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Walid Regragui: “Fui ‘Guardiola’ y después hice un poco de ‘Cholo”

El seleccionador que eliminó a España y condujo a Marruecos hasta las semifinales del Mundial de Qatar habla del desafío de dirigir una plantilla multicultural

Walid Regragui
El seleccionador de fútbol de Marruecos, Walid Regragui, posa en el Hotel Eurostars en Madrid este domingo.Andrea Comas

Solo ocho de los 26 jugadores de la plantilla de Marruecos en el Mundial de Qatar nacieron en suelo marroquí. La mayoría de los chicos que alcanzaron las semifinales hablaban con menos fluidez el árabe que el alemán, el flamenco, el español, el holandés o el francés. Pero despacharon a España en octavos y a Portugal en cuartos. Un hito en la historia del fútbol africano y el comienzo de una ola de entusiasmo que no cesa desde Tánger a Marraquech. El artífice de la revolución se llama Walid Regragui (Corbeil-Essonnes, Francia; 47 años) y este domingo se detuvo a charlar en Madrid, un día después de ganarle a Brasil (2-1) y mientras preparaba el amistoso que lo enfrentará a Perú en el Metropolitano, este martes a las 21:30.

Pregunta. Usted dijo que los jóvenes que dudaban entre jugar en el equipo de su país de nacimiento y jugar con Marruecos no tenían un lugar en el Mundial. ¿Cree que de alguna manera los países de origen fracasan cada vez que los niños nacidos y criados en sus territorios prefieren alistarse en otra selección?

Respuesta. Solo un binacional sabe lo que es ser binacional. Nadie más se puede poner en el lugar del hijo nacido en Europa de padres marroquíes, colombianos, peruanos… Yo me siento agradecido a Francia, yo nací, me eduqué y ascendí socialmente en Francia. Yo jugué al fútbol en Francia, pero no olvido la historia de mis padres. Lo único que pido es que los chicos que elijan jugar con nosotros no lo hagan por defecto: que no vengan con Marruecos después de constatar que sus países de origen no los convocan. He dicho que tienen un margen hasta los 19-20 años para decidir. A partir de esa edad, la elección de selección no es un noviazgo, sino un matrimonio. No implica un fracaso social, sino solo la expresión de un sentimiento. Que Laporte haya decidido jugar con España no es un fracaso de la República Francesa, y pienso que Laporte tiene categoría para estar en la final de una Copa del Mundo. Quizás él se ha sentido más español formándose como profesional en España. ¿Por qué Mbappé, habiendo podido, no jugó con Camerún o con Argelia, y en cambio eligió Francia? Lo normal es que los niños elijan el país donde se crían. Es el caso de Brahim Díaz. Tiene 23 años y tiene que decidir con quién se casa.

P. ¿Cómo consiguió amalgamar un grupo con orígenes culturales tan diversos?

R. El gran éxito de esta plantilla es que reúne jugadores que pertenecen a la tercera o a la cuarta generación de familias emigrantes. Yo tengo una relación verdaderamente fuerte con Marruecos porque son mis padres quienes emigraron a Francia. Yo hablaba un poco de árabe en mi casa. Pero los chicos que descienden de abuelos emigrantes no lo tienen tan fácil. Marruecos les queda más lejos, lo frecuentan menos. Los binacionales nos sentimos un poco extranjeros en nuestro país de origen, al que le debemos todo, y cuando vamos a Marruecos todo está bien mientras ganamos, pero cuando perdemos te reprochan que no te sientes verdaderamente marroquí. Debemos tomar eso como una energía positiva. Nosotros somos fuertes porque tenemos dos culturas, e incluso tres, como es el caso de Chair, nacido y criado en Bélgica, hijo de padre marroquí y madre polaca. Viajar es una fuerza. Viajar a dos países sin salir de casa es una fuerza que alimenta y que en este equipo hace más fuerte a Marruecos. En el vestuario hemos reunido chicos de España, Francia, Italia, Alemania, Bélgica y Holanda. Eso es magnífico.

Somos fuertes porque cada uno tenemos dos culturas, e incluso tres, como es el caso de Chair, nacido y criado en Bélgica, hijo de padre marroquí y madre polaca. Viajar es una fuerza. Viajar a dos países sin salir de casa es una fuerza que alimenta y que hace más fuerte a Marruecos

P. ¿Las ganas de estar juntos, el sentimiento de pertenencia, es más importante en un Mundial que en los torneos de clubes?

R. No quería que vinieran solo a participar en un Mundial. Jugar tres partidos no es suficiente. Había que cambiar la mentalidad. Me pasé meses viajando cada dos días para hablar con todos: a cada jugador que veía le decía: “está bien que te alegres de ir al Mundial pero no basta, es importante que compitamos”. El hecho de que lo organizara un país árabe nos hizo sentir en casa. Esa comunión fue mucho más fácil para rendir. Los jugadores comprendieron que tenían que estar juntos. Sin individualismos. Siempre hubo buenos jugadores. En 2018, Belhanda, Boussoufa, Ahmadi, Dirar, Ziyech, Hakimi… pero nos faltó fe. Debemos lograr que para los jugadores de Marruecos sea un hábito jugar con Brasil, España o Portugal.

