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Los jóvenes presionan a Cristiano Ronaldo en la selección de Portugal

La eclosión de Rafael Leao en el Milan eleva el reclamo de regeneración en el combinado luso

Liga de las Naciones
Cristiano y sus compañeros de Portugal entrenan en Oeiras, este miércoles.MIGUEL A. LOPES (EFE)
Diego Torres

La eclosión de Rafael Leao, elegido a sus 22 años mejor jugador de la Serie A después de convertir 11 goles y dar 10 asistencias en la carrera del Milan hacia el título de campeón de Italia, no supone un soplo de aire fresco en la expedición de Portugal que este miércoles se trasladó a Sevilla para enfrentarse a España en la primera jornada de la Liga de Naciones. Al contrario. La presencia imponente del zancudo atleta de Almada añade presión al globo que infla junto con Joao Félix, Bruno Fernandes y Diogo Jota en la expansión de los jóvenes talentos hacia el feudo que Cristiano Ronaldo se resiste a compartir.

La sucesión de Cristiano es el gran dilema de la selección de Portugal, tal vez el equipo con más recursos humanos de Europa después de Francia. Lo sabe bien Fernando Santos. El director técnico que condujo a Portugal al título de la Euro de 2016 no sabe cómo hacer para que Cristiano asuma un papel más discreto en el plan que conduce al Mundial de Qatar, el próximo noviembre. Su advertencia en los prolegómenos de la Eurocopa de 2021, suena a profecía un año después.

“Obviamente Cristiano no es el mismo futbolista que jugó en Madrid o que tuve en el Sporting, cuando él tenía 18 años”, dijo el técnico. “En el Sporting era una máquina. Corría 20 veces 50 metros por partido. Iba y venía, iba y venía. Hoy no hace ni 20, ni 10 ni cinco carreras de 50 metros. Sigue teniendo su matriz principal: voluntad enorme, rigor, trabajo y goles. Esto está intacto. Por eso yo lo quiero cerca del área. Si juega en las bandas para llegar al gol tiene que girar, superar a tres o cuatro adversarios, y tiene que defender mucho”.

Fernando Santos se empeñó en situar a Cristiano como nueve para que jugara en función de Bruno Fernandes, Jota y Bernardo Silva. No lo consiguió porque Cristiano se negó a oficiar de mero rematador y acabó por ocupar todo el frente del ataque, incluyendo las bandas y el tercer cuarto del campo. Con balón Cristiano pisó los espacios que frecuentan Bernardo Silva, Jota y Bruno Fernandes, y sin balón dejó que sus compañeros corrieran por él. Así el equipo acabó jugando en función de Cristiano. Cada vez más tensa y atascada, Portugal fue eliminada por Bélgica en octavos de la última Eurocopa (1-0) y solo clasificó para Qatar tras una repesca agónica con Macedonia, resuelta con dos goles de Bruno.

La sequía de Cristiano en el último año —un gol contra Irlanda y dos contra Luxemburgo— no parece atormentarle más que a sus compañeros y a su entrenador. Cuando le preguntaron si Qatar sería su último Mundial, la reacción fue airada: “Quien decidiré mi futuro soy yo. Si quiero jugar más, lo haré. Yo mando, punto”.

A sus 37 años, Cristiano sigue la senda espiritual que le marcó Jorge Mendes la noche que ganó su tercer Balón de Oro, cuando el agente salió a la alfombra roja de Zúrich y sentenció: “¡Llegará a tope a los 40!”. El jugador no ve razones para hacer hueco a las nuevas generaciones. Sus compañeros, mientras tanto, tampoco comprenden por qué deben ponerse a su servicio. El cisma abierto hace un año se profundiza en cada concentración, tal y como indican los testigos. Fernando Santos, conservador por naturaleza, procura conducirse con tacto diplomático en un clima prerevolucionario.

Este miércoles durante la conferencia de prensa le pidieron que definiera a Cristiano y se rindió: “¡Fácil! El mejor del mundo”. Pero cuando le preguntaron por la virtud que más admiraba en España señaló la clase de solidaridad en el esfuerzo que Portugal no consigue demostrar, de tan condicionada que se encuentra por el nueve. “La mejor virtud de España no es la posesión”, dijo, “es su capacidad para recuperar la pelota. Esa es la clave para tener tanta posesión. Será vital. Porque somos equipos a los que no nos gusta correr tras la pelota”.

Crece la expectación en torno a Portugal sobre el equipo que presentará Fernando Santos en el campo del Betis. Los jóvenes esperan algún indicio de reforma. El espléndido estado anímico de Leao, con el prestigio que ha cosechado en Milán, sugiere nuevos estímulos en la hinchada lusa. Los auditores consultados en la Premier son más cautos: Leao, advierten, siempre será el atacante disperso que conduce para poner remedio a su falta de ideas, soslayadas a la contra gracias a su potencia devastadora. Lo dijo Zlatan Ibrahimovic, su tutor en Milanello, escandalizado ante la actitud contemplativa que gasta: “¡Le repito que al área de penalti se va para matar!”.

Rafael Leao no es un matador. Al menos, de momento. Cristiano lo fue, y quizás lo siga siendo.

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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