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Nadal descarta Roland Garros, parará los próximos meses y anuncia su intención de retirarse en 2024

El tenista español, apartado de la competición por una lesión en el psoas ilíaco desde el 18 de enero, reconoce: “No es una decisión que tome yo, la toma mi cuerpo”

Rafael Nadal, en rueda de prensa este jueves en su academia en Manacor.Foto: Cati Cladera (EFE) | Vídeo: REUTERS

“No tengo intención de seguir jugando en los próximos meses. Es una decisión que no he tomado yo, la ha tomado mi cuerpo”. Con la voz firme, sentado frente a su familia y amigos, Rafael Nadal anunció este jueves que se retira temporalmente de las pistas de tenis porque no ha logrado recuperarse de la lesión en el psoas ilíaco —músculo que conecta la cadera con la pierna— que sufrió el 18 de enero durante el Open de Australia y que le ha mantenido desde entonces alejado de las pistas. El tenista español, ganador de 22 Grand Slam, pretende hacer un punto y aparte a su carrera deportiva para intentar recuperarse y encarar 2024 como el último año de su vida profesional. “Creo que no me merezco terminar así, en una rueda de prensa, quiero que mi final sea de otra manera y voy a esforzarme para que así sea”, manifestó durante el acto celebrado en su academia de Manacor, a 55 kilómetros de Palma.

A las cuatro de la tarde, la sala de prensa congregaba a decenas de periodistas y fotógrafos, algunos llegados de lugares remotos como Argentina. En primera fila, su padre Sebastià, su mujer María Francisca Perelló, su hermana Maribel y su equipo de confianza, formado por su entrenador Carlos Moyà, su agente Carlos Costa y su fisioterapeuta Rafael Maymò. Apenas cuatro minutos después, Nadal entraba en la sala, bronceado, de blanco y en vaqueros. Sentado en una silla alta, anunció lo que se intuía desde la tarde anterior: no competirá en Roland Garros, su torneo fetiche, a partir del día 28. Pero no decide él, aclaró, sino su físico. “La lesión no ha evolucionado como nos hubiera gustado. Ahora mismo ir allí se hace imposible”, introdujo con tono serio y un discurso natural.

Cogía aire para seguir despejando las incógnitas que sobrevolaban su futuro: “No tengo intención de seguir jugando en los siguientes meses, han sido unos años en que los resultados han sido buenos, pero mi día a día ha sido de un nivel muy bajo”. El mallorquín, que el 3 de junio cumplirá 37 años y ha lidiado con numerosas lesiones durante toda su carrera, sufrió una última cuando disputaba la segunda ronda del Open de Australia, donde cedió en tres sets ante el estadounidense Mackenzie McDonald. A partir de ahí, el deportista ha mantenido la fe y el trabajo de siempre, pero por cada paso hacia adelante ha caído sobre un cepo en el siguiente; en consecuencia, el periodo de baja se disparó —de entre seis y ocho semanas fijadas de inicio a los cuatro meses reales— y la realidad le conduce a un drástico cambio de planes.

Nadal, durante la rueda de prensa de este jueves.
Nadal, durante la rueda de prensa de este jueves.JAIME REINA (AFP)

En diciembre, estación de pretemporada, Nadal se imponía ante todo jugar. “Solo me concentro en eso, esa es mi meta”, remarcaba a su llegada a Australia. Sin embargo, su cuerpo no se lo permite. No hay continuidad, sino demasiados trompicones en el proceso de retorno y de ahí el frenazo final, preámbulo, a poder ser, de un último baile. “Una vez llegado a este punto y sin estar preparado necesito poner punto y aparte en mi carrera deportiva, no voy a poner fecha de regreso”, señaló; “mi intención es dejar descansar el cuerpo y llegar a final de año y jugar la Copa Davis [del 21 al 26 de noviembre, en el Martín Carpena de Málaga], si el capitán lo quiere. E intentar encarar el año que viene con garantías de lo que creo que será el último de mi carrera deportiva, o al menos con las suficientes como para poder disfrutarlo. Si sigo jugando ahora, eso no será posible”.

