Kipchoge marca un nuevo récord del mundo de maratón
El atleta keniano, de 37 años, se queda muy cerca de bajar de las dos horas con un tiempo de 2 horas, 1 minuto y 9 segundos
Como la energía, la tecnología o los modelos de zapatillas, los campeones deportivos ni se crean ni se destruyen, se transforman. Se eclipsa Roger Federer, Eliud Kipchoge se renueva aún a los 37 años y nace como campeón del mundo Remco Evenepoel. Todo el mismo día. Un juego de planetas que deja a la afición maravillada, con la boca abierta, feliz como la sonrisa de Kipchoge mientras bate, de nuevo, el récord del mundo del maratón, y lo deja en 2h 1m 9s.
Una sonrisa en los labios, unas zapatillas rosas de buena suela, bien mullidas, Eliud Kipchoge corre solo por las calles de Berlín, camino de nuevos límites, de territorio aún inexplorado por el ser humano. Zancada ligera, fluida. Mañana fresca, ideal, en la capital alemana. Una hermosura. Le abre paso una gran furgoneta con una alta pantalla que, retiradas ya en el kilómetro 25 las dos liebres humanas, los excelentes Noah Kipkemboi y Moses Koech, le va marcando el ritmo, y también le informa del registro previsto. Ha pasado la media maratón en 59m 51s. Lo nunca visto. Nadie en la historia había pasado siquiera por debajo de la hora y el minuto. Si fuera otro, cualquier otro atleta, pocos apostarían porque no reventara, porque llegado al muro de los 30 kilómetros su cuerpo no dijera basta. Pero es Eliud Kipchoge, el monje del maratón, y en Kaptagat, en el valle del Rift, a 2.000 metros, tiene su monasterio. Lleva una vida de asceta. Madruga más que nadie. Corre más que nadie. Se acuesta antes que nadie.
Es Dios, y la gente enloquece, y hasta muchos llegan a pensar que puede romper, en condiciones de maratón normal, 42,195 kilómetros, la barrera imposible de las dos horas. Tiene 37 años. Lleva 20 años siendo el mejor del mundo. Primero en los 5.000 metros. Después en el maratón. Tiene el récord del mundo desde 2018, 2h 1m 39s, también en septiembre, también en Berlín. A esta edad, dicen todos los que saben, los estudiosos del cuerpo humano, es imposible progresar biomecánicamente, fisiológicamente. Y cuando ven a Kipchoge, regular, metódico, parciales rondando los 2m 45s-55s cada kilómetro, más rápido que nunca, no pueden concluir sino apelando al espíritu que le habita, a un algo indefinible que le hace único al atleta keniano que solo existe para correr. Y al nuevo modelo de zapatillas, las Nike Alphafly 2, claro.
Ha avisado. “Llego en un excelente estado de espíritu”, dice la víspera. “Sé que físicamente será muy duro, pero si el espíritu está bien también lo estarán las piernas, los músculos, el corazón. Y no conozco mis límites”. Y cuando le preguntan que qué le mueve a seguir corriendo, a él, que lo ha ganado todo, él no habla de su motivación, sino de su misión. “Mi motivación es inspirar a los demás, motivar a todos los jóvenes”, dice.
“Corro por mi familia y por la gente. El deporte une a todos. Eso es lo que me motiva de verdad”.
Acelera en los últimos kilómetros, en Unter den Linden, el paseo de los tilos, que se abre para él, pasa bajo la puerta de Brandenburgo, se adentra en el corazón del Tiergarten. Sonríe más que nunca cuando levanta los brazos y se acerca a la cinta que marca la llegada, y solo la baba que le cuelga de la barbilla denota el dolor, el sufrimiento. Bate, de nuevo, el récord del mundo, 2h 1m 9s. Medio minutos menos que su anterior plusmarca. Corre a una media de 2m 52s el kilómetro, 422 cienes a 17,2s cada uno. Todos seguidos. Sin respiro. En Berlín, la ciudad ideal del maratón, donde el suyo de 2022 es el octavo récord del mundo consecutivo que se bate. Atraviesa la meta y se abraza, feliz como un niño chico solo puede serlo, a su entrenador, Patrick Sang. “He corrido tan rápido por el buen trabajo en equipo”, dice. “Todo ha estado perfecto”.
💥 𝐄𝐥𝐢𝐮𝐝 𝐊𝐢𝐩𝐜𝐡𝐨𝐠𝐞 𝐛𝐚𝐭𝐞 𝐞𝐥 𝐫𝐞́𝐜𝐨𝐫𝐝 𝐝𝐞𝐥 𝐦𝐮𝐧𝐝𝐨 𝐝𝐞 𝐦𝐚𝐫𝐚𝐭𝐨́𝐧 💥
— Teledeporte (@teledeporte) September 25, 2022
Guarden este vídeo porque la llegada del keniata en 2:01:09 es una de las grandes proezas de la historia del atletismo.
🔗 https://t.co/pUeHUUpVj9 pic.twitter.com/X8vAzeUXXu
Kipchoge es el más grande de la historia, y es también dos veces campeón olímpico, en Río 16 y en Tokio (Sapporo) 21, y ha ganado 15 de los 17 maratones que ha corrido en su vida de corredor, y en Viena, no muy lejos de su Berlín, corrió hace tres años, en octubre de 2019, más rápido que nunca. Corrió un maratón en menos de dos horas, en 1h 59m 40s, una marca que no se puede homologar porque contó con ayudas –liebres que se relevaban, el rebufo de un camión…-- no permitidas por la federación internacional. “Pero no me pregunten ahora si volveré a Berlín en 2023 para intentar bajar de las dos horas en condiciones homologables”, les dice a los periodistas. “No es el momento de planear nada, sino de celebrar”.
Decenas de estudios señalan que los nuevos modelos de zapatillas, la nueva generación con espumas ligeras y placas de carbono como muelles que estrenó, precisamente, Kipchoge para ganar los Juegos de Río, permiten mejorar las marcas enormemente. Y paralela a la evolución tecnológica marcha la evolución de las marcas. No solo las masculinas. En la prueba femenina, con buenas zapatillas, Adidas, en su caso, y liebres masculinas, la etíope Tigist Assefa, de 28 años, que empezó como especialista de los 800m, mejoró en más de dos minutos el récord del maratón de Berlín. Sus 2h 15m 37s, conseguidas en el segundo maratón de su vida, son la tercera mejor marca mundial de la historia, solo superada por la actual plusmarquista mundial, la keniana Brigid Kosgei (2h 14m 4s) y por la británica Paula Radcliffe (2h 15m 27s).
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