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EL JUEGO INFINITO
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La FIFA y Papá Noel

Complacer los intereses económicos de los clubes y de los organismos internacionales terminará con la salud de los jugadores y con la paciencia de los aficionados

Jorge Valdano
Jorge Valdano

No interrumpa

El fútbol habla a través de las tribunas. Ahí está el individuo, con su peligrosa emocionalidad, escondiendo frustraciones y deseos que arrastra quién sabe desde cuando, quién sabe de qué tamaño. Y también está la comunidad, que se expresa en cantos corales, una maraña a la que hay que escuchar porque nos cuenta sordos latidos sociales. Pero esta semana el fútbol delegó su palabra en su autoridad máxima: el presidente de la FIFA. Lo hizo nada menos que ante el Consejo de Europa y dejó esta perla: “Tenemos que dar esperanzas a los africanos, para que no tengan que morir en el Mediterráneo en busca de una vida mejor”. Todo para justificar un Mundial cada dos años que haga más rico al organismo que preside. La desfachatez fue tan denunciada que dieron ganas de darle un consejo: dado que el fútbol habla por sí mismo, no vuelva a interrumpirlo.

Aviones que se cruzan

Esta próxima semana pasará lo que tenía que pasar: jugadores que tienen que jugar dos partidos en dos continentes al mismo tiempo. Un imposible, como dos aviones que se cruzan y que en los dos viajaran los mismos jugadores. Cumplen con su selección o cumplen con su equipo. El Madrid lo pagará contra el Athletic en Copa. FIFA, que prioriza reglamentariamente a las selecciones, pretende un Mundial cada dos años, con más partidos de clasificación que romperán las costuras de los calendarios. La idea rebaja a un cincuenta por ciento la excepcionalidad de los Mundiales, un campeonato que ordena la vida de los aficionados en porciones de leyenda cada cuatro años. Si FIFA tuviera derechos sobre las fiestas navideñas, Papá Noel vendría en trineo también en julio. Complacer los intereses económicos de los clubes, de la UEFA y de la FIFA terminará con la salud de los jugadores y con la paciencia de los aficionados. Todo sea por los africanos.

Correr para no caer

Ya se ve, a lo lejos, como un tren bala que viene a toda velocidad: la eliminatoria entre el PSG y el Real Madrid. ¿Ustedes se fijaron que, en el fútbol de estos días, todo el mundo corre, pero no para alcanzar una meta sino para escapar del precipicio? ¿Cuál es la singularidad de esta eliminatoria? Que los dos equipos deben ganarla. No importa que marchen primeros y con mucha ventaja en sus respectivas Ligas, en lo que no es un paseo, pero casi. De manera que la Liga está descontada, como si no hubiera mérito en ganarla con autoridad. Al revés, llevar una ventaja tan grande te pone en un escenario incomodísimo: el de las grandes expectativas creadas. Ahora a los dos les toca ganar en Champions para evitar una catástrofe también económica. Hemos pasado de vivir ilusionados a vivir amenazados por el puto fútbol. Pobres entrenadores.

La pasión como estilo

Hasta Simeone sufre el impacto de los malos resultados después de 10 años dedicados a cambiar la historia de su club. Pero por él no hay que preocuparse. Un día quedé para hacerle una entrevista y entre la cita y el encuentro pasaron 15 días en los que al Atlético le fue mal. Qué pena, pensé, me voy a encontrar a un Cholo desmoralizado. Llegó, se sentó y me comió. Contra este tipo no jugaría ni a las cartas, pensé. Ese día comprendí que tiene un yacimiento de pasión del que extrae una energía imbatible. Es lo que subyace en el excelente documental de Movistar Plus: una fuerza nerviosa capaz de despertar para siempre a un club dormido. Para qué les voy a engañar, el juego del Cholo no es para mí. Pero me descubro ante esa gran obra construida desde el amor al fútbol y al Atlético de Madrid.

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