Alcaraz hizo historia en Madrid con un dedo del pie dormido
El número seis derribó a Zverev en la final de la CajaMágica después de haber pasado “fatal” la noche, en vela por una ampolla infectada y el dolor del tobillo
Después de mordisquear el trofeo y atender los distintos compromisos que tenía, Carlos Alcaraz se desplazó el domingo a la zona norte de Madrid para festejar su segundo Masters 1000 (cuarto trofeo del año y quinto de su carrera) en un moderno restaurante localizado en el ático de la estación de Chamartín. Por supuesto, junto a él estaba su equipo –el más numeroso del circuito, con nueve integrantes– y un añadido más que considerable: 30 personas en total. Circularon el jamón y las croquetas, también el tartar de gamba blanca, la corvina a la brasa, dos tipos de carnes y una tarta de queso con pistacho. El jueves había sido su 19º cumpleaños, así que la celebración quedaba pendiente; finalizó a altas horas de la madrugada en una discoteca de la colonia de El Viso.
Alcaraz, chico disfrutón, se lo pasó en grande. Nada que ver con lo sucedido veinticuatro horas atrás, cuando la noche se le hizo también larga, pero por una razón muy diferente. Antes de la final contra el alemán Alexander Zverev, el murciano no pudo pegar ojo debido a una ampolla en un dedo del pie y al persistente dolor que arrastraba desde el viernes, cuando se torció el tobillo derecho al hacer una maniobra durante el partido de cuartos contra Rafael Nadal.
“Lo pasó fatal”, describe Toni Cascales, mentor del técnico del chico, Juan Carlos Ferrero, y gurú del clan que rodea a Alcaraz; “lo tenía inflamado y le molestaba, y además se le infectó la ampolla y con el roce de las sábanas estaba muy incómodo. Estuvo inquieto. Además, se había acostado muy tarde, a la una y media, porque la recuperación post partido que suele hacer es exigente”.
Finalmente, el tenista de 19 años recibió un tratamiento médico y pudo saltar a la central de la Caja Mágica con garantías; eso sí, lo hizo con un dedo dormido. Aun así, derribó al tres del mundo en solo 62 minutos –registro récord en una final del torneo– y volvió a demostrar que el tenis asiste a un despegue excepcional. “Es una locura. ¡Si hasta el cura de El Palmar [el pueblo del jugador] tocó las campanas!”, transmite Cascales. “Después de la semifinal contra Djokovic estaba con Juan Carlos [Ferrero] y me dijo: ‘Toni, ¿tú pensabas que esto iba a ir tan rápido?’. Y yo le contesté: ‘sabía que iba a pasar, pero no tan pronto…”.
Y añade: “Todo está yendo más acelerado de lo que preveíamos, y eso que hubo el parón por la pandemia [de marzo a septiembre de 2020], porque ahí podíamos haber recortado un año y quizá ahora estaríamos hablando de cosas todavía más importantes, o de que estuviera más arriba en el ranking”.
Situado en el sexto peldaño, Alcaraz es el jugador que más títulos (4) ha conseguido este curso y el segundo en la carrera anual, solo 70 puntos por detrás de Nadal. No obstante, dice Cascales, no pierde la esencia y mantiene los pies en el suelo. “Sigue siendo el mismo de siempre, un chico normal que está muy bien controlado por su familia y su entorno. Además, estamos aquí [en la Ferrero Equelite Sport Academy de Villena, Alicante], en medio del campo, y eso le viene muy bien porque le permite crecer con tranquilidad”, valora el valenciano.
De Murcia a París, pasando por Villena
“Lo de la atención mediática lo lleva muy bien, con una naturalidad enorme. Le gusta. Por ejemplo, Juan Carlos a su edad era más tímido, pero él lo disfruta mucho; ahora bien, le proponen cosas de manera constante y en determinados momentos Albert [Molina, su agente de IMG] tiene que frenar un poco el asunto porque si no, todo eso termina pesando un poco”.
Ahora, Alcaraz disfrutará de tres días libres en Murcia y después regresará al centro de entrenamiento para preparar Roland Garros (del 22 de mayo al 5 de junio). Los problemas en el pie le condujeron a descartar el Masters de Roma que se disputa esta semana y a priorizar la puesta a punto de cara a París, donde irrumpirá como un de los grandes señalados.
“Él irá allí a ganar, está con una confianza muy grande”, concluye Cascales, tótem del nutrido grupo que acompaña de un lado a otro al joven: “Es que cuando vienen los amigos murcianos, somos muchos...”.
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