La Real Sociedad deja al Valencia en estado catatónico
El cuadro donostiarra se aprovecha del frágil estado de ánimo de los de Celades, goleado de nuevo tres días después de su descalabro en Champions
Batman y Robin se pasaron por Anoeta antes de coger el tren a Tolosa para el carnaval y tomarse unas cervezas con Joker, al que no le gusta el fútbol, pero es de la Real, sólo faltaba. Hicieron el camino felices con su equipo, que aplastó al Valencia. Había ambiente festivo en el coliseo txuriurdin,y visitas variopintas, como la de 502 de los 750 habitantes de Becerril del Campo, un pueblo de Palencia deshabitado por un día, que cogió el autobús invitado por la Real después del partido de Copa que los donostiarras jugaron allí y ganaron con un escandaloso 0-8 en la previa de las Navidades pasadas.
Disfrutaron del sol, de la gastronomía, de la hospitalidad y de algunos detalles del partido; de la verticalidad realista en determinados lances; de los goles que su nuevo equipo marcó en la primera parte. El primero, a los 12 minutos, dejó al Valencia en estado catatónico, como cuando un charlatán de feria hipnotiza a una gallina con un par de movimientos de la mano. Lo que no quedó claro del todo es si la hipnosis llegó antes o después del remate de cabeza de Mikel Merino a centro de Zaldua, porque los defensas que le rodeaban permanecían estáticos a su alrededor admirando la precisión del cabezazo del navarro.
Y así seguían unos minutos después, mientras se sucedían las oportunidades de la Real, que encadenó tres en cinco minutos y los valencianistas pensaban que de nuevo estaban en la peor de sus pesadillas, en San Siro recibiendo otro correctivo del Atalanta como el del miércoles pasado (4-1). Lo peor para el Valencia es que no salió de todo del trance. Gameiro vivía en fuera de juego permanente; unos cuantos más de sus compañeros habitaban en Babia. Kondogbia parecía en la inopia. Apenas Carlos Soler y algunas veces Parejo, aportaban a un juego colectivo inexistente, al que Celades no daba respuestas desde el banquillo.
La Real Sociedad no tuvo siquiera que utilizar sus herramientas en el medio del campo para apretarle las tuercas al Valencia. Con una versión a medio gas de Odegaard y Oyarzabal le bastaba para poner en problemas a su tierno rival de ayer.
El Valencia seguía en coma cuando en la última acción de la primera parte, un córner sacado por Odegaard, lo cabeceó Aritz Elustondo en el primer palo y lo remachó Monreal en el segundo.
Tampoco estuvieron muy espabilados cuando permitieron recibir a Januzaj en la frontal del área, con espacio suficiente como para preparar la zurda y apuntar el tercer gol en el haber donostiarra. Acababa de comenzar la segunda mitad y fue la puntilla para el Valencia, que volvía a sufrir y a perder por goleada de nuevo. Se acabó el partido en el minuto 47, aunque se siguió jugando hasta el minuto 92.
A la grada le dio tiempo a animar al Becerril, a aclamar a Alexander Isak cuando fue sustituido e incluso a hacer la ola como si se jugara un bolo veraniego. Batman y Robin se fueron a Tolosa a celebrar los carnavales, decenas de niños vestidos de pollitos lo festejaron por las calles de Donostia y ocho autobuses regresaron felices a Palencia. El viaje a Valencia seguro que fue otra cosa.
Parejo: "Parecíamos juveniles"
El Valencia ha encajado siete goles en tres días: los cuatro del Atalanta y los tres de ayer. Duro castigo para un equipo que en las últimas semanas ha perdido a sus dos centrales titulares por lesión, Gabriel y Garay, y que afronta el momento clave de la temporada con Mangala y Diakhaby. “En la primera parte parecíamos un equipo juvenil”, declaró el capitán valencianista, Dani Parejo, tras el partido. “Encajamos goles en acciones muy muy evitables”, continuó antes de pedir “perdón otra vez” a su afición.
En apenas tres semanas, el Valencia ha quedado fuera de la Copa, necesita una goleada para seguir en Champions y se ha descolgado de los puestos cabeceros de LaLiga. Sensaciones contrarias en la Real Sociedad, que supera a un rival directo para postularse a los primeros puestos, al margen de su lucha por la Copa. “Apretaremos mientras aguante la gasolina”, sentenció Monreal.
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