¿Y si el Barça y Dembélé tienen razón?
En esta visión financiera del fútbol en la que estamos viviendo, los jugadores, sus agentes y sus familias han decidido que ellos también pueden gestionar los cambios de club
Suele ser de esas cuestiones que cuando te lo planteas en frío siempre tiene una solución fácil, pero cuando sucede en caliente, en directo, vamos, en la vida misma, siempre, siempre, siempre, se responden de la misma forma: “Depende”.
Y es que hay veces en las que para ser director deportivo lo mejor es apoyarse en los que más saben. Por ejemplo, en Pau Donés y Jarabe de Palo cuando cantaban aquello de Depende ¿De qué depende? De según cómo se mire, todo depende.
Ya, ya sé que no se imaginan que en medio de una tensa reunión en la que, por ejemplo, se decide qué hacer con Dembélé, en la cabeza del director deportivo suene la voz de Pau diciéndole que la solución es “depende”. Pero yo les diría que puede pasar, vamos, que seguramente ha pasado y seguramente también volverá a pasar.
Porque veamos, la solución primera, la más directa y visceral, es que si no quiere renovar pues dejamos de contar con él y se acabó, y de esa forma nos apoyamos en los jugadores que siguen comprometidos con el equipo, con el club, sabiendo que eso del equipo y del club no es exactamente lo mismo aunque lo parezca. Un jugador comprometido con el equipo sería alguien que entrena con intensidad, muestra una energía positiva, ayuda a los compañeros, sabe estar tanto si juega como si no y cada vez que hay que arriesgar lo hace como corresponde. Y hasta sonríe cuando viene a entrenar.
Lo que pasa es que ese mismo profesional puede encontrarse al final de su contrato y no estar muy por la labor de salir y proporcionar un postrero rendimiento económico más la liberación de la parte de salario que tiene que percibir en la segunda parte de la temporada. Diríamos entonces que ese profesional no está alineado con el club y sus deseos. Mismo profesional, misma situación, mismo momento y dos respuestas diferentes. Vaya, que depende de por dónde lo miremos.
Para verlo por otro sitio, otra forma de “depende”, imaginemos que ese mismo club ha decidido no renovar a un jugador de su plantilla y este tiene una buena oferta para continuar su carrera en otro club, pero su club de origen necesita de sus servicios porque su plantilla es corta, tiene bajas, no tiene relevos en esa posición o considera que ese jugador es un tipo imprescindible en el vestuario, así que responde a su petición con un “no” rotundo. Además, el club siempre podrá alegar que tiene un contrato firmado y que debe cumplirlo y, faltaría más, le pagan generosamente para hacerlo.
¿Se entendería entonces que ese jugador le dijese al club que no va a volver a jugar? ¿Y si alegase que jugando ponía en riesgo su condición física y la posibilidad de continuar su carrera en otro equipo, no acabaríamos tildándole de egoísta, pesetero y todas esas cosas? Pues seguramente la respuesta vuelve a ser un “depende”.
Pero haríamos bien todos en irnos acostumbrando a este tipo de situaciones porque esta cuestión está pasando de ocasional a tendencia y si observamos el fútbol europeo veremos que cada vez más equipos tienen dosieres de este tipo en su gestión, ya que en esta visión financiera del fútbol en la que estamos viviendo, los jugadores, sus agentes y sus familias han decidido que ellos también pueden gestionar esos cambios de club y que los réditos económicos producidos vayan a sus bolsillos, con lo que eso cambia el paradigma de un fútbol sostenido financieramente en la venta de jugadores.
¿Será ese el futuro del fútbol siguiendo la estructura económica del deporte americano, donde no hay traspasos? Respuesta: “Depende”.
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