Sin Busquets, desconcierto azulgrana
El Barça sigue sin encontrar una alternativa para el puesto de mediocentro
Fue un choque de cabezas con Savic que le dejó con la nariz sangrando y mareado, hasta el punto de que Sergio Busquets (Sabadell, Barcelona; 32 años) pidió el cambio. Desde entonces, el Atlético cogió el balón y ahogó al Barcelona, gobernador del primer tiempo hasta que el equipo se corrigió en el segundo acto y dio un paso hacia delante. “La lesión de Busi nos ha dejado un poco tocados porque mientras estuvo, teníamos controlado el partido. Al irse, se descontroló todo un poco”, analizó Alfred Schreuder, primer técnico en funciones durante el duelo porque Koeman estaba sancionado. Quizá algo normal si se tiene en cuenta que Busquets, desde que en 2008 aguantó el reto de los rondos con Messi y también fue el primero en defenderle de las tarascadas, siempre ha estado en el once.
La ocasión se la dio Guardiola cuando cogió el primer equipo, sabedor de que Busquets ya no era un finalizador —en las categorías inferiores era delantero centro— sino un compositor del juego. “Mi padre [Carles, exportero en la época de Cruyff y el dream team a la sombra de Zubizarreta] me dijo que jugara como supiera”, relataba el mediocentro. Y eso ha hecho desde entonces, casi siempre atornillado en el eje del campo. Tanto es así que en ese curso ya rebasó a Márquez, que jugó de central, y a Yayá Touré. Dos temporadas más tarde llegó Mascherano como alternativa y el Jefecito acabó por jugar de central. Y el último rival por el puesto fue, en 2012, Alex Song, que tampoco aguantó el envite. Así, desde hace una década que el Barcelona no ficha a un mediocentro puro —este año a Pjanic, recluido al ostracismo—, pues Paulinho (llegó en 2017), Arturo Vidal (2018) y De Jong (2019) hacen las veces de interior. Y jóvenes como Oriol Romeu, Gumbau y Samper llamaron a la puerta pero tampoco se quedaron.
Fisura en la mandíbula
La incidencia de Busquets en el juego es absoluta porque se inserta entre los centrales para sacar el balón jugado a la vez que es quien marca la línea de presión para los medios, por más que en ocasiones salga de sitio. “Pero muchas veces la corta, ¿eh? Es muy inteligente”, expone un jugador azulgrana; “y llevamos tantos años que hay mecanismos que salen solos”. Tan capital es para el Barça como para la selección, hasta el punto de que Del Bosque se pidió ser Busi en otra vida. Lo mismo que la mayoría de los técnicos que lo han tenido, aunque al contrario de la opinión en los premios individuales. “Quien no entiende el fútbol, no valora mi juego”, llegó a decir en los primeros años cuando se molestaba por algo que con el tiempo dejó de darle importancia. Y le bastó con el reconocimiento de los compañeros. Suma 624 encuentros —el cuarto que más en la historia del club por detrás de Messi (775), Xavi (767) e Iniesta (674)— con el Barcelona resumidos en 15 goles, 40 asistencias y 151 tarjetas amarillas por solo una expulsión, en 2012 ante el Benfica.
No se sabe si podrá jugar este martes en el campo del Levante porque tiene una contusión facial con una fisura maxilar superior (mandíbula), pero el Barça todavía tiene alguna opción del título liguero y tanto el club como el futbolista valoran la posibilidad de que utilice una máscara —como en su día hicieron Luis Enrique, Puyol y Rafinha— o algún tipo de protección menor si el dolor no es demasiado agudo.
Tanto Koeman como el equipo cuentan con él. También el área deportiva en su planificación para el curso próximo. “Claro que seguirá, pero sí que hay que buscarle competencia”, señalan desde el club, aunque también miran hacia la cantera. A Busi parece que le atrae la liga estadounidense. De momento, le necesitan para el Levante. Más que nada para que no se vuelva a dar el desconcierto porque De Jong prefiere jugar de interior, Sergi Roberto hace tiempo que no actúa en la posición y no hay otro que le pueda dar relevo.
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