Cuando Alaba puso a bailar a Guardiola
El técnico alimentó la polivalencia del austriaco, hoy uno de los centrales que más ataca, cuando lo dirigió en el Bayern
Una noche de finales de marzo de 2014 David Alaba puso a bailar a Pep Guardiola en el Kitty Cheng Bar, un garito de Berlín al que les había llevado Schweinsteiger. Era la primera temporada del técnico en el Bayern y el equipo celebraba que esa tarde había ganado la Bundesliga, con siete jornadas aún por delante. A las dos de la mañana, Alaba estaba instalado en el puesto del DJ. Incluso cantó. Entonces, según relata el periodista Martí Perarnau en su libro Herr Pep, “por primera vez en su vida Guardiola se unió al baile con los jugadores”. Antes de ese momento, y en parte precisamente para llegar a esa celebración, el entrenador había sacado a bailar por el campo a Alaba.
En esa puesta en danza empezó a forjarse la polivalencia de un futbolista que funciona ahora como uno de los pilares del Real Madrid, y que llega muy justo a la ida de las semifinales después de una contractura muscular. Cuando Guardiola llegó a Säbener Strasse, tenía 21 años y ya era un lateral izquierdo notable. Pero para el entrenador español aquello era apenas un punto de partida. No solo iba a necesitar interpretar el puesto de otra forma, sino que se enfrentaría a un viaje que le llevaría a zonas y funciones que no preveía. Más hacia delante que hacia atrás. Algunos rasgos adquiridos durante el tiempo que pasó con Guardiola destacan todavía hoy. Como si perteneciera a otro lugar del campo, es el central de la Liga que más pases da en el último tercio del campo contrario (9,4 cada 90 minutos), y lo hace además conservando una precisión altísima (92%), según los registros de Statsbomb.
El trayecto no discurrió en línea recta. Tras el primer partido de esa Bundesliga festejada en el Kitty Cheng Bar, Guardiola estaba bastante decepcionado con él, como recordó unas semanas más tarde con Perarnau: “Empezamos mal porque Alaba, en vez de ir hacia delante a presionar a su extremo, retrocedía rápidamente hacia atrás y regalaba el espacio. Pero lo corrigió muy pronto”, decía el técnico.
El austriaco se sometió a varias sesiones de refresco conceptual y todavía hoy es uno de los centrales de Europa que más lejos de su portería registra sus actuaciones defensivas (a 31,9 metros de media), y también de los que más adelante da los pases (a 40,9). En su paso del Bayern al Madrid, su posición se ha retrasado unos metros, pero ese traslado en parte tiene que ver con el contexto: en la Liga aparece entre los más avanzados, más o menos en la misma proporción en que lo era en la Bundesliga. Otra razón de ese retroceso tiene relación con las particularidades de cada equipo. Ancelotti empezó la temporada con la intención de defender muy arriba. Explicó varias veces que su meta era colocar la línea de la defensa en el centro del campo, pero los desajustes que esa presión alta provocaban al equipo le hicieron rectificar y retrasar a sus hombres a una zona menos expuesta.
En el Bayern de Guardiola, también cargó con la tarea de fijar la altura de la defensa, aunque no en aquel primer año, sino en el tercero, cuando descubrió otro puesto que no había imaginado: “No sabía que podía jugar como central”, dijo en una entrevista en The Guardian.
Pero mucho antes de dar ese paso atrás en el campo, en el primer curso Guardiola le empujó varios hacia delante. Como la temporada anterior el Bayern había ganado con Heynckes la Champions, uno de los primeros compromisos de la agenda era la Supercopa de Europa contra el Chelsea. Aquel día Guardiola encontró las líneas maestras del juego del nuevo Bayern: “Mantenemos a Lahm de mediocentro [un descubrimiento casual de aquel día]. A los lados, Boateng y Dante para que Lahm pueda salir agresivamente a dividir al contrario. Bastian [Schweinsteiger] y Kroos por delante como interiores ofensivos y entonces hacemos el movimiento: Rafinha y Alaba dejan de ser laterales y pasan a ser también centrocampistas”. Así empezó a jugar el austriaco como centrocampista, y a mirar cada vez más hacia delante.
De esa polivalencia se ha aprovechado Ancelotti, que lo conocía bien, ya que sucedió a Guardiola en el banquillo del Bayern en el verano de 2016. El italiano, que en Alemania lo usó sobre todo por la izquierda, sabía bien de su flexibilidad, y en el Madrid lo utiliza principalmente de central, que es donde más lo ha necesitado.
Esa Supercopa de las revelaciones tácticas hubo de decidirse en los penaltis, y ahí Guardiola descubrió un rasgo de carácter que el austriaco traía de serie y ha resultado fundamental en su encaje en el Madrid. “¿Quién quiere tirar?”, preguntó el técnico. Alaba fue el primero en ofrecerse, justo antes que Kroos. Tiraron también en ese orden, acertaron, y el Bayern se llevó la Supercopa, el primer título de Guardiola en Alemania.
La semana pasada el diario alemán Bild preguntó al austriaco por el entrenador español y su reencuentro como rivales esta noche: “Lo pasamos muy bien juntos en el Bayern, pero esta vez se trata de molestarle”, dijo.
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