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Muere asesinado el atleta ecuatoriano Alex Quiñónez

Bronce en los 200 metros del Mundial de 2019, fue víctima de un tiroteo en las calles de Guayaquil

Alex Quiñónez, tras ganar la medalla de bronce de la final de 200 metros de los Campeonatos Mundiales de Doha, en 2019.
Alex Quiñónez, tras ganar la medalla de bronce de la final de 200 metros de los Campeonatos Mundiales de Doha, en 2019.MUSTAFA ABUMUNES (AFP)
Carlos Arribas

Alex Quiñónez, uno de los mejores atletas del mundo, murió asesinado a tiros la noche del viernes en las calles del barrio de Colinas de la Florida, en Guayaquil (Ecuador), donde vivía. La policía investiga las circunstancias, aún confusas, del suceso, en el que también murió un amigo del atleta. Ecuador está sometido a un toque de queda debido al incremento de la delincuencia y la zona costera de Guayas, cuya capital es la ciudad portuaria de Guayaquil, es una de las que más muertes violentas registra. Según testigos citados por el diario El Universo, varios sujetos utilizando trajes parecidos a los de la Policía Nacional llegaron al sitio y dispararon en contra de dos personas, una de ellas Quiñónez.

Quiñónez, de 32 años, un corredor menudo (1,76 metros, 65 kilos) con una gran capacidad de mantener la velocidad, fue medallista de bronce de los 200 metros en el Mundial de Doha 2019, año en el que fue también campeón panamericano de la distancia en Lima y en el que consiguió, en la Diamond League de Lausana, su mejor marca en la distancia, 19,87s. Formaba parte del equipo de atletismo del Fútbol Club Barcelona y participaba regularmente en los campeonatos de clubes españoles.

Nacido en Esmeraldas, también en la costa, al norte de Guayaquil, Quiñónez dejó por un tiempo el atletismo después de haber conseguido ser finalista olímpico en Londres 2012 (terminó séptimo). Volvió a la disciplina y al trabajo intenso en 2017, de la mano del técnico cubano establecido en Quito Nelson Gutiérrez, también entrenador del cuatrocentista colombiano Anthony Zambrano, y quien le fijó el objetivo de mejorar la salida, fortalecerse muscularmente y descender de los 19,80s para aspirar a una medalla en los Juegos de Tokio, en los que, finalmente, no pudo participar.

“Son pruebas de Dios, hay que aceptarlas”, fue su comentario de resignación en la Villa Olímpica de la capital japonesa cuando, comenzados los Juegos, su representante, el español Alberto Suárez, le comunicó a Quiñónez que el Tribunal Arbitral del Deporte (TAS) le había denegado una suspensión cautelar de la sanción de un año que le había impuesto unas semanas antes la Federación Internacional de Atletismo por no notificar correctamente en mayo su paradero para los controles antidopaje fuera de competición. El error lo asumió su representante, que se encargaba de poner al día las notificaciones, lo que le valió la reducción a un año de la sanción prevista de dos, pero no el perdón completo.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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