Walid Regragui, durante la entrevista este domingo en Madrid.
Walid Regragui, durante la entrevista este domingo en Madrid. Andrea Comas

P. ¿Por qué las madres de los jugadores fueron tan importantes en Qatar?

R. Nos iluminaron. Normalmente los jugadores dedican mucho tiempo a distraerse con las chicas, con las redes sociales, las joyas, las fotos, el Rolex, el Louis Vuitton, las gafas… En Qatar recuperamos a las madres en el hotel de concentración. En 2018 tuvimos muchos problemas porque los jugadores llevaron a la concentración a sus agentes y a sus novias y amigas. Yo cambié el reglamento: solo se permitía el alojamiento de las esposas y los hijos o los familiares, hermanos, hermanas, padres y madres. Mirábamos los pasaportes de todos para verificarlo. Si les hubiera dado a elegir, la concentración se habría vaciado de madres. Pero como solo podían traer familiares, se llenó de madres. Y las madres ponen orden. Para mí fueron muy importantes porque el círculo familiar gira en torno a ellas. Para los musulmanes la reunión de las familias el viernes en torno al cuscús de la madre es muy importante. Solo las madres son capaces de reunir a los hijos así. Yo lo viví en la Copa de África: estar encerrado durante un mes sin ver a nadie más que a tus compañeros no es necesariamente saludable, por más que a los medios de comunicación y al público le parezcan fenomenal las concentraciones herméticas porque dan una idea de obsesión por la victoria. Lo cierto es que pasarse el día hablando de fútbol con tus compañeros y escuchando al entrenador no es tan positivo como poder hacer un alto de vez en cuando para estar una hora con tu familia. Después de todo, ¿por qué estos chicos han decidido jugar con Marruecos? ¡Por sus padres! ¡Por sus abuelos! Porque en casa adquirieron ese sentimiento de pertenencia por un país que de otro modo no habrían conocido. Ahora las madres tienen un grupo de WhatsApp en el que se organizan para todo.

En Qatar cambiamos las novias, el Rolex y el Luis Vuitton, por las madres. Las madres de los jugadores pusieron orden en la concentración. Para mí fueron muy importantes porque el círculo familiar de los musulmanes gira en torno a ellas.

P. En Occidente existe la percepción de que las culturas árabes son machistas y las mujeres no tienen poder.

R. Las mujeres en los países musulmanes tienen un papel muy importante, y en especial en Marruecos. Son responsables de la educación de los hijos. En Marruecos hay muchas mujeres que trabajan en cargos de responsabilidad y eso culturalmente no supone ningún conflicto porque la sociedad está evolucionando. Marruecos es un país muy abierto. Conviven los musulmanes con muchos católicos y judíos… La madre de Sofian Boufal dejó una súper imagen: bajó al campo después de la victoria sobre Portugal y bailó delante de un millón de personas. Se convirtió en un símbolo. Las madres son una de las razones de que nuestra selección sea tan querida en todo el mundo. Son el hilo que nos ha unido.

Los jugadores de Marruecos mantean al seleccionador Walid Regragui en Doha, tras vencer a Portugal en cuartos de final del Mundial.
Los jugadores de Marruecos mantean al seleccionador Walid Regragui en Doha, tras vencer a Portugal en cuartos de final del Mundial.BERNADETT SZABO (REUTERS)

P. Usted se confesó amante del juego de Guardiola, pero en la Copa del Mundo mostró que tenía en antídoto contra el modelo guardioliano.

R. Hace diez años que entreno. Comencé en 2012. Dirigí durante cinco años al FUS de Rabat. Un club humilde con valores, que jamás había ganado el campeonato y que comenzó un nuevo proyecto después de bajar a Segunda, con gente muy intelectual que quería cambiar la mentalidad del fútbol en Marruecos. El director general me dio toda la confianza: “Walid, ¡este es tu laboratorio!”. Jugaba 3-5-2, 4-3-3, 4-4-2… Un día era Guardiola, al siguiente era el Cholo. Estuve cuatro años sin ver a mi familia. Buscando jugadores y haciendo experimentos noche y día. Pero nuestro plan básico fue instaurar un modelo análogo al del Barcelona o el Ajax, basándonos en las ideas de Cruyff y el legado que recogió Guardiola convirtiendo al Barça en el mejor equipo de la historia. Ganamos el campeonato. Dimos espectáculo. Pero cuando perdí a mis mejores jugadores, vendidos a clubes de Europa, la experiencia me demostró que el modelo que yo quería era impracticable. Si no tienes jugadores de talento y no te adaptas, y sigues pidiéndoles que salgan con el balón dominado sin tener dinero para comprar jugadores de talento… Si arriesgas y pierdes y no pasa nada, vale, pero en Marruecos pierdes tres partidos y nadie se acuerda de si jugaste bien o mal. Aprendí de mis errores. Entonces, hice un poco de Cholo. Me lo planteé. ¿Quiero a Guardiola? Sí, si tengo a los jugadores para asumir riesgos en el inicio de la jugada. Ser un buen entrenador es saber lo que tienes en el vestuario y adaptarte para proporcionar un buen modelo. El fútbol del futuro será el fútbol de la adaptación.

