De Ondarreta a soñar con el paraíso
Menos de tres años después de empezar su carrera como primer entrenador, Mikel Arteta ha llevado al Arsenal a un sólido liderato, con cinco puntos de ventaja sobre el Manchester City
Cuando apenas era un chaval, Mikel Arteta se divertía jugando al fútbol con Xabi Alonso en la playa de Ondarreta. Los dos se acabarían formando como futbolistas en el Antiguoko donostiarra, una de las grandes —aunque más bien ignorada— canteras del fútbol español. Soñaban con jugar en la Real Sociedad, pero la vida les acabaría llevando a triunfar al norte de los Pirineos. Como jugador, la carrera de Xabi Alonso fue brillantísima: Real Sociedad, Liverpool, Real Madrid, Bayern Múnich, 114 partidos con la selección española... Como entrenador, no tanto: llevó a la Real Sociedad B, el Sanse, a la Segunda División, pero al año siguiente descendió. El pasado 5 de octubre fue nombrado entrenador del Bayer Leverkusen.
La carrera de Arteta como jugador no ha sido tan brillante como la de su amigo a pesar de que con 15 años fichó por el Barcelona, con el que jugó durante tres años en el equipo B antes de ser cedido en 2001 al PSG. Los franceses, que aún no se habían convertido en nuevos ricos, querían que se quedara pero ofrecieron menos dinero que el Glasgow Rangers y Arteta atravesó por primera vez el canal de la Mancha para empezar una brillante carrera en las islas británicas que le acabaría llevando a la Premier: primero al Everton (2005) y después al Arsenal (2011). Pero, a pesar de su apreciada calidad, nunca llegó a debutar en el primer equipo de la Roja, que en aquellos momentos dominaba el fútbol mundial de la mano de una generación de centrocampistas excepcional y quizás irrepetible.
Dicen que, cuando se retiró en 2016, Mikel Arteta tenía tres ofertas encima de la mesa: encabezar la academia de jugadores de Arsène Wenger, que había sido su entrenador en el Arsenal; irse al Tottenham con Mauricio Pochettino, con el que había coincidido como jugador en el PSG; o convertirse en segundo de Pep Guardiola en el City. Y eligió a Guardiola, uno de sus ídolos de niño y con el que había coincidido cuando él llegaba al Barça B y Pep estaba ya acabando su carrera en el primer equipo. Le bastaron tres años en el equipo técnico del City para que el Arsenal le llamara como sustituto de Unai Emery en diciembre de 2019. Siete meses después el Arsenal de Arteta eliminó al City de Pep en las semifinales de la Copa de Inglaterra y luego batió al Chelsea en la final. Él ascendió a mánager.
Pero no todo fueron días de vino y rosas. Arteta se había encontrado con una plantilla desmotivada y un vestuario que era un campo de minas. Recuperó a Granit Xhaka, que se había enfrentado a Emery y a la afición del Arsenal y que cuando él llegó estaba en conversaciones para irse al Hertha Berlín. Apartó del equipo al jugador mejor pagado de la plantilla, Mesut Özil, y dejó en la suplencia al segundo mejor pagado, Aubameyang. A partir de ahí empezó a fraguar un equipo con más carácter y ambición en torno a Xhaka y de la mano de nuevos valores como el portero Ramsdale, defensas como Gabriel y Saliba, centrocampistas como Odegaard, Smith Rowe o Bukayo Saka, una de las grandes promesas de Inglaterra, y veteranos como Gabriel Jesús, que ha llegado esta temporada y está viviendo una segunda juventud en el Emirates.
Menos de tres años después de empezar su carrera como primer entrenador, Mikel Arteta ha llevado al Arsenal a un sólido liderato, con cinco puntos de ventaja sobre el City con 14 partidos jugados por ambos equipos. Por primera vez en muchos, muchos años, el Arsenal es considerado candidato al título, aunque no es ni mucho menos favorito. Y por primera vez desde que abandonaron el mítico Highbury en 2006 para instalarse en el Emirates, los Gunners empiezan a soñar con volver a ser campeones, un placer que no conocen desde la temporada 2003-04. Toda esa ilusión se la deben sobre todo a un hombre que empezó a darle a la pelota en las playas de Ondarreta y que ahora empieza a soñar él también con el paraíso.
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