarán las sonrisas de blanquivioleta, como la frustrada entre palos por un defensa que repelió el cabezazo de Cömert tras una acción de pizarra local.

Al rato, turno de Moro. Balón abierto por Amath, caracoleo del 11 hacia dentro, por aquí, por allá, la pongo, no la pongo, disparo… y gol. Poco pudo hacer el vencido Joan García tras rebotar el cuero en un zaguero, tanto que también cuenta, sobre todo entre los de abajo. El sopapo no despertó al Espanyol, confuso con pelota y demasiado exigido sin ella. Amath pudo ampliar rentas con un cabezazo a la cruceta poco antes del descanso, sin más ¡Uy! visitante que un disparo lejano de Puado que apenas inquietó a Hein, novedad pucelana bajo el larguero tras el fin de ciclo de Masip.

La visita a camerinos mantuvo la tónica, con un Valladolid más animado hacia el segundo pero con los periquitos más móviles arriba, pellizcando a la zaga local ante las pérdidas en medular. Un fugaz contrataque visitante pudo igualar el marcador pero a los catalanes les pesó el balón, con más miedo a tomar decisiones con la pelota que cederla a un compañero. En nada quedó el intento. Tampoco triunfaron los pucelanos en acciones a balón parado e incursiones desde las bandas con el hiperactivo, y algo cansado, Raúl Moro. Corría el cronómetro y entre el físico aún por esculpir y el miedo a perder la ventaja los de Zorrilla se fueron encerrando. Cardona primero y Puado después asustaron a la parroquia castellana con sendos lanzamientos lejanos pero no demasiado lejanos de un muy seguro Hein, bien auxiliado por Boyomo y Juric, este desde el banquillo. La hinchada, experta en agonías, se había perdido por un año el sufrimiento de aguantar una victoria en Primera: cada segundo pesa, cada pelota parada asusta, cada balón dividido se pelea a machete, cada pase acertado es medio gol.

Más de 22.000 personas seguían el desenlace y muchos miles más en Leganés, Mallorca, Vigo, Vallecas, Getafe o Pamplona, a priori, a expensas de las mil vueltas del fútbol, tan bien conocidas en Zorrilla. Los visitantes sacaban artillería, los locales más hormigón atrás y moneda al aire entre balones aéreos, broncas al árbitro, agujetas de los aún tiernos músculos, nervios entre los 22 protagonistas, aún pendientes de refuerzos aquí y allá… y ningún ¡Pezzolano, dimisión! En las estadísticas, un único tiro a puerta, facturado con victoria. Queda mucho para mayo pero los tres puntos de agosto pesan hoy y pesarán en los cálculos de final de temporada. Próxima parada, el temible Bernabéu para los ganadores del lunes; con los espanyolistas estrenándose ante los suyos frente a la Real Sociedad. Segunda prueba en esa eterna carrera de la Primera división, tan sufrida y tan deseada por quienes hace no tanto soñaban con ella.

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Sobre la firma

Juan Navarro
Colaborador de EL PAÍS en Castilla y León, Asturias y Cantabria desde 2019. Aprendió en esRadio, La Moncloa, en comunicación corporativa, buscándose la vida y pisando calle. Graduado en Periodismo en la Universidad de Valladolid, máster en Periodismo Multimedia de la Universidad Complutense de Madrid y Máster de Periodismo EL PAÍS.
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