Messi enchufa a Griezmann
El atacante francés, con los mejores números desde que llegó al Barça, recibió más pases del argentino que nadie y participó en cuatro goles ante el Granada
Aunque sea el mejor o quizá por ser el mejor, no es sencillo relacionarse con Messi sobre el tapete, futbolista que capitaliza el juego y define el estilo del Barça como ningún otro porque no hay ataque que no pase por sus pies. El último en descubrirlo ha sido Antoine Griezmann (Mâcon, Francia, 29 años). El francés se las prometía muy felices —”como en la misma mesa de Leo y Cristiano”, llegó a decir antes de enfundarse la casaca azulgrana—. Pero las ha pasado canutas hasta significarse en el equipo, también en el área rival. Entre otras cosas porque en este 2021 el francés ha participado en 13 goles —ha marcado siete y regalado seis—, más que cualquiera de Primera. Y también porque cuando Leo levanta la cabeza, le busca. Así se apreció ante el Granada, pues La Pulga le entregó 15 pases al francés, por encima de los 11 enlaces que tejió con Pedri y también, significativo porque jugó poco, con Riqui Puig. Medalla para Griezmann, capaz de adaptar su fútbol al costado como ya hicieran otros, exigidos por el Barça y también por Messi.
“No es sencillo que un campeón del mundo, un jugador que ha sido determinante en todos los equipos en los que ha jugado, sea tan humilde y se arremangue y corra cuando no le salen las cosas”, explican desde el área deportiva del Barcelona. No solo eso, sino que también se ha esmerado en ganarse las complicidades del vestuario, como esa mochila de Louis Vuitton personalizada con las siglas de cada uno bordadas que regaló por navidades a todos los del equipo. “Es buen chico”, admiten ahora desde el vestuario azulgrana; “nunca es fácil adaptarse a un grupo hecho, pero ha sabido darle la vuelta y desde luego que es un gran delantero”. Un jugador de área, por más que parta desde el costado. Algo ya visto en el Camp Nou y alrededor de Messi.
La onda expansiva del fútbol del argentino exige compañeros muy especiales, futbolistas que buscan los sucesivos técnicos ante el silencio sepulcral del argentino. Así, desde que Guardiola diera con la tecla en ese duelo memorable del 2-6 ante el Madrid (2009), Leo se situó por dentro de falso 9 y las figuras de Larsson —ahora ayudante de Koeman— o Maxi López, ejemplo de arietes que remataban más que pasaban, quedaron en el olvido. Lo mismo le ocurrió a Ibrahimovic, que se enrabietó —”sé jugar así, voy a jugar así y soy delantero centro”, le dijo a Guardiola— para marcharse de malos modos, superado por un Bojan que supo dar un paso al costado, atacar desde la banda. Antes se marchó del equipo Eto’o y luego le tocó a Villa adaptarse al carril, toda vez que cuando le ficharon le aconsejaron que no compitiera por los goles con Messi porque acabaría perdiendo. No fue una relación sencilla, pero El Guaje acabó por encontrarse con las diagonales como hace ahora Griezmann. O como aprendió en su día Henry —único francés que le supera en goles con el Barça (49 en 121 partidos), ahora que Antoine (26 en 77) ya ha igualado a Giuly (que los hizo en 124)—, todos delanteros que se significaron por su exquisita definición.
Con Leo en medio, llegó Neymar para despegarle al menos un defensor, también compinches como Pedro, aliños como Alexis y ascensos de Tello y Cuenca, incluso de Deulofeu a ratos. Pero se sumó Suárez y volvió a cambiar la historia. “Leo le pidió a Luis Enrique que le dejara volver a la banda porque Suárez era mucho más dañino cerca del área. Y esas cosas, Leo las ve”, cuenta un jugador que estuvo en ese vestuario. Momentos de vino y rosa para el Barcelona, que con la MSN (Messi, Luis Suárez y Neymar) volvió a hacer con Luis Enrique el triplete que inauguró Guardiola. “No hemos tenido nunca un tridente tan bueno”, reflexionaba por entonces Piqué. Iniesta también dio su opinión: “Henry, Eto’o... siempre hemos tenido a los más grandes. Pero estos tres en la máxima expresión son incomparables. Para mí son los tres números uno y el futuro debe ser todavía mejor: son jóvenes y tienen un futuro espectacular”. Ahora es otra cosa.
Vaivenes por la izquierda
Koeman tenía a Ansu Fati como extremo izquierdo fijo hasta que se lesionó de gravedad, penalidad a la que le ha dado muchas vueltas. Desde entonces, por ahí ha desfilado de inicio Pedri en nueve ocasiones; seguido por Coutinho y Griezmann (4), Dembélé (3), además de una de Riqui Puig, Braithwaite (2), Junior y Jordi Alba. Pero ahora, al fin, parece el puesto de Griezmann, que ya no profundiza por el costado ni tira quiebros infructuosos, sino que se mete dentro para dejarle espacio a las incursiones de Alba, también para pisar área o limitar sus funciones al toque rápido y, sobre todo, colectivo. Ante el Granada, por ejemplo, dio ocho pases de espaldas a la portería, el doble que Messi, De Jong y Riqui, segundos en la estadística. Y va de maravilla porque ya suma 12 goles —el acta del partido le da el primero ante el Granada en la Copa por más que su remate fuera al palo y de ahí al cuerpo de Aarón y luego a la red— y ocho asistencias en la temporada, números similares a los totales del curso anterior (15 y 4).
“Estoy muy bien desde enero, con la confianza de los compañeros y del míster es más fácil. Son rachas y hay que aprovecharlas”, resolvió Griezmann tras el Granada. “Con su efectividad somos más peligrosos”, cerró Koeman, feliz porque el francés hubiera participado en cuatro goles en un mismo partido por primera vez desde que llegara al Camp Nou. Seguramente porque Griezmann ya entra en la ecuación de todos.
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