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CORREDISSES
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Messi tiene que volver a ser Messi

El escenario que se plantea en este final de temporada no juega precisamente en contra de un equipo a corto plazo como es el Barça

Messi, en el partido del Barcelona ante el Mallorca.
Messi, en el partido del Barcelona ante el Mallorca.getty images
Ramon Besa

Ya son oficiales los horarios de las dos próximas jornadas de LaLiga. La necesidad económica empuja a que regrese el fútbol en los campeonatos más importantes de Europa –únicamente fallará el de Francia—y después volverá la Champions. La fotografía de un partido parece ser todavía el mejor mensaje para dar la sensación de que se ha recuperado la normalidad social incluso en un país como Alemania. La duda está en saber en qué condiciones se disputarán los encuentros y qué cabe esperar de los equipos y de jugadores como Messi.

“El fútbol, como la vida en general, no volverá a ser igual”, ha advertido el argentino del Barça en unas declaraciones a El País Semanal. La reflexión del delantero es muy razonable y está en la línea de las que ya han hecho otras personalidades relevantes sobre los efectos de la covid-19. Ahora bien, la afición azulgrana espera justamente que el Messi del próximo sábado día 13 en Mallorca sea también el mejor Messi hasta el final de la temporada 2019-2020. Una apuesta que exige que Messi no haya cambiado y, en caso contrario, que sea para bien del Barcelona.

A los 32 años –cumple 33 el día 24—, el 10 es el mejor jugador del mundo y por tanto la prioridad del club debería ser la de procurar generar las condiciones óptimas para que marque las diferencias, cosa que en cualquier caso no depende solo del Barça ni de Messi. Hay dos que son trascendentes: jugar a puerta cerrada y que se puedan hacer cinco cambios, aspecto que preocupa al técnico. Setién entiende que la medida perjudica más que beneficia a su equipo porque los rivales se podrán refrescar y defender mejor al final de los partidos, momento en que el Barça era más resolutivo.

No es una cuestión cualquiera sino que su gestión puede resultar decisiva tanto para los equipos pequeños como para los grandes, como es el caso del Barça y del Madrid, porque permitirá conocer hasta qué punto confeccionaron bien sus plantillas en verano y se han reforzado en el mercado de invierno de 2020. A Quique Setién le preocupa el juego y por tanto ensaya la salida de la pelota en los entrenamientos y se esfuerza en ser muy pedagogo en sus continuas intervenciones con los medios de comunicación y con la plantilla que capitanea Messi.

El actual entrenador del Barça ha sido decisivo como instructor en equipos como el Betis o Las Palmas. Su reto era vencer y convencer en el Bernabéu y el Camp Nou. Y no solo lo consiguió sino que con su maestrazgo también supo advertir el potencial de jugadores emergentes como Fabián y Roque Mesa. Ahora, en cambio, dirige a unos futbolistas que se saben enseñados y sienten ilustrados y, por tanto, no aceptan lecciones de alguien que, a diferencia suya, todavía no ha ganado la Liga ni tampoco la Copa de Europa.

La obsesión de la Champions

Setién ya no quiere conquistar estadios –perdió en campo del Madrid— sino que aspira a ganar títulos y está convencido de que para hacerlo necesita ajustar aquellos aspectos del fútbol que han privado al equipo azulgrana de más éxitos en Europa. Messi también está obsesionado con la Champions. La suerte dependerá por tanto de la capacidad que tengan el entrenador y el capitán para entenderse después de discrepar sobre la manera y las posibilidades de triunfar sobre todo a nivel continental, terreno esquivo para el club desde Berlín 2015.

La confluencia de intereses facilitaría las cosas en un momento de tanta incertidumbre que no se sabe qué factores juegan a favor y cuáles en contra: Setién no conoce tan bien al Barça como Zidane al Madrid o Simeone al Atlético. Y, por otra parte, solo quedan 11 jornadas de Liga y el tramo final de la Champions. Así que no se trata tanto de jugar bien sino de no perder tiempo y ganar después de que todos tengan argumentos para justificar la derrota; no se hablará de política deportiva ni planificación si cambian las reglas, circunstancia que ya le viene bien al Barcelona.

El factor campo ha dejado de ser decisivo si se tienen en cuenta los resultados de la Bundesliga. Los azulgrana, por su parte, no pierden en su estadio desde noviembre de 2018 cuando precisamente Setién ganó en su visita con el Betis. No hay que olvidar tampoco que no han funcionado en campo contrario: cinco derrotas y tres empates, una serie que hacía mucho tiempo que no se daba en el Barça. La Liga se presenta por lo demás como un torneo muy abierto y a la Champions optan varios equipos después de la eliminación del Liverpool.

El Barça es hoy un equipo a corto plazo, atrapado en un ecosistema, sin demasiada capacidad de sorpresa, y por tanto, hechas las cuentas, que la competición se haya comprimido no parece precisamente una mala noticia, sino todo lo contrario, y más después de recuperar a Luis Suárez, el socio de Messi. El problema al fin y al cabo no son las finales ni LaLiga sino las eliminatorias a doble partido y, por lo que dicen, los encuentros no tendrán retorno, una situación que obliga a contar con los azulgrana siempre que los efectos de la pandemia no impidan que Messi sea Messi.

Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

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