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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Orwell, Whelan, Kafka y el infierno del Wigan

El conjunto inglés tocó el cielo en 2013 al ganar la Copa en Wembley. Hoy busca comprador

De izquierda a derecha, Jesús Seba, Roberto Martínez e Isidro Díaz, con el Wigan en 1996.
De izquierda a derecha, Jesús Seba, Roberto Martínez e Isidro Díaz, con el Wigan en 1996.

Wigan es la típica ciudad industrial del norte de Inglaterra. A caballo entre Liverpool y Mánchester, atravesada por el canal Liverpool-Leeds, prosperó con la minería y el textil. George Orwell la eligió como punto de llegada en el viaje que hizo en 1937 para estudiar las penurias de la clase obrera tras la Gran Depresión. En El camino a Wigan Pier retrató “un paisaje monstruoso de montones de escoria, chimeneas, chatarra amontonada, canales inmundos, senderos de barro color ceniza atravesados por huellas de zuecos”.

Los locales aborrecen el libro de Orwell, al que acusan de presentar lo peor como si fuera lo normal. Pero puso a Wigan en el mapa y acabaron utilizándolo como un elemento de atracción turística cuando en los ochenta cerraron minas y telares.

Wigan siempre ha mantenido su orgullo de clase. Su vida musical y nocturna era legendaria en los años setenta y allí empezó la costumbre muy norteña de convertir las mesas de los bares en pistas de baile. A Orwell le acusan de haber estado solo una vez en el pub y de no haberse acercado nunca ni al fútbol ni al rugby, tres elementos esenciales para tomar el pulso de la ciudad. Sigue habiendo bares y el rugby goza de muy buena salud (los Wigan Warriors son el equipo más galardonado del rugby a trece británico). El fútbol, sin embargo, vive tiempos kafkianos.

El Wigan Athletic nunca ha sido un grande. Fundado en 1932, vivió felizmente en las categorías regionales hasta 1978, cuando alcanzó las ligas nacionales. Todo cambió en febrero de 1995, cuando lo compró Dave Whelan. Whelan fue un delantero del Blackburn Rovers cuya carrera decayó tras romperse una pierna en la final de la Copa de Inglaterra de 1960. Tras su retirada, empezó a vender ropa en los mercadillos y con el tiempo se haría multimillonario.

Hombre de carácter, thatcherista irredento, incapaz de comprender que asimilar a los judíos con la avaricia o llamar chinks a los chinos es racismo, hizo sonreír a muchos cuando al comprar el Wigan Athletic en enero de 1995, entonces en la cuarta división, se puso como objetivo llevarlo a la Premier. A través de sus conexiones personales en España, Whelan fichó a Roberto Martínez, Isidro Díaz y Jesús Seba, bautizados desde el primer instante como The Three Amigos, pioneros de la amplia camada de futbolistas españoles que hoy se ganan la vida en Inglaterra. El Wigan llegó a la Premier en 2005 y tocó el cielo el 11 de mayo de 2013 cuando, con Roberto Martínez de entrenador, ganó la Copa de Inglaterra en Wembley con un gol en el tiempo de descuento (1-0) contra el Manchester City de Roberto Mancini.

A partir de ese día, el Wigan Athletic ha vivido en el mundo de Kafka. Una semana después se convirtió en el primer campeón de Copa que baja ese mismo año a Segunda. Ya mayor y con los negocios a la deriva, Dave Whelan vendió el club en noviembre de 2018 a un consorcio llamado International Entertainment Corporation (IEC), que llegaba con la pátina de ser una empresa cotizada en la bolsa de Hong Kong… pero registrada en las islas Caimán y con intereses en hoteles y casinos en Filipinas.

Todo parecía normal hasta que el 29 de mayo pasado, en plena pandemia, IEC vendió el Wigan Athletic a una empresa creada unos pocos meses antes llamada Next Leader Fund (NFL), que a las pocas semanas declaró al club en suspensión de pagos sin razón aparente. Los boquiabiertos hinchas del Wigan Athletic sospechan que son víctimas de una mafia de las apuesta, algo que nunca se ha podido comprobar. La declaración de suspensión de pagos supuso una deducción de 12 puntos y el descenso irremediable a Segunda B. Ahora, tras frustrarse una oferta de compra presentada en diciembre por Felipe Moreno, propietario del Leganés, el Wigan sigue buscando comprador e intentando evitar el descenso a Tercera.

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