Fran García: “Le estoy agradecido a la época de las lesiones”
El lateral del Rayo Vallecano reflexiona en esta entrevista sobre su progresión antes de visitar el Bernabéu, a un paso de regresar en verano al Real Madrid, en cuya cantera se formó
Antes de regresar dentro de unas semanas al Real Madrid, donde se formó, Fran García (Bolaños de Calatrava, 23 años) vuelve este miércoles con el Rayo Vallecano al Bernabéu (19.30, Movistar), donde jugó una sola vez de blanco. Fue el 6 de diciembre de 2018, y la noche anterior durmió como si nada. Le reclutaron del Castilla a última hora e imaginó que iba de relleno para la Copa contra el Melilla: “Me llamó a las ocho de la tarde Manolo Díaz [responsable de la cantera] y me dijo que tenía que estar a las diez en el Bernabéu, que iba convocado con el primer equipo. Yo iba en el coche con un amigo, a por un mueble. Imagínese… Terminamos, lo dejé en casa y me fui”, recuerda en la ciudad deportiva del Rayo.
Empezó en el banquillo, pero se lesionó Carvajal, ese día lateral izquierdo, y Solari lo metió en el partido. De cómo se ve el estadio desde ahí abajo conserva un recuerdo que le saca una sonrisa: “Era mirar para arriba, para arriba… que casi te caes para atrás”.
No volvió a jugar en el primer equipo, aunque siempre lo ha tenido en mente: “Cuando llegué aquí, mi sueño era volver al Madrid, y es volver al Madrid. Eso no ha cambiado”, dice ya convertido de la mano de Andoni Iraola en uno de los mejores laterales de la Liga. Dejó La Fábrica en el verano de 2020, un momento extrañísimo por la pandemia. Su temporada no se reanudó después del confinamiento: “Pasé seis meses sin competir. Es como una lesión muy grave. Te preguntas: ¿Cómo será cuando vuelva? ¿Estaré preparado?”. Sopesó una oferta de Primera y varias de Segunda, y se decidió por intentar ascender con el Rayo. No quería alejarse de la capital: “Yo soy muy de mi gente, de mi círculo y me daba reparo moverme después de todo lo que habíamos pasado ese año”.
La familia le condujo al Rayo, y en el Rayo encontró otra: “Se nota dentro y fuera del campo. Esta relación no la encuentras en otros clubes. No solo los jugadores, sino los trabajadores, la misma afición, el trato cercano. En otro sitio es imposible”.
Y eso que, por las restricciones de aforo de la época, tardó en conocer el calor de Vallecas: “La primera vez que hubo algo de público fue en el playoff de ascenso. Todo el mundo me decía: ‘Ya verás cuando veas el estadio lleno’. Entonces era poco, pero se hacía notar. Vallecas, por poco que haya, se nota. Yo decía: ‘Esto es una olla a presión’. Y me decían: ‘No has visto nada”. Hasta el primer lleno: “De locos”.
En Vallecas encontró un hogar: “El Madrid tampoco tiene unos valores muy diferentes de los del Rayo. Ir hasta el final, tener esa valentía, el coraje. Defender tu orgullo, decir aquí estoy yo y el que venga tiene que pelear. Me siento uno más”.
Allí ha pegado el estirón futbolístico definitivo con Iraola: “Ha sido como mi padre deportivo. Es lo que me da estar aquí hoy. He crecido mucho en el aspecto defensivo, que sabía que tenía que mejorar, porque en categorías inferiores jugaba en un puesto ofensivo, de extremo. En juveniles pasé al lateral, pero en el Madrid tienes mucho el balón y te atacan poco. Segunda es una competición muy aguerrida en la que cualquier detalle se penaliza. Para mí era nuevo”.
El tutelaje táctico de Iraola le permite ha sido esencial: “Soy rápido y muchas veces puedo corregir con velocidad, pero cuando ya no te da la velocidad, tienes que buscar otras mañas, otro posicionamiento, saber leer bien la jugada, dónde situarte, qué espacio dar, y eso te lo da la competición. Es una de las cosas que más he tratado de potenciar estos años”.
No ha sido el reto más complejo que ha superado para situarse, otra vez, a un paso del Madrid. Entre los 16 y los 18 años, aún en la cantera, sufrió siete lesiones en los hombros: “Me llegué a plantear dejar el fútbol. Creo mucho en el destino y, uf, ¿por qué tanta lesión?”. Siguió, y no le queda tan mal recuerdo de aquella angustia: “Siempre hay algo bueno. Yo, por ejemplo, seguí estudiando. Eso te ayuda a madurar en otros aspectos. En el fondo, le estoy agradecido a esa época de las lesiones. Era un momento en el que, si no, tienes otras cosas en la cabeza, y es muy complejo”.
La parte del ataque, en la que empieza a destaparse como goleador con un buen tiro de media distancia, la traía ya de La Fábrica. Esta temporada le ha marcado al Atlético y al Barcelona. En Valdebebas tuvo dos maestros de la escuela brasileña de laterales atacantes. Entrenaba de vez en cuando con Marcelo cuando le llamaban para ejercitarse con el primer equipo, y recibía los consejos de Roberto Carlos, ayudante en el Castilla: " Era algo increíble… Decir: ‘Los tengo aquí al lado, y puedo ser una esponja y aprender todo lo que pueda”. De este último se le quedó grabado un consejo: " Él decía que jugando al fútbol hay que disfrutar. En el momento en el que uno no disfruta, parece como que se pierde algo”.
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