A la fuerza ahorcan en el Barça
El equipo recurre una vez más a la cantera por las lesiones, la falta de liquidez y una política errónea, basada en el mercadeo
Futbolista de carácter, Óscar Mingueza debutó el pasado martes con el Barcelona contra el Dinamo de Kiev (0-4) después de pasar una vida de azulgrana, pues llegó a La Masia con ocho años (tiene 21). Jugó de titular y completó el encuentro —para su regocijo con una asistencia a Braithwaite a la salida de un saque de esquina en la jugada del 0-2—, nada acomplejado porque hizo lo que le habían enseñado desde chico, preocupado por la posición, además de por ser una de las raíces del juego. “Ha cumplido”, resolvió Koeman, que no citó a Messi ni a De Jong y trufó la alineación de suplentes tanto por el buen hacer europeo como por el mal paso liguero que lleva el equipo. “Tiene opciones de continuar porque estamos muy limitados en defensa y, además, estamos condicionados por las molestias de Dest. Tengo que hablar con los jugadores”, matizó el técnico cuando se le demandó por si Mingueza continuaría en la alineación hoy ante Osasuna (14.00, Movistar LaLiga).
“Es rápido en la corrección, tiene buena salida y con los años ha ganado fuerza porque antes le costaba ir al choque”, explica un técnico que dirigió a Mingueza en la cantera; “pero es listo, se coloca muy bien y su predisposición al trabajo es enorme, por lo que con las lesiones que hay, podría asentarse con Koeman”. Es la nueva realidad para Mingueza, que no hace mucho tenía por delante a Jorge Cuenca (en el Almería cedido por el Villarreal tras traspasarlo este verano el Barcelona por 2,5 millones de euros) y a Araujo (aún lesionado pero ya en dinámica de primer equipo). El nuevo canterano no contaba con dar el salto al primer equipo. Piqué, Lenglet, Umtiti y Araujo, además de la posible llegada de Eric García, del City, le cortaban el paso. Ya no es así, castigado el Barça por las lesiones, la falta de liquidez y una política deportiva errónea. Es el momento para los jóvenes.
Ya ocurrió cuando Josep Lluís Núñez le negó varios fichajes a Johan Cruyff porque entendía que se había gastado mucho dinero con Eskurza, Escaich, Korneiev y José Mari, lejos de poder sufragar la llegada de sus pretendidos Zidane, Giggs o Ginola. Entonces, el holandés potenció a la Quinta de Lo Pelat (De la Peña, Celades, Roger, Óscar, Moreno), como también lo haría años después Van Gaal con la hornada de Xavi, Puyol y Víctor Valdés, completada al fin con Guardiola y sus canteranos, atornillada la generación del 87 con Messi y Piqué al frente. Un equipo ganador con denominación de origen que explica que la cantera azulgrana siempre ha respondido como lo hicieron frente al Dinamo: Aleñá —solo había disputado siete minutos durante la temporada— y el debutante Mingueza, también Riqui Puig y Konrad cuando salieron desde el banquillo. Aunque el filial azulgrana ya no es lo que era, sumido en los bajos de la tabla de Segunda B, plagado de más de treinta fichajes —la mayoría foráneos— porque hace unos años se perdió la fe en el toque para apostar por el músculo, también para hacer caja en un club necesitado de liquidez, a gusto con el mercadeo y devastado en lo institucional, gobernado hasta los comicios de enero por una comisión gestora.
El desplegable de Zubi
“Utilizaremos el desplegable que tenemos”, anunció en 2014 el ex director deportivo Andoni Zubizarreta para advertir del posible ascenso de varios jugadores del filial ante el castigo de la FIFA a no poder fichar en dos ventanas de mercado por la contratación irregular de menores. Eran, sin embargo, momentos de vino y rosas para la cantera azulgrana, culminados con el Balón de Oro de 2011 que se repartieron Messi, Xavi e Iniesta. La cantera del Barça era la referencia planetaria y se creía a pies juntillas porque, como ejemplo, se descartó a Kroos al entender que taparía la progresión de Sergi Samper (hoy, en el Vissel Kobe japonés). Pero Bartomeu decidió despedir al área deportiva el año que el equipo acabaría haciendo el triplete y se cargó el proyecto deportivo y la línea de sucesión de La Masia. Bien contraria a lo que implantaría después el responsable del fútbol base Pep Segura, cargo por el que también estuvo Bakero antes de Kluivert. Virajes que le han pasado factura al Barça, incapaz los últimos años de nutrir con jugadores del filial al primer equipo, salvo Fati ahora lesionado y que llegó del juvenil.
Aunque cada vez son más los canteranos que hacen las maletas a la Premier o la Bundesliga porque la oferta económica es mejor, el trampolín del filial se estropeó hace ya un lustro, desde que Sergi Roberto se instalara en el once. Munir (Sevilla), Sandro (Huesca), Bartra (Betis), Gumbau (Girona), Masip (Valladolid), Cucurella (Getafe), Abel Ruiz (Braga) y Carles Pérez (Roma) han llamado a la puerta desde entonces, pero se quedaron sin silla. Ahora, el Barça, castigado con las lesiones de Piqué, Araujo, Umtiti, Ansu y Sergi Roberto, tiende el puente a la fuerza a otra hornada —Collado, Oriol Busquets, Konrad e Ilaix también llaman a la puerta—, por más que no acabe de convencer a Koeman. Sobre todo porque a Riqui Puig le aconsejó que buscara una cesión para tener minutos; con Aleñá solo cuenta en caso de emergencia; y puso de central al medio De Jong antes que a Mingueza o Araujo. “Han tenido una oportunidad y han demostrado mucha hambre. Es algo para estar contento”, convino Koeman tras el Dinamo al tiempo que avanzó que Mingueza tenía muchos números para jugar hoy ante Osasuna. “Creo que he jugado bien”, admitió Mingueza. “Lo he hecho bien”, se sumó Aleñá. Aunque a la fuerza, su ocasión la tienen. Muchos no olvidan que Guardiola alcanzó en su día el Camp Nou porque Núñez no permitió sustituir al lesionado Koeman por Molby y obligó a recurrir al Miniestadi.
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