Desirée Vila, la gimnasta que perdió una pierna y competirá como atleta en los Juegos Paralímpicos
La gallega, víctima de una negligencia médica, tiene el récord de España de salto de longitud y 100 metros, y da charlas a empresarios
“¡Hola a todos! Soy Desirée y me falta un pie”. Resuelta y expresiva ante la cámara, una chica de 22 años se presenta así en los vídeos que cuelga en YouTube. El más visto tiene casi medio millón de visitas y explica cómo son sus prótesis, cuánto cuestan y cómo funcionan. Esa energía positiva es también el resultado de un proceso que inició hace seis años cuando era una adolescente que se asomaba a la élite de la gimnasia acrobática. En un entrenamiento sufrió una fractura de tibia y peroné que derivó, según determinó un juzgado, en una negligencia médica que obligó a amputar la pierna derecha por encima de la rodilla.
Desirée Vila Bargiela, nacida en Pontevedra, acaba de conseguir la marca mínima para participar en los Juegos Paralímpicos. Ahora es atleta, está entre las mejores del mundo de su categoría en salto de longitud, tiene los récords de España en esa disciplina y en 100 metros, vive en la Residencia Blume de Madrid, entrena en un Centro de Alto Rendimiento, es universitaria y ofrece charlas a directivos. Pasó de querer morirse a beberse la vida. “Lo que se produjo fue un tránsito psicológico y personal porque aprendí a gestionar las emociones”, explica.
En marzo de 2015, en un hospital de Vigo, una chiquilla de 15 años se cuestionaba cómo iba a ser su vida. “¡Te haces tantas preguntas! Recibes la noticia de una amputación y no sabes nada sobre discapacidad. Ahora lo veo con otros ojos. Tengo limitaciones, pero hago más cosas que muchas personas que tienen las dos piernas. Y eso es lo que quiero transmitir”.
El deporte jamás dejó de estar ahí. “Probé con la natación, el tenis de mesa en silla de ruedas, el baloncesto. Me costó pasar página de la gimnasia, pero necesitaba la adrenalina de la competición y el deporte de alto rendimiento, poner el cuerpo al límite, tener un preparador y una planificación”, recuerda Vila. Vio por televisión las pruebas de atletismo de los Juegos Paralímpicos y entendió que aquello era lo suyo. Se calzó una prótesis de competición, se fue de Erasmus a Malta. Vio, probó, maduró y decidió. “Me fui a Madrid sin conocer a nadie para hacer una apuesta por y para el deporte”, cuenta. La apuesta incluía también un giro en los estudios, una nueva vida. “Creo que me ha salido bien”, resuelve.
Saltar sobre un foso de arena no debe de ser sencillo cuando uno de los apoyos se realiza sobre una ballesta. Ahí emerge la gimnasta que parecía olvidada. “La parte más técnica se parece porque en la gimnasia también te enseñaban a aterrizar. Y en ambos casos al principio siempre te da algo de respeto”. Que no le hablen de miedos a Desirée Vila. Le asolaron en una cama de hospital cuando buscaba vídeos con información sobre cómo podría vivir con una sola pierna. Y los despejó con una visita que le cambió la vida porque las referencias que rastreaba no aparecieron en la red sino en su casa de Gondomar, cerca de Vigo. “Irene Villa [víctima de ETA que perdió las dos piernas] vino a conocerme. Y no es lo mismo que te digan que vas a poder hacer una vida normal o a hacer deporte que a tener delante el ejemplo de una persona que lleva una vida extraordinaria y tiene una familia. ¡Yo tenía dudas incluso de si podría tener hijos! Era muy jovencita, pero esas preguntas más íntimas, esas inseguridades, sólo te las puede contestar quien lo ha pasado”.
Por eso Desirée avisa en sus vídeos, pizpireta, de que le falta un pie. “Hablo abiertamente de la discapacidad y con un mensaje positivo y de naturalidad”, matiza. Y esos valores son los que expone cuando acude con la Fundación Adecco a impartir charlas en empresas. Ahora es ella la referencia. “A veces pienso en cómo es posible que varios empresarios estén escuchando lo que tengo que decir”. Pero la atienden porque tiene algo importante que contarles: “En el mundo laboral, todavía hay prejuicios con las personas con discapacidad. Deberíamos normalizarlo y centrarnos más en las capacidades que en las limitaciones de las personas”.
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