No quiere Nadal despedirse por la trampilla, sino a su estilo, “compitiendo y peleando, sintiéndome un buen jugador”, precisó. A partir de ahí, es más que consciente de que el reto que se avecina en monumental, el más difícil todavía. “Lo que pase el año que viene no lo sé. Puedo tener unas ilusiones e intenciones, pero después las cosas las marcan los factores que uno no controla. No sé si podré ser competitivo para ganar un Grand Slam. No soy una persona irracional. Soy consciente de la dificultad de la situación. Pero por qué no, no soy tampoco una persona negativa... Me quiero dar la oportunidad de volver a competir”, añadió durante el turno de preguntas de una comparecencia que se dilató durante unos 50 minutos.

Escucharse y aceptar

Pese a su voluntad de seguir en activo, Nadal ya empezó a vislumbrar el curso pasado el tramo final de su recorrido. Sorteó el órdago del pie izquierdo, que le azota de forma crónica desde que tenía 18 años, pero no así los persistentes problemas que se recrudecieron con la pausa de la pandemia. El coronavirus marcó un antes y un después para él, veterano treintañero. “Para un cuerpo como el mío, tan castigado, es muy perjudicial. El riesgo de lesión es muchísimo más grande”, exponía en su día. De forma natural, el tenista ha ido comprendiendo que su carrocería no resiste a más golpes y que prefiere un final lo más digno posible, protegiendo de paso a los suyos. “Han sido meses de frustración, pero hay un momento en el que hay que ponerle freno; lo necesito yo, pero creo que también los que están a mi alrededor”, indicó el balear, que en 22 años de trazado en la élite ha recopilado 92 trofeos.

Sumergido entre dudas y arenas movedizas, el mallorquín —cuatro partidos este curso, 15 desde que se rompiera el abdominal en Wimbledon, el pasado 6 de julio— reconstruyó cómo ha sido exactamente el litigio interior que ha desembocado en esta decisión final. “Lo primero que haces es no hablar, pero te escuchas a ti mismo y vas entendiendo lo que va sucediendo. Desde un proceso de aceptación, desde un proceso de honestidad hacia uno mismo, se van tomando las decisiones y no son dramáticas. Al final las cosas ocurren, todo tiene un principio y tiene un final”, afirmó, incidiendo en que desea un epílogo escrito por él, y no a merced de las circunstancias exclusivamente. No lo pudo hacer el legendario Roger Federer, resignado a un último y fugaz baile en septiembre, pero Nadal va a intentarlo por todos los medios.

María Perelló, de amarillo, durante la comparecencia.
María Perelló, de amarillo, durante la comparecencia.Isaac Buj (Europa Press)

En todo caso, prevalecerá la cordura. Solo reaparecerá siempre y cuando obtenga unas garantías mínimas desde el punto competitivo, y no para regresar “de comparsa”. Se avecina el adiós, pero sigue siendo el mismo de siempre. “Me gustaría volver sabiendo que tengo las opciones de poder comenzar de cero, aunque sea un proceso duro, no comenzar restando”, especificó, dejando claro que en las próximas fechas no cogerá la raqueta ni se ejercitará para comprobar si su cuerpo se puede regenerar. Se mostró agradecido por todos los momentos buenos que ha vivido e insistió hasta tres veces en que cuando uno no es feliz en lo profesional “repercute en lo personal”. Por eso, perfila ya el día de mañana junto a su esposa y su hijo Rafael —nacido en octubre del año pasado—, con un buen puñado de alicientes por delante: “Mirando hacia el futuro y a las cosas buenas que en mi día a día me ayudan a disfrutar de la vida”.

Para él, se acabaron de momento los horarios, las rutinas, los calendarios. Sencillamente, vivir, y luego ya verá. Nadal de carne y hueso, del héroe al ciudadano sin capa: “Se acabará una etapa el año que viene y empezará otra diferente, pero no tiene por qué ser menos feliz. Hay que disfrutar de lo que venga”.

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