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Messi se queda solo

El delantero argentino permanecerá en el Barcelona después de querer marcharse y de perder a sus aliados en un vestuario sacudido por las rencillas internas

Juan I. Irigoyen
Messi, durante un partido del Barcelona la temporada pasada.
Messi, durante un partido del Barcelona la temporada pasada.

No fue fácil para Lionel Messi adaptarse a Barcelona. De entrada, se quedó solo con su padre (entonces no era su representante) en un piso de 120 metros cuadrados en el barrio de Les Corts. Su madre y sus tres hermanos regresaron a Rosario; la más pequeña, Marisol, tuvo problemas con el catalán. “Eran medios forros [cabrones]. No me daban mucha bola. No entendía nada, hablaban todos en catalán. Fueron los primeros meses en los que no tenía mucha onda. Después, una vez que los conoces, ya está todo bien. Y hoy el catalán lo entiendo perfecto, solo me falta soltarme para hablarlo”, explicaba Messi, en 2005, en una entrevista a TyC Sports. En aquella época, campeón del Mundial sub-20 con la Albiceleste, el rosarino ya asomaba por el primer equipo del Barça, protegido por el grupo de Ronaldinho, Deco y Thiago Motta.

El adiós de esos jugadores dejó a Messi con nuevos compinches, su compatriota Gaby Milito, el brasileño Dani Alves y el gaditano Pinto. En el Barcelona meditaban qué estrategia utilizar para acercar al rosarino a Iniesta, Xavi, Puyol y compañía. Pero nunca encontraron los puentes. Nadie se preocupó demasiado porque la sintonía dentro del campo siempre había sido perfecta. La exquisita sociedad del 10 con Xavi e Iniesta, fiel retrato de la Masia, históricos finalistas en el Balón de Oro de 2010, solo puede ser comparada con la que formó con Luis Suárez y Neymar, símbolo del equipo que conquistó el triplete en 2015. El feeling que tiene con el uruguayo y el brasileño es, sin embargo, imposible de equiparar. Hasta tenían un grupo de Whatsapp para ellos solos: Los tres sudacas.

Se fue Neymar, apareció Arturo Vidal y al grupo se sumó Jordi Alba, mientras que Piqué, hábil para las relaciones dentro del vestuario, nunca perdió de vista a Leo, compañeros desde su etapa en la cantera azulgrana. “Hay un detalle que no es menor. En todo este conflicto, no hubo respaldo público de ninguno de sus compañeros. Todos pasaron públicamente del tema”, explica un empleado del Barcelona sobre el culebrón que ha llevado a Messi de pedir su salida del Barça a decir que se queda para no llevar al club a juicio. Rakitic, el primero de los descartados por Ronald Koeman, destacó su relación con Messi. “No puedo decir que fuéramos los mejores amigos, pero siempre me ha tratado bien”, dijo el croata. Y sembró la duda: “No sé si Vidal jugó más por ser amigo de Messi”.

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“No me sentí solo. Me sirvió para ver quién es quién. Este mundo del fútbol es muy difícil y hay mucha gente muy falsa”, destacó el argentino en su entrevista en Goal.com. Las discordias en el vestuario del Barcelona comenzaron en la época de Ernesto Valverde en el banquillo del Camp Nou. Había quienes creían que el Txingurri protegía demasiado a Messi y Luis Suárez y, como consecuencia, los volantes sufrían para tapar agujeros en el campo. Valverde intentó corregirlo y en el primer partido de la campaña pasada alineó un mediocampo con más vitamina: Aleñá, De Jong y Sergi Roberto. Busquets miró todo el duelo en el banquillo. El conflicto se agudizó tras el despido de Valverde. El presidente, Josep Maria Bartomeu, se sintió respaldado tras una conversación con Sergi Roberto, Busquets y Piqué, todos capitanes, en la que Messi no participó.

A las discusiones futbolísticas se le sumaron cuestiones menores, casi infantiles, de convivencia: “El fotógrafo le pasa más fotos a Leo”, “Pepe Costa [jefe de la oficina de atención al jugador] está solo pendiente de Messi”, “Los fisios lo cuidan más”... Pepe Costa, que el jueves pasado estuvo jugando al pádel en la casa de Messi en Castelldefels junto a Luis Suárez, ya había estado señalado en la época de Rosell. Según cuentan en el club, se salvó por su estrecha relación con el 10. No es extraño ver a Messi compartir vacaciones con Pepe Costa.

Una nueva generación

Una de las misiones de Koeman era poner orden en el vestuario. “Ronald no se arruga”, subrayan en la Ciudad Deportiva. La primera decisión del técnico holandés fue prescindir de Luis Suárez (cerca de la Juventus) y de Arturo Vidal. “Leo no se quiere ir por Koeman ni por lo de Luis. Necesita nuevos aires”, advertían en su entorno. Y el 10 añadió: “Era el momento de dar un paso al costado”. Messi, sin embargo, se queda en el Camp Nou, y ahora más solo que nunca. “Es un tema muy delicado. Una reflexión general sería que... no sé si pronunciarme. Creo que los clubes están por encima de todas las personas”, analizó ayer Luis Enrique, exentrenador del Barcelona.

Koeman y la dirección deportiva del Barça quieren que Messi sea la piedra angular del nuevo proyecto. El vestuario quiere al 10 sin excesivos privilegios. Y el argentino quiere lo de siempre: ganar. “Hace tiempo que no hay proyecto ni hay nada, se van haciendo malabares y van tapando agujeros. Soy competitivo y no me gusta perder a nada. Ahora, hay un entrenador nuevo y una idea nueva. Eso es bueno, pero después hay que ver cómo responde el equipo”, subrayó el rosarino. “Leo puede pensar: ‘¿Y este Pedri, quién es?’, pero también puede quedarse como el líder de la nueva generación con De Jong, Ansu, Lenglet…”, analizan en los despachos.

Hoy Messi, con 33 años, canta canciones en catalán con sus hijos. “Cuando le dije a mi mujer y mis hijos que me quería ir fue un drama bárbaro. Toda la familia llorando”, dice el 10. Sin aliados fuera del campo, Messi observará cómo evoluciona el nuevo Barça. No le queda más alternativa.

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Sobre la firma

Juan I. Irigoyen
Redactor especializado en el FC Barcelona y fútbol sudamericano. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS. Ha cubierto Mundial de fútbol, Copa América y Champions Femenina. Es licenciado en ADE, MBA en la Universidad Católica Argentina y Máster de Periodismo BCN-NY en la Universitat de Barcelona, en la que es profesor de Periodismo Deportivo.

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