El Athletic sufre para romper la racha
El Villarreal lamenta la aparición del VAR en dos penalties, aunque los rojiblancos solo anotaron uno
Temblaba San Mamés en los últimos compases, cuando el Villarreal pisaba fuerte en busca del empate después de haber regalado muchos minutos. Trepidaba el césped con las acometidas amarillas frente a un equipo en estado de nervios tras diez partidos consecutivos sin ganar. Con un gol a favor, el marcador era un tesoro para los rojiblancos, beneficiados por el VAR y sus consecuencias, aunque solo hubieran sabido aprovechar uno de los dos penaltis que detectó el infernal invento arbitral. Raúl García convirtió el primero, Williams falló el segundo y lo que parecía –antes de la ejecución–, una tarde de aquí paz y después gloria, se transformó en el purgatorio. Al final resistió el Athletic y rompió una racha negativa que empezaba a preocupar. Ahora, lo que interesa en Bilbao es la Copa.
Que sobre el césped de un campo de fútbol aparezcan 22 jugadores nacionales de inicio, no garantiza que los espectadores vayan a ver un reflejo de la selección española del Mundial de Sudáfrica por partida doble, ni mucho menos. Cuando en los videomarcadores de San Mamés se anuncian las alineaciones, los responsables de comunicación del Athletic apuntan, bajo cada nombre, su lugar de nacimiento. No había ningún pasaporte extranjero en el comienzo, pero al margen de ser casi una excentricidad en LaLiga, la circunstancia apenas influye en el desarrollo del juego. Ni tiqui-taca ni nada, en la Catedral se juntaron dos equipos poco inspirados. El Athletic con voluntad manifiesta de poner cerco a la portería de Asenjo y el Villarreal empeñado en saltarse las líneas defensivas bilbaínas con la velocidad de sus puntas. Pero a los dos equipos les fue esquivo el fútbol.
Tuvo una oportunidad diáfana el Villarreal cuando Gerard Moreno se plantó ante Unai Simón y el portero del Athletic, cada vez más crecido, le adivinó las intenciones. Andaban los de casa enfurruñados con el árbitro por un agarrón claro a Muniain que no señaló, y perdieron el norte durante unos minutos. Cuando volvieron, el Villarreal todavía estaba allí, bien plantado y poco más.
Toda cambió cuando apareció Williams en el campo, y no porque revolucionara el partido ni desplegara sus mejores galas, sino porque en el primer balón que tocó, su disparo se estrelló en el codo de Pau. Entre protestas, protocolos, y toda la parafernalia del videoarbitraje, solo Raúl García se mantuvo frío como un témpano para engañar a Asenjo y poner con ventaja al Athletic.
Movió el banco el Villarreal, puso más pólvora en el campo, y cuando trataba de acosar al Athletic, se produjo otra mano en su área. El árbitro cortó de raíz la acción siguiente, varios segundos más tarde, y se fue a la oficina móvil del VAR. Otra vez vio penalti. Esta vez lo lanzó Williams. Lo hizo mal, por el centro, Asenjo despejó y el segundo remate también lo detuvo el guardameta. El Athletic tenía como destino sufrir hasta el final.
Lo hizo, como su público. Era más una cuestión psicológica que real, porque pese al empuje visitante, el Villarreal solo tiró una vez entre los tres palos en la segunda mitad, y fue el Athletic, al contragolpe, quien tuvo mejores opciones. En una de ellas, el joven Sancet disparó cruzado, su remate lo repelió el guardameta y el balón le cayó a Capa, que en una posición inmejorable, la estampó otra vez contra Asenjo. Quedaba muy poco, el Athletic siguió sufriendo, pero respiró en el 95. Granada, y el sueño de otra final queda en el horizonte.
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