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El mismo Carlitos, un nuevo Alcaraz

El murciano regresa a la Caja Mágica instalado en la élite y transformado tras el vertiginoso viaje de este último año: “Ahora me considero uno de los mejores”

Carlos Alcaraz pelotea durante un partido en la Caja Mágica. Foto: AFP7 VÍA EUROPA PRESS (EUROPA PRESS) | Vídeo: EPV
Alejandro Ciriza

Cualquier idea vale para cazar un autógrafo de Carlos Alcaraz. La más ingeniosa lleva la firma de esa aficionada que ante la imposibilidad de acercarse a la primera, segunda o tercera línea de las peticiones, decide recular e improvisar una polea para, desde ahí arriba, descolgar una pelota gigante y lograr el objetivo: el murciano de 18 años, chico de risa fácil, la observa, se desternilla, se detiene y tras recoger el rotulador incorporado estampa la rúbrica con esmero. ¡Bingo para ella!

A esas horas, antes de que caiga la tromba de agua sobre Madrid, el sol calienta fuerte y el español se ha ejercitado durante una hora y media en la Pista 7 del complejo junto a Novak Djokovic. Mucho sudor, y otro premio a la mochila. Lo había hecho una vez con el suizo Roger Federer (en 2019) y varias veces con Rafael Nadal (este curso y el pasado), pero todavía no había tanteado al actual número uno. Y no es un ensayo cualquiera. No hay tregua. A cara de perro los dos, Nole se lleva el gato al agua, pero comprueba de primera mano el nivel del jugador que concentra elogios y halagos por doquier.

“El favorito de mi hijo ya no es Nadal, es Alcaraz”, dice el de Belgrado (34 años) en el canal de Twitch del torneo. “Las casualidades están viniendo… ¡y ya no sé qué decir! Increíble, increíble… En el Godó, que si top-10 en el mismo día… ¡Madre mía! No quiero que me comparen con Rafa, pero las cosas están viniendo así…”, bromea el español, que pese a llevar poco más de un año en la élite del tenis se ha convertido ya en uno de los grandes reclamos allá por donde va, aquí y allá. Por supuesto, también en Madrid, donde se le arropa y el aficionado se frota las manos: está cociéndose algo importante.

La historia ya tenía una pinta extraordinaria el año pasado, cuando Alcaraz –citado esta noche con Nikoloz Basilashvili, hacia las 22.00; Teledeporte y Movistar– desfiló por primera vez por el barrio de San Fermín, pero los acontecimientos se han precipitado. Poco tiene que ver aquel Alcaraz con el actual, aunque en esencia sea el mismo; esto es, Carlitos (mayoritariamente) o Carlicos (entre sus paisanos). Dice querer mantener la esencia por encima de todo, pero en términos deportivos, físicos, mercadotécnicos y populares, la evolución ha sido superlativa.

Alcaraz y Djokovic, durante el entrenamiento del lunes en Madrid.
Alcaraz y Djokovic, durante el entrenamiento del lunes en Madrid.AFP7 vía Europa Press (Europa Press)

Poco queda del joven que el curso pasado celebró la mayoría de edad jugando contra Nadal en la central madrileña. Ese día, 5 de mayo, Alcaraz, fibroso pero por hacer, aún tierno, apenas pudo arañarle tres juegos a su ídolo, que resolvió cómodamente el duelo en 1h 17m. A los pocos minutos de empezar, la musculatura del pecho se le contrajo y sintió un pinchazo que obligó a detener el juego. Muchos nervios, demasiada tensión. Una buena toma de contacto. “Jugar contra él nunca es fácil, ni la primera vez ni cuando llevas 100 veces. Poder aprender de Rafa en pista… Creo que la próxima vez será totalmente diferente, ya sabré cómo jugar”, expuso entonces, como 120º del mundo.

Y no mentía. Llegaría después el cruce en las semifinales de Indian Wells, aquel en el que Nadal se fisuró la costilla, de tú a tú y resuelto por el mallorquín a base de jerarquía. Y entre un encuentro y otro, historia, abundante historia. La explosión. Registros de precocidad, victorias de lustre, la Copa de Maestros de las promesas (en Milán), cuatro trofeos en otras tantas finales –Umag, Río de Janeiro, Miami y Barcelona–, la dentellada en Florida (primer Masters 1000) y el chapuzón en el Godó, el salto al noveno escalón del ranking.

Acné, músculo y exposición

“He crecido mucho como jugador y como persona”, pone de relieve. “El año pasado vine a jugar este torneo para vivir una nueva experiencia y para medirme con los mejores jugadores del mundo; hoy me considero uno de ellos. He madurado mucho y veo los partidos de otra manera. Antes lo veía todo con un poco más de incertidumbre, me veía más pequeño en todo, pero ahora pienso que puedo ganar cada partido”, prolonga el de El Palmar, cuya transformación queda reflejada en su cuerpo, no tanto en la cara: sigue el acné, pero atrás quedó el adolescente; se asoma poco a poco un hombretón. Musculatura definida, torso hercúleo, cuadraditos en el abdomen y un brazo derecho como el de Popeye.

Todo es diferente. Se ha esfumado el anonimato, crece la fama y de la mano los seguidores (746.000 en Instagram); también la exposición, las propuestas de portadas, grabaciones y entrevistas solicitadas por los medios nacionales e internacionales; los contratos se multiplican (Nike, Babolat, Rolex, Isdin y Región de Murcia, entre otros) y las ganancias por sus méritos estrictamente deportivos ascienden hoy día a 4,1 millones de euros.

De Cibeles al Bernabéu

“No es fácil jugar en casa, hay mucha expectación, muchas personas que desean que lo hagas bien, pero yo soy un chico que les da la vuelta a las cosas; me lo tomo con ese extra de motivación”, dice en medio de esta agitada semana en la que ha visitado el Palacio de Cibeles o el Bernabéu, entre otros espacios. “A cada torneo que voy pienso que puedo ganar, creo que tengo el nivel y el físico para poder hacerlo, pero esto es tenis y en cada partido puede pasar cualquier cosa. Me siento preparado, con el nivel y la confianza para hacer un gran resultado aquí”, contesta a EL PAÍS cuando se le pregunta por sus posibilidades en Madrid.

Todo es distinto, pero todo es igual para Alcaraz: “He crecido muchísimo respecto al año pasado, pero sigo siendo Carlitos, aunque un poquito más grande... Cuando me llaman Carlos, pienso que he hecho algo mal”.

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.

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