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Los partidos largos de Unai Emery

El técnico del Villarreal maduró el encuentro contra la Juventus para la entrada de Gerard Moreno y el mal menor de la prórroga

Villarreal Champions
Unai Emery, entrendor del Villarreal, da órdenes desde la banda.PABLO MORANO (REUTERS)

En la víspera del Juventus-Villarreal, Unai Emery ya había anunciado parte de sus intenciones. “Ahora que no hay ventaja con los goles fuera, hay más posibilidades de que haya prórroga y penaltis. Sabemos que el partido va a ser largo porque la Juventus gana más que empata y casi no pierde”, susurró en la conferencia de prensa. No era la primera vez que el técnico vasco hablaba de partido largo. Alguna que otra vez ya se le había escapado la acepción para prevenir de que su Villarreal no se mueve mal en los duelos cerrados, sin goles o con marcadores cortos, en los que suele triunfar el espíritu de supervivencia.

Largas, hasta los penaltis, fueron la final de la Europa League contra el Manchester United en el último partido de la temporada pasada y de la Supercopa contra el Chelsea en el estreno de la actual. Largos han sido en este curso los dos partidos contra el Real Madrid finalizados ambos con empate sin goles. Y largo quería hacer el duelo contra la Juventus con dos premisas evidentes: no le importaba llegar a la prórroga y por el camino hacia ella, más tarde que pronto, dar entrada al añorado Gerard Moreno, que debía convertirse en el punto de inflexión para que su equipo pasara a ser más agresivo en ataque. Le salió redondo.

Además, para fomentar su teoría de partido largo, Emery tenía preparada una maniobra defensiva como mínimo llamativa para un técnico que no suele retocar casi nunca su última línea de cuatro zagueros. Decidió que Yeremy Pino, que venía de marcarle cuatro goles al Espanyol desde su puesto de extremo derecho, se reconvirtiera en lateral de esa banda cada vez que el rival tuviera la posesión. Así, el teórico lateral, Aurier, pasaba a ser un tercer central muy cerca de Albiol y Pau, dibujando una línea de cinco atrás. Ese movimiento táctico forzado desequilibró al Villarreal en la faceta ofensiva durante toda la primera mitad y dejó en evidencia las mínimas prestaciones destructivas del joven canario, que abandonó el campo en el minuto 64 sin terminar de entender su real desempeño hasta entonces.

Con los dos primeros cambios, el citado de Pino, sustituido por Chukwueze, y la entrada de Coquelin por Trigueros, Emery continuó alargando el partido. Pasó a jugar con tres mediocentros, preparando el terreno para la vuelta de Gerard Moreno, a quien llevaba mimando durante un mes justo para que pudiera jugar unos minutos en la vuelta de esta eliminatoria. Todo lo que sucedió después, con Gerard en el césped, ya está en el departamento de gloria del club amarillo.

La dura vida sin Bonucci y Chiellini. En cuanto el Villarreal mostró sus uñas, la Juventus dejó al descubierto sus carencias defensivas. Sus últimos minutos fueron traumáticos en ese sentido. Un anuncio de lo que le puede esperar en un futuro cercano cuando Bonucci (34 años y dos de contrato en vigor) y Chiellini (37, uno de contrato) ya no estén al nivel óptimo. El holandés De Ligt (22) no ha sabido asumir el papel de líder defensivo que se le presumía en sus tiempos del Ajax y Rugani (27) parece haberse estancado definitivamente. Allegri acabó con Danilo de central de circunstancias. Resuelta con Vlahovic la exigencia goleadora, el club juventino deberá afrontar ahora el relevo de sus dos caudillos defensivos.

Darwin, el nuevo Cavani. El Benfica se ha hecho un hueco entre los ocho mejores de la Champions desde los goles de su delantero Darwin Núñez (Artigas, Uruguay, 22 años). El nuevo Cavani, como ya se le reconoce internacionalmente por sus parecidas condiciones tanto en el aspecto físico, como en el técnico, a la mejor versión de su compatriota. Su eficacia realizadora ya ha colocado a Darwin en el mercado y el Benfica le ha puesto precio para final de temporada: 65 millones.

Máximo realizador de la Liga portuguesa con 20 tantos en 22 partidos, en la Champions lleva cuatro en ocho. Suyo, de cabeza, fue el gol del triunfo el martes en Ámsterdam ante el Ajax y suyos fueron dos de los tres marcados al Barcelona en la fase de grupos. También acertó ante el Bayern.

Una larga serie de lesiones en su etapa en Peñarol retrasaron su proyección hasta que llegó al Almería en la temporada 19-20 a cambio de 13 millones de euros. Solo estuvo ese curso. Marcó 16 tantos y el Benfica no dudó en invertir 24 millones en su fichaje, la operación más cara en la historia del club y del campeonato portugués. Extremo izquierda en un ataque de tres elementos o delantero centro en uno de dos, destaca por su potencia física. Su buen sentido de la anticipación le permite dominar el juego aéreo (1,87 centímetros) y su envergadura le hace sentirse cómodo en el juego de espaldas, asociándose sin complejos en las acciones colectivas. Posiblemente, su mejor virtud sea la forma de atacar los espacios en velocidad: un potro desbocado.

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