Juan Ayuso: “Estaré muchos años yendo en verano a Francia”
El mejor ciclista español del momento, que no estará en el Tour el 1 de julio, queda cuarto en el campeonato nacional contrarreloj y saldrá favorito el domingo en el de fondo en carretera
Empieza el Tour en Bilbao de aquí a una semana y el mejor ciclista español del momento, el Alcaraz de la bici, dicen los más exaltados, no estará. Se pronuncia su nombre, el de Juan Ayuso, que cumplirá 21 años en septiembre, con la reverencia y expectación que se reserva al mesías, o así, y el deseo de su advenimiento final, con tanta penuria sufre el ciclismo español. Él lo entiende. “Sí, bueno, entiendo que la gente tenga el deseo, pero el paso lógico este año era centrarse en la Vuelta [26 de agosto a 17 de septiembre], era lo que habíamos pensado a principio de año, y no íbamos a cambiarnos sobre la marcha”, dice Ayuso desde el hotel de El Escorial en el que se aloja la víspera de terminar cuarto el campeonato de España contrarreloj, este viernes, a 8 segundos del campeón, y tres días antes de disputar el domingo, como favorito, el de fondo en carretera. “Creo que estaré varios años, muchos años, yendo a Francia en verano. Entonces hay que tener calma y bueno, yo creo que pronto estoy allí, entonces no pasa nada”.
La carrera ciclista de Juan Ayuso, ciclista de todas partes —padres de Valladolid, nacido en Barcelona, infancia en Atlanta, EE UU, primera juventud en Xàbia, y un poco en Bérgamo, y ahora residente en Andorra— es un itinerario planificado al milímetro desde que ya de cadete se le considerara un fenómeno, un prodigio. Su padre, Javier, triatleta y economista con amor por los números y las hojas de cálculo, lo entrenaba y para ello se empapaba de todas las modernas teorías de entrenamiento expuestas en libros, se emocionaba aplicando las últimas tecnologías a la preparación de su hijo, y los dos iban aprendiendo de todo —de fisiología, de biomecánica, de programación, análisis de datos, vatios, la revolución de la nutrición, training peaks, zona 2, hipoxia, la puerta abierta con la revolución del conocimiento propiciada por el Team Sky—, conforme iban creciendo. Una forma de hacerse ciclista entonces excepcional y ahora la más normal. Los grandes equipos hacen sus castings para el futuro basándose en datos de Strava o de Zwift de juveniles, de chavales con preparación científica desde niños. Y todos, la generación Z, su rendimiento de superdotados, hacen que los fisiólogos, para asimilarlas, tengan que revisar nociones establecidas de siempre, como la básica de que el rendimiento es fruto de todo lo que se hace a lo largo de los años en los que los deportistas aprenden a economizar energía para hacer la misma tarea, un aprendizaje de la eficiencia. Pero los de ahora, Remco, Pogacar, Ayuso, a los 20 años lo tienen todo.
Ayuso fue campeón de España cadete de contrarreloj y fondo y también júnior de ambas especialidades en 2020, a los 17, un año antes de pasar, cumplidos los 18, a profesional. Y a los 19, en su primera Vuelta, su debut con el UAE, terminó tercero, en el podio, con Evenepoel y Mas. Todos los pasos previstos. Todos los exámenes previstos, cada vez más difíciles, superados. “Sería muy bonito ganar también de profesional, aunque no es lo mismo una crono así, a secas, que si fuera la etapa 17 de una Vuelta. Está más abierta”, advertía antes de la derrota. “Pero mi evolución sigue, y sigue muy bien”.
No Tour, sí Vuelta para ganar. Tan trazado está el camino de Ayuso, La progresión y la planificación estricta, ahora en manos de su preparador en el UAE, el alavés Íñigo San Millán, quien también se encarga de Adam Yates, Almeida y Pogacar, no la han cambiado ni un año duro a causa de una lesión insidiosa neuromuscular cuya tecla tardaron en encontrar los especialistas, ni la experiencia sufrida en la Vuelta a Suiza, donde quedó segundo, donde ganó dos etapas, en contrarreloj y en montaña, y donde, el día de su gran exhibición en la montaña, murió Gino Mäder, joven ciclista suizo, al caerse por un barranco en el descenso del Albula, por donde Ayuso pasó destacado. “Fue una experiencia difícil para todos”, dice Ayuso, su camino acelerado hacia la madurez. “Yo me enteré de su caída después de la ceremonia del podio, y luego al día siguiente… Fueron horas realmente duras, yo creo que todos en el bus estábamos llorando, todos del equipo, hicimos el memorial, y era una sensación realmente de tristeza y de angustia, de no sentirse bien, de sufrir la pérdida de un compañero…”
Entre septiembre de 2022 y julio de 2023, nueve meses, Ayuso habrá corrido con dorsal solamente 15 días, y en tres de ellos, la contrarreloj de Romandía en abril también, ganó. Sus tres victorias son el 75% de todas las del ciclismo español en el WorldTour. “Cuando he estado parado no he mirado el ciclismo directamente, así que no puedo hablar del ciclismo español porque no quería saber nada de ello, no prestaba atención”, dice Ayuso, que está fresco. Fresquísimo. Y optimista. El dolor, que en los momentos más duros llegaba a valores, en su tabla de sensaciones, de 9 o 10, es ahora de uno o dos. “Y estoy contento porque se está resolviendo la lesión y puedo enfocarme más en pensar en el rendimiento”, añade. “Así estoy con ganas de seguir mejorando y llegar bien a la Vuelta, que creo que este año, bueno, la preparación ha sido difícil de llevar por eso, porque no he tenido continuidad”.
Nada más ganar la etapa del Albula, Ayuso dejó la bici y se fue corriendo a abrazar a su novia y a su padre, que le esperaban en la meta de La Punt. “Fue muy emotivo porque al fin y al cabo ellos también lo han pasado mal conmigo. Y entonces, bueno, fue compartir la parte dulce después de todo lo amargo”, dice el corredor, que relata los últimos meses de 2022, tras la euforia del podio en la Vuelta, y los primeros de 2023: “Fueron meses muy duros porque no encontraba respuesta, porque iban los médicos y decían que no tenía nada, que no había nada mal, pero luego yo no podía montar en bici. Eso es un poco lo que peor se lleva, la incertidumbre de no saber más que la lesión en sí. Porque la lesión para caminar, para hacer el día a día, quitando la parte profesional, digamos, no me afectaba. Vivía normal, pero sin poder hacer mi profesión. La incertidumbre, no saber qué pasaba, y cuándo poder volver… tanto yo como toda mi familia, lo pasamos muy mal. En Suiza fue muy bonito poder ganar y que ellos estuvieron allí para, digamos, dejarlo atrás y ya solo pensar en lo que está por venir”.
Ayuso acelera en la carretera y se para y reflexiona en el hotel, en su día a día. La fragilidad del ciclista. La facilidad con la que de un momento a otro toda una vida de precisión y planificación se borre. Su prisa y su vida. La lesión. La muerte. “Yo creo que también empiezas a valorar mucho más todo. Simplemente, el hecho de poder entrenar, que ya no podía, empiezas a valorar cada detalle. Y luego, cuando ya pude salir en bici y salir sin dolor, pues valoré las pequeñas cosas mucho más”, dice. “Y ahora, incluso en los malos momentos, cuando no me encuentro bien, cuando no tengo el día y estoy sufriendo, simplemente pienso en cuando ni siquiera podía montar en bici, y eso me trae una motivación más. Por muy mal que vaya, entre comillas, en carrera, cuando no podía pedalear estaba peor”.
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