Antonio Rüdiger, el momento de Rambo
El central del Madrid, que aún no ha alcanzado el mejor nivel del Chelsea, eleva su participación tras el Mundial en un momento de lesiones en la defensa
Carlo Ancelotti se implicó personalmente el pasado verano en el fichaje de Antonio Rüdiger, y todos dieron por sentado que nada más empezar le concedería el centro de la defensa y desplazaría a Alaba al lateral izquierdo en detrimento de Mendy, un jugador del que en los despachos se hacían notar sus ausencias por lesión. Sin embargo, el técnico, hombre de costumbres y certezas, lo primero que hizo fue no mover nada. Más todavía, en el primer partido de pretemporada, ante el Barcelona en el verano de Las Vegas, al que probó en ese flanco zurdo fue al alemán, que apenas tenía recuerdos de esa ubicación.
El entrenador italiano había detectado en las eliminatorias de la última Champions una escasez de piezas en el eje de la zaga [contra el Chelsea acabó ahí con Carvajal y frente al City debió recurrir a Vallejo], y reactivó el interés por el germano, al que el club había descartado meses antes por sus elevadas pretensiones económicas. La mediación de Carletto en primavera resultó clave para convencer al jugador y atraerlo al Bernabéu, aunque, de entrada, el preparador de Reggiolo lo colocó a rebufo de su cuarteto fetén (Carvajal, Militão, Alaba y Mendy). No ocultó su inclinación por darle pista en cuanto había opción, pero por detrás de los que habían levantado la Orejona.
Después de una primera parte del curso de pares y nones, entrando y saliendo del once (no fue titular en las primeras grandes citas), los problemas físicos post mundialistas de Alaba (se ha perdido más de la mitad de los encuentros) y Mendy lo han convertido en el futbolista de la plantilla con más minutos (1.455) en los dos últimos meses. Cuando disponga de todos sanos atrás, Carletto tendrá que volver a decidir por su orden de prioridades, pero, de momento, Rüdiger, que este jueves cumple 30 años, es un fijo al lado de Militão.
La sensación general es que, hasta ahora, sus prestaciones han estado por debajo de la imagen de solidez y contundencia que arrastraba de su etapa en el Chelsea. “Es muy fuerte y grande. Algunos delanteros se asustan un poco”, llegó a decir de él Neymar. En el Madrid, dentro de un sistema defensivo global que a menudo se ha agrietado, el alemán ha aparecido en la foto de algunos errores y su salida de balón también ha mostrado flaquezas. Por ejemplo, de una entrega suya comprometida a Camavinga nació el primer gol del Barcelona en la final de la Supercopa de España.
Un punto excéntrico
La comparación de sus estadísticas en Liga respecto a su mejor momento en Inglaterra, la segunda mitad de la 2020-21, cuando Thomas Tüchel lo aupó dentro de un esquema con tres centrales y el Chelsea ganó la Champions, muestran ligeros retrocesos. Da bastantes menos pases cada 90 minutos (59 de media frente a los 75 de entonces), recupera menos balones (5,6-6,7), va a la mitad de duelos (3,5-7,3) e intercepta menos (0,6-1). Este jueves, en la previa de la ida de las semifinales de Copa ante el Barça (21.00, La 1 y Movistar), Carlo Ancelotti valoró sus avances de las últimas fechas dentro de un dispositivo de protección algo más ajustado. “Ha mejorado mucho su nivel. Todavía puede progresar en el manejo del balón, pero a nivel defensivo él y Militão han dado solidez”, comentó el técnico blanco.
Próximo en la caseta a Vinicius y admirador del exmadridista Pepe, el nuevo central blanco ha transmitido la imagen de un tipo con un punto excéntrico. Al terminar el partido en Liverpool, agarró a Modric como un saco de patatas y se lo subió al hombro como a un niño. En estos meses, también se han hecho famosos sus vídeos corriendo en el campo a máxima velocidad con el tronco recto como una tabla, y moviendo los brazos y las piernas como un robot. “Mis compañeros ya se han dado cuenta de que estoy absolutamente loco”, dijo a los tres meses de llegar. En la última Eurocopa, fue cazado intentando, o amagando, morder por la espalda al francés Pogba, y en Inglaterra confesó que había llegado a provocar a los aficionados de Stamford Bridge en mitad de un encuentro “para despertarles”.
De madre de Sierra Leona (huyó en 1991 por la guerra civil), Rüdiger nació en Berlín y se crio en el barrio de Neukölln, una zona con alta población inmigrante. Se ha declarado musulmán practicante (tras ganar la Liga de Campeones en 2021, se apartó un rato de la celebración con champán y se marchó al baño con Kanté, Zouma y Ziyech), y la vinculación emocional con el país de su madre le ha llevado a participar en varios proyectos solidarios en esa región de África.
De pequeño, ha reconocido, jugaba tan duro al fútbol que sus compañeros mayores le llamaban Rambo. Ahora, en la vida profesional, reivindica las pocas rojas que ha visto en su carrera (cuatro), aunque sí ha reconocido que le gusta picar sobre la marcha y de forma espontánea a los rivales para tomarles la temperatura. “Necesito los juegos mentales”, ha señalado este central del que el Madrid espera otro paso adelante suyo en el césped, empezando por el Barcelona en Copa.
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