La vía zen, la vía mejor para Alcaraz ante Djokovic
El español afronta buscando la calma el abordaje a Nole en su primera final en Londres, marco de un cruce muy psicológico entre la jerarquía y la nueva ola
En esto, Carlos Alcaraz no es excesivamente original. Como la inmensa mayoría de los tenistas, cuando era pequeño y empezaba a pelotear, el murciano soñaba con triunfar algún día en Wimbledon, el templo de los templos de la raqueta, objetivo onírico que ahora queda a expensas únicamente de un último golpe de riñón. Entre él y la gloria, un matiz nada menor: Novak Djokovic. Y la vía elegida por el número uno para hacer realidad ese antiguo pensamiento infantil está clara: el modo zen. Es una final (15.00, #Vamos) dentro de dos cabezas. La mente privilegiada del consumado estratega serbio, rey de la zona límite, el eterno hostigador, y el todavía verde compartimento psicológico del español, aún advenedizo pese a que esté quemando etapas a una velocidad inusitada. En pleno proceso de aprendizaje, de construcción, analiza lo sucedido el 9 de junio en la Philippe Chatrier, cuando la situación (Nole) le vino demasiado grande y proyecta el plan.
“Creo que aprendí de ello. Va a ser una especia de lucha personal, en el sentido de no querer que ocurra lo mismo, de hacer las cosas mejor para que no vuelva a suceder”, introduce el joven rey del circuito, superado por las circunstancias y el abrasador despliegue del balcánico hace poco más de un mes, durante la semifinal de Roland Garros. “Probablemente sea un partido muy mental, hablando por mí, porque él ya ha vivido esta experiencia más de una vez. Vamos a intentar mantenernos calmados y a intentar disfrutar y ofrecer nuestro mejor nivel”, prosigue Alcaraz, que el día previo al desenlace de este Wimbledon sigue a rajatabla el boceto acordado por él y su equipo: un poco de gimnasio, un paseo por el bucólico parque del distrito SW19, dormir bien, distraerse con sus allegados y, en la medida de lo posible, móvil fuera.
“No sé si lo conseguiremos, porque eso es un poco una batalla perdida, pero le he aconsejado que intente estar un pelín más aislado de lo que se dice de la final, de que si este es muy bueno o de que él también… Creo que todo ese tipo de informaciones no nos acaban de ayudar”, explica su preparador, Juan Carlos Ferrero, ante los enviados especiales a Londres, mientras su jugador contaba la noche previa, tras rendir al ruso Daniil Medvedev, que se acostaría más temprano de lo habitual e intentaría mantenerse al margen siendo, en esencia, él mismo. Carlitos, un chaval risueño que se lo pasa pipa con su padre y sus hermanos, reunidos todos en la casa alquilada a solo cinco minutos del club para arroparle, que así lo exige la cita.
“Intentar reírnos y pasárnoslo bien, seguir siendo la persona que soy, alegre y gastando bromas. Y una vez que se acerque el partido, hacer algún ejercicio para mantener la calma. He aprendido de lo que pasó. Voy un poquito más experimentado en ese sentido”, precisa el murciano, asesorado desde 2019 por la psicóloga Isabel Balaguer y que admite que en los prolegómenos del duelo con el danés Holger Rune en los cuartos estaba nervioso, y que por ello tiró de algunas técnicas de relajación que no suele emplear. “No utilizo mucho este tipo de ejercicios, sinceramente”, responde a este periódico en referencia a la meditación; “aunque ese día sí lo hice. Música relajante, el tumbarme yo solo, cerrar los ojos, imaginarme qué va a pasar… No suelo hacerlo, pero una vez llegados a esta situación, si lo necesito lo haré. Veremos qué ejercicios pueden venirme bien y buscaremos la manera de que eso me beneficie antes de la final”.
No agrandar al gigante
Más pendiente de sí mismo, porque se conoce de memoria el tenis superlativo de Djokovic, el líder del circuito niega que al de Belgrado —16 años mayor y profesional desde 2003, el año en el que él nació— pueda pesarle la presión, porque al fin y al cabo esta es su segunda gran final y Nole afronta la 35ª. Nadie, hombre ni mujer, han jugado tantas. En cualquier caso, la posibilidad de batir al jugador más laureado de la historia le excita por partida doble, tanto por el hecho de atrapar su primer trofeo del major británico como por marcar un punto de inflexión definitivo en su deporte. De hacer cumbre aquí, Alcaraz propiciaría un giro radical. Venció a Casper Ruud en la final de Nueva York, por donde no desfiló el serbio —excluido por la normativa sanitaria—, y una hipotética victoria en el escenario inglés tendría un simbolismo generacional de primer grado.
“Tal vez un poco aquí el favoritismo lo tiene más Djokovic”, apunta Ferrero, “con lo cual eso le favorece un poquito a Carlos a la hora de estar un pelín más tranquilo. Pero bueno, yo creo que lo que hay que manejar bien es intentar que Carlos juegue tranquilo, fluido, como hizo ayer [ante Medvedev] o durante todo el torneo”, prosigue el entrenador, plenamente consciente de la dimensión del rival, pero también de que el factor psicológico puede jugar un rol más que determinante en un cruce que a priori se jugará a descubierto, ya que no se anuncian chubascos.
Es la inmensa jerarquía contra la nueva ola, los dos mejores. “Creo que si agrandamos todavía más al gigante es imposible ganarle, así que vamos a ir a por todas, a por él, olvidándonos un poco de las estadísticas y de toda la historia. Al final, Djokovic tiene dos brazos y dos piernas, como nosotros. Tiene que generar otra vez un partido muy bueno para ganar a Carlos; sabemos que lo puede hacer, pero nosotros vamos a intentar estar al 100% y generar un buen partido”, finaliza el técnico, optimista porque presiente que su chico aprendió la lección parisina, y ese es el primer paso, fundamental. El ingrediente esencial.
LA ESTADÍSTICA AVALA AL SERBIO
Alcaraz y Djokovic han permanecido prácticamente el mismo tiempo en la pista a lo largo de estas dos semanas. El serbio (15.29) ha invertido solo nueve minutos menos que el español (15.38) para resolver los seis partidos que precedían a la final.
Uno y otro han completado dos trazados más que meritorios, dejándose ambos dos sets. No obstante, las cifras avalan la pulcritud del campeón de 23 grandes.
Nole ha cometido 15 dobles faltas menos (23-8) y ha firmado 17 aces más (66-39); también ha registrado 20 errores no forzados menos (138-118) y pese a que el murciano ha ofrecido un notable rendimiento al servicio, los porcentajes respaldan al rival.
Prevalece el balcánico en la efectividad (65%-64%) y en la cosecha con primeros (82-78%) y segundos (62%-59%). De sus 103 turnos, Djokovic solo ha cedido tres y Alcaraz seis (de 99).
En cuanto al resto, apartado que apunta a ser decisivo en la final, el de Belgrado ha convertido el 25% de las opciones de break, por el 18,8% logrado por el de El Palmar. A la hora de defenderse, el primero también manda: 16 puntos de rotura salvados de 19, frente al 19 de 25 del segundo.
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