El Barça tira la Liga
El conjunto azulgrana cede un empate ante el Levante después de dominar por 0-2 y ve esfumarse casi todas sus opciones de ser campeón (3-3)
No ha habido un equipo más aparente y frágil que el Barça. Hay momentos en que figura como el rey del mambo, apuntado a la Superliga, capaz de hacer ver que puja por Neymar y candidato también a ganar la Liga, líder al descanso (0-2) y en el minuto 64 (2-3) en Orriols. Y en ocasiones se presenta como un puñado de anónimos que vagan por el campo a merced de cualquier adversario, también del Levante, que empató en un abrir y cerrar de ojos por dos veces: 2-2 y finalmente 3-3. Las dos versiones azulgrana se han dado repetidamente en distintas jornadas y coincidieron en el encuentro del Ciutat de València.
La actuación barcelonista fue una broma de mal gusto que delata su falta de personalidad y el desatino de Koeman. El entrenador se equivocó tanto con los cambios que ni siquiera el ambicioso Messi logró poner remedio a un resultado que descabalga definitivamente al Barcelona de la Liga. Los azulgrana se han vencido igualmente ante los grandes y favoritos, el Atlético y el Madrid, que frente a los no tan grandes, como el Granada o el Levante. Nunca han sido líderes de la Liga.
Muy frío, calculador y temeroso ante el Atlético, el Barça arriesgó de salida contra el Levante. No jugaba Dest ni tampoco Sergi Roberto, futbolistas versátiles en el 3-5-2, sino que el costado derecho fue ocupado por Dembélé, suplente desde el clásico de Valdebebas. A los azulgrana les falta a menudo profundidad y el francés es un futbolista que abre el campo, tiene regate y remata con las dos piernas, una buena alternativa para descongestionar el juego interior que se genera alrededor de Messi. La presencia como falso lateral del extremo suponía por el contrario una concesión defensiva más en un equipo frágil y fácil de atacar para Toño, Bardhi o para delanteros que saben ocupar las bandas como Morales. El nudo del partido parecía estar y estuvo en Dembélé.
Orientado hacia el flanco del francés, el Barcelona se fue a por el encuentro con descaro, rápido en la presión y la circulación y también desafortunado en la definición porque las mejores ocasiones acababan en Pedri. Exquisito en el pase y el giro, el canario no tiene puntería ni malicia, encogido ante Aitor. Pedri falló dos disparos de gol en cinco minutos presididos por el gran despliegue de De Jong. Los errores descentraron a los azulgrana y animaron al Levante. El encuentro se equilibró para decantarse después por el costado contrario al de Dembélé, siempre más resolutivo cuando conectan Alba y Messi. El lateral izquierdo centró, tocó Miramón y el 10 enganchó con la zurda al poste derecho de Aitor.
Messi ni siquiera celebró su gol sino que no paró de murmurar a cada uno de los compañeros que se acercaban para felicitarle como pichichi (29). Al rosarino no le gustaba cómo jugaba su equipo, mal parado y expuesto, acobardado en el área de Ter Stegen. Al grito de Messi despertó el Barça. Las veloces conducciones y los regates del 10 desajustaron al Levante y propiciaron el 0-2. El pase interior del argentino para Dembélé acabó con una asistencia del francés para Pedri después de aguantar la carga de Duarte. A puerta vacía, el canario solo tuvo que empujar la pelota para contar su primer gol después de 28 partidos. Los barcelonistas dejaron por acabada la contienda en el descanso con 0-2 después de que Koeman cambiara al lesionado Araujo por Sergi Roberto.
El Barça perdió el sitio en la cancha, bajó el ritmo de juego y se achantó cerca del área de Ter Stegen. Las pérdidas reiteradas de balón fueron la mejor munición para el Levante. El gol estaba cantado por la vulnerabilidad del Barça. No funcionaba como central derecho Sergi Roberto, no sabían tener la pelota Busquets, De Jong ni Messi y cada llegada de los muchachos de Paco López era gol: cabeceó Melero un centro desde la derecha y empató Morales después de tirar la pared con Roger. La valentía del Levante favoreció las transiciones del Barça y también la expresividad de Dembéle. Al francés no le afecta el marcador ni el ambiente, desapasionado y certero al espacio, rematador implacable después de una media vuelta de Griezmann. Tampoco le alcanzó el 2-3 porque Koeman se lio cuando quitó a Dembélé y apostó por Dest. El lateral resbaló y facilitó el empate de Sergio León. El desplome del técnico y los futbolista fue tan rotundo que dieron por perdidos los puntos, el liderato y la Liga.
No hay líder que levante al equipo ni ilusión ni pasión que ayude a alzar el ánimo después de la ópera bufa en Orriols. La sala de espera queda habilitada para tomar decisiones en el Camp Nou y no para aguardar los resultados de Madrid y Atlético.
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