Cheptegei y Bekele, esplendor y ocaso en el maratón de Valencia
El joven ugandés, debutante en la distancia de 42,195 kilómetros, y el veterano etíope, que apura su carrera, estrellas de una de las pruebas más espectaculares del planeta
Como todas las lunas del mundo, la luna de Valencia está en fase menguante, y los planetas se alinean. Una estrella en su apogeo, Joshua Cheptegei, ¡the King!, se conjuga con el maratón más rápido de los tiempos modernos, en los tiempos justo en los que es imposible correr lento. Y un planeta que brillaba como el sol, Kenenisa Bekele, se eclipsa a su lado para no robarle luz. Son vísperas de los 42,195 kilómetros a lo largo, ida y vuelta, del viejo Turia, y nadie habla de otra cosa, y las expectativas se multiplican tanto que solo la historia puede explicar el extravío del sentimiento.
El nacimiento de un campeón, el ocaso de otro, en la misma calle, la misma mañana de un cálido diciembre en Valencia, este domingo a las 8.15. Siete de las mejores 30 marcas de la historia se han conseguido en Valencia, y en solo dos ediciones, 2020 y 2022. Solo los 13 registros de Berlín la superan. Londres se queda en cinco y Tokio en dos.
Cheptegei, de solo 27 años, es un ugandés de Kapchorwa, 1.800 metros de altitud, la ciudad de las cataratas Sipi al norte del lago Victoria, pegada a la raya oriental de Kenia, y como llueve mucho y hay barro en los caminos, se entrena, pero no mucho, ni llega a 160 kilómetros semanales, por las calles contaminadas pero asfaltadas del mercado. Es el actual campeón olímpico y mundial y plusmarquista mundial de 5.000m (12m 35,36s) y 10.000m (26m 11s). Y antes que él, solo cuatro atletas habían corrido un maratón en sus tiempos de plusmarquistas mundiales de las grandes pruebas del fondo. Cuatro de los más grandes, claro, Emil Zatopek, Lasse Viren, Haile Gebrselassie y Bekele.
No a todos les fue perfecto en la distancia de los 42.195 metros, un hecho que convierte en enigma el debut del ugandés, el superdotado de los últimos años, y la gente habla y repite que el mesías, el primer atleta que bajará de las dos horas, es un ugandés, en efecto, pero no se llama Cheptegei, sino Jacob Kiplimo, de 23 años recién cumplidos y, con 57m 31s, plusmarquista mundial de media maratón. El checo fue campeón olímpico de la distancia en los mismos Juegos en los que ganó los 5.000m y los 10.000m, Helsinki 52; el finlandés no llegó a nada; el primer etíope, Gebrselassie, batió dos veces el récord del mundo, y Bekele, el etíope segundo, que ya ha cumplido 41 años, conjuga pocas alegrías y muchas decepciones, multiplicadas por su coincidencia generacional con el intocable Eliud Kipchoge. Desde su debut en la distancia, hace casi 10 años, el triple campeón olímpico, frágil de consistencia física y duro de cabeza, ha disputado siete maratones, ha ganado dos y con su mejor marca llegó a estar tan cerca como a dos segundos (2h 1m 41s) del récord del mundo que, entonces, en 2019, aún estaba en poder de Kipchoge. El keniano de la gran sonrisa perdió el récord hace un par de meses, cuando su supersónico y casi juvenil, 23 años, compatriota Kelvin Kiptum, lo dejó en Chicago en 2h 0m 35s. Heraldo de los nuevos tiempos, los del negative split --más rápida la segunda mitad que los primeros 21 kilómetros 97,5 metros, 35 kilómetros de ritmo y siete de locura porque, como dice Juan del Campo, entrenador del mejor español del momento, Tariku Novales, el maratón se ha reducido a un calentamiento y una carrera de siete kilómetros-, la alta dosis de carbohidratos, 90 gramos o más a la hora, juventud que no pisa las pistas de tartán y zapatillas voladoras sin clavos, que hacen imposible ir despacio, el espigado atleta, 1,80m de altura, solo ha corrido tres maratones, desde su debut hace un año. En ninguno de ellos ha tardado más de 2h 2m.
Ante el dato se maravilla Bekele, uno que, aparte de lesiones repetidas, ha sufrido porque sus Nike Alphafly nunca armonizaron con su pisada, lo que, quizás, aparte de una oferta económica maravillosa, le ha llevado a promocionar la gran imitación china, las zapatillas de marca Anta. “Es una locura esas marcas de ahora”, dice Bekele, que aún es el tercero mejor de la historia tras Kiptum y Kipchoge. “No sé si las zapatillas, la nutrición… tienen que pasar unos cuantos años para poder juzgar”. Y se queda absorto escuchando a Cheptegei, el atleta que le desposeyó de los récords mundiales de 5.000m y 10.000m, su sucesor, que cuenta que cuando era un chaval en el instituto solo soñaba con ser como él, como Bekele, pero que luego apareció Kipchoge y solo quería ser Kipchoge. “Pero que nadie se vuelva loco”, advierte Cheptegei, que partirá con el dorsal número uno. “Es mi primer maratón. Vengo a aprender, a comprobar si el maratón puede ser mi distancia. No pienso en el récord del mundo sino en una marca de 2h 3m o así. El año próximo mi gran objetivo serán los 10.000m en los Juegos de París. Después veré si sigo en la pista o me dedico solo al asfalto”.
A Bekele le piden que le dé un consejo el joven y se ríe, “que me vea correr”, dice con ironía. Después, habla más serio de su futuro, de sus esperanzas, de su sueño de clasificarse para el maratón olímpico de París. “Pero será muy difícil, en Etiopía hay muy buenos maratonianos”, dice. “Tengo que conseguir una gran marca y mantenerme en forma. No sé si en Valencia lo conseguiré, pero haga lo que haga me dará una idea de cómo estoy respecto a los otros etíopes, y en otro maratón sí que lo lograré”. Y de su fe. De su negativa a pensar en el ocaso de los campeones. “No estoy acabado”, proclama. “Y aunque no consiga llegar a París, tampoco creeré que mi tiempo ha pasado ya”.
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