“Brasil depende de un solo jugador: Neymar y Silva”
Hay dos maneras de explicar el fútbol en la tele: a gritos y mareando a datos, o con pausas y explicando lo que no se ve
Hay dos maneras de explicar el fútbol en la tele: a gritos y mareando a datos, o con pausas y explicando lo que no se ve. La primera es la típica en la Liga, donde el locutor se desgañita proyectando tensión donde hay aburrimiento y nos explica que Menganito avanza por la derecha y está a punto de entrar en el área (¡cómo si no lo estuviéramos viendo!) mientras el comentarista de apoyo le quita la palabra para explicar que hace ocho años él vio eso mismo en un partido en Azerbayán. En la Premier, en cambio, se imponen los silencios cuando no haya nada que decir y se explica lo que el espectador no ve o quizás no ha entendido.
Los llamados pundits, o sea, los sabios, son casi siempre exfutbolistas y la mayoría de ellos dicen lo que piensan, sin miedo a criticar a futbolistas o entrenadores. A veces, ese atrevimiento sale caro. El otro día, la exjugadora Karen Carney (tres ligas, cinco copas, una Copa de la UEFA, 144 veces internacional con Inglaterra), aludió a la intensidad del sistema de juego de los equipos de Marcelo Bielsa y a los problemas de cansancio que parecen tener al final de temporada, y añadió: “En realidad creo que consiguieron el ascenso debido a la covid, en el sentido de que les ha dado tiempo para descansar”. El Leeds reprodujo esas declaraciones en Twitter con un sarcástico comentario sobreimpreso: “Ascenso gracias al covid – Ganamos la Liga por 10 puntos”, que abrió la veda a todo tipo de abusos contra Carney, que se vio obligada a cerrar su propia cuenta de Twitter.
Quizá el comentarista más punzante es Roy Keane, excapitán del Manchester United, ya famoso en el campo por su carácter fuerte. A Keane no le importa decir lo que piensa, lo mismo sobre Mourinho cuando entrenaba al United y se quejaba del calendario (“Quizás el club es demasiado grande para él”, dijo sobre el entrenador portugués), que sobre Queiroz (“Tuvimos un desencuentro. Puso en cuestión mi lealtad y le dije a dónde se podía ir. Lo que siento es no haberle roto la cabeza. Pero un entrenador excelente”), sobre David De Gea (“Me pone enfermo. A Maguire y De Gea no les hubiera dejado ni subir al autocar después del partido. Que se cojan un taxi de vuelta a Mánchester”), el Tottenham (“Siempre decepcionan. Está en su ADN”) o cuestionando el compromiso de Paul Pogba con el United (“No me creo una palabra de lo que dice. Ni él se lo cree. Tiene talento, pero le he visto muchas veces quedarse parado sin correr a defender”).
Graeme Souness, histórico del Liverpool, no le anda a la zaga. Al argentino Erik Lamela le llamó “patético” y “muy latino” por exagerar una agresión de un rival para lograr su expulsión. Y no le importa replicar en tono agrio a algún colega cuando le interrumpen o dicen algo con lo que no está de acuerdo, y lo mismo le da si es Thierry Henry que si es Gary Neville.
Neville es el pundit favorito de muchos, pero con ojos españoles es difícil reconocerle tanta autoridad a un experto que lo hizo todo mal cuando en 2015 aceptó entrenar al Valencia sin saber mucho ni del club ni de la liga española.
También hay comentaristas horribles en la Premier, por supuesto. Y no faltan ejemplos de tonterías. “Para ganar el partido has de meter al menos un gol”, dijo una vez Peter Crouch, quien también dijo: “El chaval tiene velocidad y además es rápido”. A Graeme Le Saux le tachan de pedante por decir cosas como “Sterling es pequeño pero además es diminuto” o “nunca ha habido ninguna negatividad negativa” o “los dos goles fueron entre palos”. No muy distinto del “Brasil depende de un solo jugador: Neymar y Silva”, de Martin Keown, quien en otra ocasión aclaró: “Es casi en cámara lenta porque lo hemos puesto en cámara lenta”.
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