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Pista libre
Columna
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Barça y Madrid, paralelo asimétrico

La política de recambio no ha funcionado, o no ha estado a la altura de las enormes exigencias en los dos clubes

Sergio Ramos, después de marcarle al Inter en el Di Stéfano.
Sergio Ramos, después de marcarle al Inter en el Di Stéfano.JUAN MEDINA (Reuters)
Santiago Segurola

Una curiosa contradicción geométrica resalta en el recorrido del Barça y el Real Madrid en la Liga, donde el Atlético empieza a cobrar una distancia difícil de recuperar para los dos habituales favoritos del campeonato. Su hegemónica bicefalia comenzó en 2005 y desde entonces sólo se ha alterado una vez. El Atlético ganó el título en 2014, año del doblete de un club que cuando gana, lo hace a la grande.

Los dos colosos del fútbol español sufren en el campo y en las estadísticas. Han obtenido siete de los últimos 15 puntos disputados, contra el pleno de victorias del Atlético en el mismo periodo. El Real Madrid ha patinado en los tres últimos partidos: derrotado en casa por el Cádiz y el Alavés y goleado por el Valencia en Mestalla. En este ciclo de cinco encuentros, el Barcelona empató en Vitoria y perdió con el Atlético y el Real Madrid.

Son vidas paralelas, porque la sensación de crisis es aguda en los dos equipos, pero nada simétricas, imposible geométrico que el fútbol parece permitir. Apenas se encuentran diferencias en el comportamiento general del Madrid y el Barça en las dos últimas temporadas, excepto el ruido que se ha generado en los dos clubes. En el Barça ha sido estruendoso, hasta el punto de acabar con el mandato de su presidente. En el Real Madrid, se percibe el fastidio por el deficiente rumbo del equipo, y nada más.

En 2018, el Real Madrid ganó la Copa de Europa en Kiev, después de caminar por el alambre toda la temporada, apartado muy pronto en la Liga y en la Copa del Rey. Ese año, el Barça de Valverde logró el doblete en España, pero la Juve le despidió sin contemplaciones de Europa. El balance de los dos equipos es el mismo desde ese momento: un título de Liga para cada uno. No han encontrado otro consuelo.

Tampoco se aprecian diferencias en los principales déficits. La preponderancia de los jugadores veteranos es muy notoria, tanto como la dificultad para acertar en el cambio generacional. El Madrid añora a Sergio Ramos, Modric y Benzema cuando no están. Los tres están bien por encima de los 30 años. Kroos y Marcelo también han superado esa frontera. El Barça ha dependido de Messi hasta la exageración. No se ha visto un reemplazo para Piqué. Busquets sólo ha encontrado competencia esta temporada. Luis Suárez no lo tuvo nunca.

La política de recambio no ha funcionado, o no ha estado a la altura de las enormes exigencias en los dos clubes. El Barça ha gastado 1.000 millones de euros en los cinco últimos años. Ningún fichaje ha destacado. La mayoría ha decepcionado o fracasado. Sólo producen optimismo dos adolescentes españoles: Ansu Fati y Pedri. El Madrid ha gastado menos, pero el pasado año invirtió 250 millones en las adquisiciones de Hazard, Militão, Jovic y Mendy. Jóvenes como Vinicius y Rodrygo no terminan de despegar.

El paralelismo entre el Barça y el Real Madrid es evidente en el capítulo deportivo. La asimetría se produce en el campo institucional. Un temblor constante agita al club catalán en los últimos años, convertido ahora en un seísmo de alta escala. Es cierto que el lastre económico es agudo, problema que la afición suele desdeñar si el equipo tiene éxito. Con la misma estructura societaria, el Real Madrid digiere los reveses de otra manera.

Florentino Pérez ha logrado lo que ningún dirigente del Barça ha conseguido y difícilmente conseguirá: presidir el club sin la menor contestación, impresionante margen de maniobra que le permite profundizar en sus proyectos sin que las decepciones del equipo inquieten su liderazgo. Ha resuelto, en fin, un imposible geométrico, que no es poco.

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