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Vinicius es indestructible

Después de amanecer viendo un muñeco suyo ahorcado en un puente, el brasileño despachó un buen partido que cerró con un gol al final de la prórroga

Vinicius Jr.
Vinicius celebra su gol al Atlético en el Bernabéu.PIERRE-PHILIPPE MARCOU (AFP)
David Álvarez

En Vinicius conviven en un equilibrio misterioso un núcleo indestructible y un fuego perenne. Y esas llamas no alteran la convicción ni el equilibrio en la tormenta. En la prórroga del derbi, después de pelear con Savic y ver sendas amarillas, después de despedirlo expulsado un par de minutos más tarde, después de recibir una ovación fantasma cuando el estadio pensó que iban a cambiarlo, porque estaba fundido; después de todo eso, en el minuto 120 corrió, corrió y marcó el primer gol de su carrera al Atlético.

Vinicius regresó al Bernabéu después de algo más dos meses a través de un camino larguísimo y tortuoso. Y sin embargo, cuando apareció sobre la hierba dio toda la impresión de no llevar ni un rasguño encima. Ni el hartazgo por la acumulación de patadas, ni el desánimo por la escasa protección arbitral que siente, ni el enfado por el muñeco con su camiseta que apareció horas antes del encuentro colgado de un puente cercano a Valdebebas, como los cadáveres de las guerras de narcos mexicanos. En el caso del brasileño, bajo una pancarta de fondo rojo y letras blancas en la que se leía: “Madrid odia al Real”. Para Carlo Ancelotti, algo “muy lamentable”.

Vinicius en la diana en otro derbi, después del mono paseado entre insultos por aficionados del Atlético en el Metropolitano el pasado septiembre. Entonces, el club rojiblanco tardó dos días en condenar el “Vinicius, eres un mono” que se cantó a las puertas de su estadio. Esta vez, antes del derbi copero, emitió un comunicado pocas horas después de que circularan las imágenes del muñeco, aunque sin hacer referencia a lo que aparecía en ellas, ni mencionar al futbolista.

También condenaron el ataque, sobre el que la Policía Nacional abrió una investigación, el Real Madrid, la Real Federación Española de Fútbol, LaLiga, AFE y el Consejo Superior de Deportes. El CSD promovió además que el lunes se reúna “de manera extraordinaria” la Comisión Permanente de la Comisión Estatal contra la Violencia, el Racismo, la Xenofobia y la Intolerancia en el Deporte.

Así que ahí estaba Vinicius, de vuelta a casa después de recorrer una pequeña colección de campos hostiles, un Mundial en Qatar, una Supercopa en Arabia Saudí y un muñeco ahorcado. Y ahí estaba el Bernabéu, esperando para darle cariño. En los prolegómenos, el brasileño desplegó sus rituales de siempre, unos segundos de oración y un saludo a la grada. Pero la grada se había preparado para que no fuera lo de siempre, y le devolvió el saludo deconstruido en una salva de aplausos. La zona de animación tomó entonces la iniciativa con el primer “Vinicius, Vinicius...” de la noche. Para seguir con un “Es de los nuestros, Vinicius es de los nuestros”.

El entusiasmo de la pequeña tropa blanca del fondo no terminaba de prender en el resto del estadio, que lo seguía brevemente. De Vinicius, al Bernabéu lo que lo enciende son sus jugadas. Y ahí el brasileño no arrastraba ni lástima ni disgusto. Para empezar intentó devolver a Mendy una pared de tacón, y como no logró culminarla, la repitió un par de minutos más adelante. Esa sí. Funcionó y cuajó el aplauso por todo el perímetro de butacas.

Como cuando empezó con los pasos de baile de los regates, lanzado a la carrera en combinaciones con Benzema. Así se plantó en una zona del área bastante despejada después del pase del francés, pero los defensas llegaron antes que su disparo.

El brasileño rozó el gol en un par de balones cruzados que atravesaron el área de lado a lado, y entonces es cuando espabilaba el Bernabéu, que poco a poco fue olvidándose del cariño de desagravio para fijarse en el fútbol. Lo que había hecho Vinicius desde el principio, desde que saludó a la grada y empezó a mirar la pelota. Como cuando en sus primeros días, cuando no atinaba con un regate, o con la puerta, y siempre volvía, siempre insistía. El balón como refugio. También como salida del laberinto, y de los torbellinos. “Vinicius, lo de siempre”, explicó Ancelotti. “Ha preparado bien el partido. Estaba con mucha ilusión, con muchas ganas de volver a jugar ante su afición”.

Ese núcleo indestructible y resistente a su apasionado fuego interior. En el descanso de la prórroga, el italiano tuvo que ir a buscarlo al otro campo, donde se había quedado enganchado charlando con un par de rivales. Y después de eso, y de todo, marcó. “El gol que ha hecho ha sido el premio a su gran trabajo”, dijo Ancelotti.

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Sobre la firma

David Álvarez
Sigue la información del Real Madrid y la selección española en EL PAÍS, donde ha sido redactor jefe de la sección de Deportes. Ha cubierto los Juegos Olímpicos, el Mundial de fútbol y la Eurocopa. Antes trabajó en ABC, El Español, ADN, Telemadrid, y La Gaceta de los Negocios. Es licenciado en Periodismo por la Universidad de Navarra.

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