El ‘power’ de Queralt Castellet: “¡Que las niñas vean que el camino es posible!”
La plata olímpica en Pekín dice que con la repercusión que ha tenido su metal es imposible que no tenga un impacto real en las más jóvenes
Hace 20 grados en el Estadio Vallehermoso de Madrid donde Iberdrola ha juntado a todas sus embajadoras para presentar su nuevo compromiso con el deporte femenino. Queralt Castellet, 32 años y plata en los Juegos de Invierno de Pekín, se pelea para quitarse el micro que se le ha quedado enganchado. El solazo de este lunes de finales de febrero lo suele ver a 2.000 metros de altura, donde hay nieve para entrenarse. Todavía dice sentirse poseída por la energía de la medalla que cosechó en Pekín. Y la transmite, ella que en sus cuartos Juegos se preguntaba que por qué nunca llegaba ese metal si no había parado de perseguirlo y de intentarlo. Y a su lado escucha atenta Teresa Portela, que también tuvo que esperar seis Juegos para celebrar una medalla olímpica. Y Sandra Sánchez, que persiguió el oro desde que fue excluida de la selección cuando, con 20 años, decidió estar junto a su madre a la que le habían diagnosticado un cáncer.
Castellet las mira y dice “menudo power hay aquí”, cuánta energía: “¡Que las niñas vean que el camino es posible! Eso es muy guay”, exclama. El camino es el que la ha llevado a la gloria en un deporte minoritario. Un camino, que como ella dice, no ha sido nada convencional, pero del que espera que sí lo sea para las niñas que empiezan ahora en el snowboard y en el halfpipe.
Así lo cuenta en una charla con este periódico. “Mi camino no ha sido el convencional, no ha sido el que una niña debería seguir para llegar adonde he llegado yo. Es un camino lleno de obstáculos, guiado por las decisiones que me acercaban a pasar más horas en la nieve. Eso implicó irme de casa muy joven, estar siempre fuera de mi país, seguir pagándome los viajes con los premios que iba sacando. Eso implicaba entrar a una competición con la presión de: ‘tengo que conseguir un podio para poder continuar”, reflexiona. Y añade: “Ese no es un camino muy fácil. En el deporte de élite nunca lo es, pero no es algo convencional que las demás chicas contra las que he competido hayan recorrido. Cuando he hablado con ellas de esto me decían: ¡uaaaaaa, lo tuyo es impresionante! Ojalá a partir de ahora se cree un poco de camino y facilidades para la juventud”.
Está convencida de que así será, porque no puede pasar otra cosa. “Después de ver la repercusión que han tenido los Juegos, la reacción de la gente por una medalla en snowboard, me sorprendería mucho que mi plata no tuviera un impacto real”. Lo cuenta después de un acto, precisamente, en el que Iberdrola anuncia haber duplicado su compromiso –inversión- en el deporte femenino para fomentar la igualdad de género.
Si hasta ahora la compañía eléctrica prestaba ayuda a 300.000 deportistas federadas, este lunes ha anunciado que serán 600.000. De 16 federaciones, ha pasado a ayudar 32 (yudo, squash, taekwondo, actividades subacuáticas, bolos, montaña-escalada, tiro con arco, tenis, natación sincronizada, patinaje, vela, pelota, remo, deportes de invierno, luchas olímpicas y halterofilia). Existen dos tipos de patrocinio de Iberdrola: las directas a las Federaciones (la de triatlón percibe, por ejemplo, 132.000 euros) y las que concede a través del programa Universo y Mujer del Consejo Superior de Deportes.
Paula Badosa, nueva embajadora de Iberdrola, que ha irrumpido en la élite mundial del tenis, dice que el deporte femenino crece también gracias a las oportunidades y eso que el suyo tiene mucha visibilidad. “Las jóvenes antes no tenían este tipo de ayuda y es importante”. Todavía no acaba de asumir lo que ha conseguido en los últimos meses. “Que haya gente que se despierte a las tres de la mañana para ver mis partidos me sigue chocando y me emociona. Y me da fuerza; también que una periodista venga a hacerme preguntas como lo estás haciendo tú. Me impacta que la gente haga conmigo lo que hace con Rafa Nadal”, dice.
“No he asumido todavía que la gente me vea como un ejemplo. Les miro y digo: ¿Yo? ¿Un ejemplo? Supongo que poco a poco me iré acostumbrando, me ha venido todo muy rápido”. ¿Qué significa que pueda ser un ejemplo para las mujeres? “Es lo que más me emociona cuando niñas tenistas me dicen que soy una inspiración para ellas porque las mujeres hemos luchado mucho para estar donde estamos y en su momento algunos no creían en nosotras o en que yo pudiera hacer algo así”. ¿Ha sentido que no creían en usted? “Muchas veces, también que no tenía talento. El deporte además es muy machista. Por eso celebro que haya deportistas como Simone Biles que hayan tirado barreras”.
María Laborda tiene 17 años y hace escalada. Es de Zaragoza y para poder entrenarse necesita moverse a sitios como Pamplona o Barcelona. “El nuestro es un deporte minoritario. ¡Qué curioso!, me contestan cuando digo que hago escalada”, resume. Celebra las ayudas económicas para viajes a competiciones internacionales, las becas y para algo tan básico como el material. “En escalada, los gatos [calzado] te suelen costar 100 euros, el arnés otros 100…”, cuenta. Eva María Moral, paralímpica de triatlón (fue bronce en Tokio) subraya la tranquilidad de poder contar con apoyos económicos durante el embarazo.
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