El pase corto no fue el problema de España en Qatar. Pero en el momento en que los pases se hicieron solo horizontales, en el momento en que se mostraron demasiado pacientes, nosotros ganamos fuerza. Si no te desmarcas hacia el área, si no centras, si no tiras a puerta ni generas oportunidades, no mereces ganar por más que tengas la pelota

P. ¿Tuchel en el Chelsea demostró que era más fácil para un guardiolista meter el equipo atrás que para un mourinhista transformarse en un dominador?

R. Yo lo viví con mis equipos. Cuando desarrollas ese modelo atacante que domina a los rivales en su campo, llega un punto en el que si no tienes un gran talento arriba para abrir el partido, alguien que haga la diferencia en un momento puntual, incluso a balón parado, todo comienza a complicarse. Surge la ansiedad. Nuestro desafío contra España y Portugal fue evitar que nos metieran el primero. Eso es lo más difícil. Sobre todo cuando enfrentas a equipos que no sienten respeto por los rivales más débiles, porque entonces creen que se pueden permitir ser pacientes, y la paciencia del atacante generalmente juega en contra de la resistencia del que defiende. España fue paciente hasta que faltaban 15 minutos para la tanda de penaltis. Si nosotros hubiésemos enfrentado a España en sus términos, intentando disputarle la posesión, habríamos perdido. España venía de superar un 60% de posesión contra Alemania, Italia, Portugal o Francia. La humildad de un entrenador consiste en decir: “vale, en eso son más fuertes”. Pero ojo: se habían quedado muchos partidos con el marcador a cero y perdieron algunos partidos en los últimos quince minutos. Tal vez esa era la clave. La humildad. No habríamos ganado si hubiera querido demostrarle al mundo que yo también podía ser un Guardiola y que podía construir un equipo dominador a partir de la posesión, porque si perdíamos no sería tan grave porque éramos Marruecos después de todo…

P. Luego a Portugal le ganó con posesión y haciendo jugadas muy elaboradas.

R. Nosotros somos capaces. Ziyech, Boufal, Bounahi… la quieren tocar. Para mí lo más difícil fue decirles que no: “Si queréis ganar, para mí el camino es este; si me siguen podemos ganar, si hacéis lo que tenéis en la cabeza pienso que no pasaremos. Decidid vosotros”. Afortunadamente me siguieron. Lo más complicado es convencer a los jugadores. Ahora intento convencerlos de que haber sido los mejores africanos de la historia del Mundial no nos garantiza nada en la Copa de África: si pensamos ganarla fumando un puro, fracasaremos. Aprecio demasiado la vida como para pensar que el mundo se ha detenido porque nosotros avanzamos.

La clave fue la humildad. No habríamos ganado si hubiera querido demostrarle al mundo que yo también era un Guardiola que podía construir un equipo dominador. España fue demasiado paciente. Si no generas ocasiones, no mereces ganar por más que tengas la pelota

P. ¿El problema de España fue el exceso de pases al pie?

R. Muchos entrenadores han pensado en cómo bloquear el tiki-taka. El pase corto no es el problema. Estudiando España puedo decir que en el momento en que los pases son solo horizontales, en el momento en que se muestran demasiado pacientes, los que defienden ganan fuerza. Si no te desmarcas hacia el área, si no centras, si no tiras a puerta ni generas oportunidades, no mereces ganar por más que tengas la pelota.

Walid Regragui, en el Hotel Eurostars en Madrid este domingo.
Walid Regragui, en el Hotel Eurostars en Madrid este domingo. Andrea Comas

P. Cuando ustedes eliminaron a España, en España se proclamó que el tiki-taka era el pasado. ¿Qué cree?

R. ¡Que no! En tanto que entrenador y apasionado del fútbol me molesta que se diga que hay solo una manera de jugar y de satisfacer al público. No es verdad que el tiki-taka sea lo que todo el mundo quiere. Hay gente que ama el fútbol de lucha del Cholo. Y hay gente como yo que admira el fútbol de Pep, pero hay partidos del City que me duermen. El fútbol es múltiple. Un equipo debe producir emociones, los modelos vienen después, y los resultados también, porque si tu única lógica es obtener resultados te encuentras con cosas como las que hizo el Real Madrid el año pasado en la Champions, que no tienen ninguna lógica para ningún especialista en fútbol. Por eso creo que hoy por hoy, en el máximo nivel, lo que define a un gran entrenador es la gestión de las personas. Mire a Ancelotti.

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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