Cristina Gutiérrez, piloto ganadora del Rally Dakar: “En unos años dejará de ser noticia que una mujer esté ganando”
La piloto burgalesa de 32 años hizo historia al llevarse la clasificación general de la categoría Challenger en el Dakar 2024 y el próximo año se convertirá en la segunda mujer que compite con un equipo oficial
Cristina Gutiérrez Herrero (Burgos, 32 años) siempre soñó con ganar el Rally Dakar. Una semana después de conseguirlo, abrumada por el alud de felicitaciones y cariño recibido desde su llegada a España, todavía sigue procesando una victoria que rompe otro techo de cristal para el deporte femenino. “Si me dicen hace unos años que esto iba a pasar, no me lo hubiera creído. Siempre he sido muy realista y he querido ir paso a paso”, explica en conversación con EL PAÍS. “Sentir tanto cariño por parte de la gente me está haciendo ver la importancia de lo que hemos conseguido”. Normal. Se trata de la primera española que gana el mítico rally, la segunda mujer que lo consigue en cualquiera de sus categorías tras Jutta Kleinschmidt en 2001. Precisamente, tras los pasos de la pionera alemana, debutará en la edición de 2025 con un coche oficial en la máxima categoría de la mano de Dacia.
Gutiérrez, junto a Pablo Moreno Huete, su copiloto, se despidió de la categoría Challenger —una especie de segunda división de la prueba a cuatro ruedas— con una victoria sobre la bocina. El estallido de alegría, y las lágrimas, fueron inevitables tras más de 20 minutos de suspense sobre la línea de meta. Llegaba a la última etapa a unos 25 minutos del líder, que tuvo un problema mecánico en plena especial y abrió la posibilidad para el milagro. Haber pisado fuerte el acelerador y limado diferencias cuando el triunfo parecía una quimera le permitió cosechar la victoria de su vida. “Soñaba con esto desde que era un bebé”, decía emocionada en el campamento de Yanbu, donde horas después levantaría su primer Touareg en plena noche saudí, a orillas del mar Rojo.
“Muy poca gente se esperaba que yo iba a llegar a este punto”, recuerda ahora, después de una semana de locos, requerida por todos tras su rotundo éxito. Ella misma ha mantenido hasta hoy vidas paralelas como odontóloga y piloto, dos profesiones de una exigencia formidable, integradas a base de esfuerzo, cabezonería y mucho sacrificio. “Lo veía tan difícil que quería tener asegurada otra fuente de sustento”, reconoce. La buena noticia es que podrá centrarse por fin en su trayectoria como deportista de élite. Ya antes de su alirón dakariano, Dacia le ofreció uno de los tres asientos para competir en la categoría reina de la prueba en 2025. Sus compañeros de equipo serán dos leyendas del automovilismo: Sébastien Loeb, nueve veces campeón del Mundial de Rallies, y Nasser Al-Attiyah, cinco veces ganador del Dakar en coche. “Han roto la estructura normativa de contratar al piloto establecido, con mejores resultados, y han decidido apostar por mí. Tiene mucho valor, sobre todo por el cambio de mentalidad que esto representa. Es solo la segunda vez que ocurre en toda la historia, y nuestro objetivo es precisamente este, tener igualdad de oportunidades”, remarca.
Gutiérrez encontró su principal apoyo en la familia. Su padre, aficionado al deporte de motor, le dejaba probar la moto de su hermano siempre que quería. Con cuatro años ya se había subido a una, y con seis probó los coches. A los nueve empezó con el karting, pero jamás compitiendo. “Me daba muchísima vergüenza estar allí. Si hubiera habido alguien más, una referente, igual me hubiera sentido más cómoda”, reflexiona. Hasta los 18, Cristina no se apuntó a ninguna prueba. Pero a la que lo hizo, arrasó. Unos amigos le animaron a probarse y en siete temporadas ganó seis títulos en el Campeonato de España de Rallies Todo Terreno (CERTT) con su hermano de copiloto. Por aquel entonces, la dramática pero inspiradora historia de María de Villota en la Fórmula 1 le había servido ya como acicate para perseguir sus objetivos. También recuerda las Navidades viendo el Dakar con su progenitor, y ya de mayor fijarse en el ejemplo de Laia Sanz en categoría de motos. “Me encantaría que ella tuviera la misma oportunidad, poder competir ambas contra los mejores”, dice sobre su colega en las carreras, que ahora compite también a cuatro ruedas sin el respaldo de un equipo oficial.
Gutiérrez tuvo que arremangarse y sufrir mucho. En un par de ocasiones, estuvo a punto de tirar la toalla por falta de fondos y patrocinadores. Sus ochos participaciones en el Dakar, más allá de este triunfo definitivo, son una proeza por sí mismas. “Era como jugar la Champions League sin entrenar”, ilustra con acierto. Poco parecía importar que hubiera sido la primera mujer española en terminar en categoría de coches en 2017, año de su debut, y la primera en llevarse una victoria de etapa en 2021. Para financiar su trayectoria, rascaba dinero de donde podía y llegaba justa para hacer un par de pruebas y disputar el rally. Cuando terminaba enero, ya la esperaban sus pacientes y los aparatos dentales tras sus vacaciones. El contrato que estrena a finales de este mes con la marca francesa es el primero profesional de su carrera, también el primero que le asegura más de un año de proyecto y una estabilidad necesaria y merecida.
La piloto burgalesa es optimista sobre la irrupción de las mujeres, y prevé que muchas más van a ir subiendo al podio en las próximas ediciones del Dakar. “En unos años dejará de ser noticia que una mujer esté ganando”, sentencia. Es la victoria definitiva que todas las competidoras buscan desde hace años, y cada vez está más cerca.
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