Hamilton gana hasta con una rueda menos
El británico se impone en Silverstone en un final de infarto tras completar la última vuelta con un neumático reventado. Sainz, con otro pinchazo, es 13º
Lewis Hamilton está tan de dulce que es capaz de ganar una carrera incluso con una rueda menos. La tercera victoria consecutiva del británico tenía las hechuras de otro agradable paseo por Silverstone hasta dos giros antes de la bandera de cuadros. Y, de repente, aquello que parecía una película romántica y casi empalagosa se convirtió en un thriller de acción frenético de esos que provocan que al espectador se le atraganten las palomitas. La carrera languidecía con los dos Mercedes colocados al frente cómodamente y el resto del pelotón en otra dimensión, en lo que viene siendo la tónica de los últimos años —la marca de la estrella ha pasado el rodillo con seis dobletes consecutivos desde 2014—. Pero, de sopetón, todo se sacudió cuando a Valtteri Bottas, colocado el segundo, se le deshizo la goma delantera izquierda de su coche a su paso por la recta de meta. Eso dejó completamente vendido al finlandés, que tuvo que circular un giro entero con el monoplaza medio cojo y viendo cómo le adelantaba hasta el apuntador.
Las advertencias que el equipo le hizo llegar a Hamilton por la radio para que aminorara, se limitara a administrar su ventaja y devolviera el bólido al garaje derivaron en auténticos alaridos de angustia cuando al actual campeón le pasó exactamente lo mismo que a su compañero. Con una salvedad: en su caso tuvo suficiente espacio como para completar la última vuelta de la prueba a ritmo de utilitario y sin ser superado por nadie. Esta victoria, en su casa pero sin su gente —aún no está claro cuándo el público volverá a llenar las gradas de los circuitos—, es la número 87 de su palmarés, una cifra que le acerca al récord absoluto de 91 que está en manos de Michael Schumacher desde 2006. Por lo demás, supuso la séptima que se adjudica en su país, otra plusmarca que queda para la historia.
Día de golpes
En condiciones normales, el corredor de Stevenage no habría vencido nunca esa carrera de no ser porque Max Verstappen (terminó el segundo) quiso ir a por el punto extra que se lleva quien se adjudica la vuelta rápida, y realizó una parada extra que le impidió llegar a tiempo hasta Hamilton, a quien le sobraron algo menos de seis segundos. El podio lo completó Charles Leclerc mientras que Carlos Sainz corrió el mismo destino atroz que los dos pilotos de Mercedes, cuando el español rodaba cómodamente el quinto tras ganar dos posiciones en un arranque de lo más vistoso que por desgracia para él y McLaren quedará en nada. “Ha sido una faena, pero la verdad es que no me puedo quejar de nada”, afirmó tras acabar el 13º. “Si no fuera por el pinchazo hubiera terminado el cuarto y lo estaríamos celebrando. Al final, ha sido una lotería y me ha tocado a mí. Ha habido otros que han conseguido llegar”.
Hasta que los compuestos comenzaron a despedazarse todo transcurría con esa previsibilidad que tanto debate ha generado últimamente entre la hinchada, las escuderías y, cómo no, los promotores. En un primer acelerón, Hamilton y Bottas abrieron un hueco que nadie fue capaz de reducir hasta que todo saltó por los aires. Esa superioridad tan manifiesta de las Flechas de Plata les permitió a ambos pilotar tranquilos u ajenos a los machetazos que se asestaron por detrás.
Como el de Alex Albon a Kevin Magnussen en la primera vuelta que terminó con el danés de Haas empotrado contra las barreras. O el rifirrafe entre Sainz y Romain Grosjean cuando, tras una segunda neutralización, el francés trató de mantener a raya al español. Grescas que darían mucho que hablar de no ser por el golpe de teatro que protagonizaron las gomas, un fenómeno que Pirelli estudiará a fondo antes del próximo Gran Premio, que se celebra en el mismo trazado el domingo que viene. Inicialmente, la idea del suministrador italiano era rebajar un punto más su dureza para esa segunda cita en Silverstone, aunque visto lo visto no sería de extrañar que haya una contramarcha.
“El corazón se me subió a la boca”
Hamilton suele tenerlo todo bajo control. Sin embargo, ayer, en Silverstone, reconoció que un poco más y le da un infarto cuando en la última vuelta la goma delantera izquierda del Mercedes dijo basta. “Hasta esa última vuelta todo fue más o menos bien. Cuando Valtteri tuvo el pinchazo, me fijé en mis neumáticos y pensé que estaban bien. Pero de repente, en la recta, noté que se desintegraba. El corazón se me subió a la boca”, resumió Hamilton ”A lo largo de la vuelta, el equipo me fue dando la información acerca de la ventaja que tenía [sobre Verstappen] y cómo me iban recortando. Estaba tranquilo probablemente, porque el corazón se me paró”, bromeó.
Antes de la carrera, Hamilton y varios pilotos, como en grandes premios anteriores, se arrodillaron en la línea de salida, en un gesto de protesta contra el racismo.
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