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Cruce de caminos
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Un fútbol femenino más profesional

Aunque las diferencias todavía son evidentes, y mal haríamos en conformarnos con la situación actual, los pasos que se han dado avanzan en un camino de ilusión

Jugadoras del FC Barcelona y del Real Madrid disputan un balón en el Camp Nou el pasado 30 de marzo.
Jugadoras del FC Barcelona y del Real Madrid disputan un balón en el Camp Nou el pasado 30 de marzo.AFP7 vía Europa Press (Europa Press)

Por encima de cualquier resultado, el deportista profesional valora el respeto. El respeto a la competición, a los rivales y a las normas dadas en la disciplina. Competir en un clima de igualdad mutua, donde el éxito se construya en base a la constancia y el esfuerzo personal. Esa meta es un objetivo no menor para el deporte femenino, que ha ido construyendo su camino por un sendero lleno de obstáculos.

El deporte femenino en España ha ido madurando de forma gradual. En algunas modalidades goza de buena salud desde hace años, mientras que en otras esas barreras se han ido derribando en tiempos más recientes. Una de las disciplinas que ha encontrado bases más firmes en los últimos años es el fútbol. Ha pasado de ser un deporte casi clandestino, muy lejos del masculino, a multiplicar su influencia social.

Aunque las diferencias todavía son evidentes, y mal haríamos en conformarnos con la situación actual, los pasos que se han dado avanzan en un camino de ilusión. La profesionalización de la liga ha sido un logro fundamental para lograr garantías laborales. Además, el anuncio por parte de la Real Federación Española de Fútbol de igualar las condiciones económicas de ambas secciones, la masculina y la femenina, indica una voluntad por avanzar en este terreno.

Se trata de una mejora que figura como definitiva en la nueva Ley del Deporte, un avance que algunos países de nuestro entorno habían puesto en marcha tiempo atrás. Aunque no resuelva por sí misma la desigualdad que impera en el fútbol, es un mensaje social de gran calado. Va normalizando una situación que debería estar bien aceptada en nuestro pensamiento. Y, sobre todo, en el de las futuras generaciones.

La medida no implica una paridad en los salarios. La diferencia es evidente en los premios que otorgan las competiciones internacionales de selecciones, donde no se destina la misma cantidad de dinero para los eventos masculinos y femeninos.

Sin embargo, dentro de la propia federación, implica mejoras en el día a día que fortalecerán la profesionalización de nuestras jugadoras. Significa más músculo económico en los desplazamientos, en las dietas, en los derechos de imagen o en las primas para cada jugadora.

Los procesos de negociación han sido largos, según cuentan las propias jugadoras. Son decisiones que implican un cambio de paradigma a nivel federativo, pero también una defensa del deporte femenino cara a cara. Al haber llegado a un punto de acuerdo, se facilita que el fútbol femenino pueda seguir creciendo y que su desarrollo se haga sobre unas bases más firmes.

Esto es bien importante. Tan vitales son los resultados como la imagen que se proyecta hacia el exterior, haciendo ver a las más jóvenes que una carrera profesional y profesionalizada es posible en el deporte. Si las referentes lo son tanto en el césped como en el despacho, si son capaces de sumar victorias como garantías laborales, el futuro de la disciplina estará siempre en mejores manos.

Como deportista profesional, he gozado de condiciones que no siempre han estado en las manos de mis compañeras en otras disciplinas. En el tenis, en los torneos más grandes del circuito, los Grand Slams y algunos de los torneos de mayor dimensión WTA, esta barrera por la paridad económica se derribó hace tiempo. Esa garantía y esa seguridad nunca hay que darla por hecha.

Me alegra ver que un deporte como el fútbol, con una influencia social enorme en los países, vaya dando pasos en la buena dirección. Es bueno para las profesionales, pero es mejor todavía para la convivencia de todos.

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