Un Barça roto
Los continuos enfrentamientos entre una directiva fracturada, los futbolistas y la secretaría técnica han llevado al club azulgrana y al equipo al desconcierto
“¡No lo hagas más, eh!”.
Josep Maria Bartomeu citó no hace tanto a uno de los futbolistas que más quebraderos de cabeza le provoca desde que es presidente del Barça para recriminarle una actitud personal y extradeportiva que el mandatario consideraba que perjudicaba al club. Aunque el jugador se preparó para responder de inmediato a la reprimenda, Bartomeu comenzó a hablarle de la familia más que del Barça.
—“¿Y, bueno, de lo mío no hay nada?”, le inquirió finalmente el futbolista sobre el motivo de la reunión, consciente de su error y también de su empeño por poner en jaque a la junta, cuando advirtió que Bartomeu parecía dispuesto ya a salir del despacho del Camp Nou.
—“¡No lo hagas más, eh!”, se limitó a responder Bartomeu, paternalista y condescendiente con la plantilla, incluso cuando merece ser recriminada, entregado al vestuario desde la conquista del triplete con el tridente en Berlín 2015 y ahora inmerso en un incendio tras la dimisión en bloque de seis directivos.
Los jugadores marcan los goles y permiten presentar un presupuesto de 1.047 millones para la temporada 2019-2020. Hay un pacto no escrito por el que el presidente defiende la masa salarial del plantel, incluso ante sus compañeros de directiva, a cambio de títulos, de manera que el problema se presenta cuando no se consiguen, circunstancia que no se da hasta que acaba la temporada o el equipo cae eliminado en cuartos o semifinales de Champions.
A Bartomeu le cuesta ser exigente con sus futbolistas y tampoco le gusta que sus compañeros de junta le pidan cuentas, una manera de gestionar que ya ha provocado seis dimisiones en bloque, entre ellas la de Emili Rousaud, el delfín de Bartomeu para las elecciones de 2021, y que en su adiós ha señalado que alguien mete mano en la caja.
“A este paso me voy a quedar solo”, bromea un directivo del club. “Es un desastre. El mundo está unido y el Barça, roto”, se suma un trabajador del Camp Nou.
El enredo es continuo y manifiesto desde la temporada anterior, cuando Bartomeu aseguró al equipo que Griezmann no era una prioridad porque la apuesta era Neymar cuando resultaba que el francés ya lo tenía todo apalabrado con el PSG. La decisión disgustó al núcleo duro del vestuario. “No sé si el Barça ha hecho todo lo posible por fichar a Neymar”, se lamentó Messi. La trifulca aumentó de tono después de un artículo periodístico de Xavier Bosch, publicado en Mundo Deportivo, en el que describía cómo la plantilla había conquistado progresivamente el poder en el Camp Nou.
El texto enrabietó a los jugadores y provocó la réplica de Piqué: “Sabemos quién los escribe, aunque los firme otra persona”, resolvió el central del Barça, que había denunciado a la junta por su manera de manejar la información: “Si seguimos así, nos haremos daño”.
Las divergencias del equipo con la junta se visualizaron en el estreno del documental de Match Day. Ni un futbolista acudió a la presentación porque estaban disgustados tanto por el trato informativo como por no haber cobrado la cantidad acordada con Bartomeu por el documental. Al presidente, por lo demás, no le acababa de gustar el juego del equipo, empeñado en que se acelerara la evolución del estilo y la integración de Griezmann y De Jong.
Ni siquiera el sostén de los resultados le sirvió a Ernesto Valverde para evitar en enero la destitución después de perder en un gran partido contra el Atlético en la Supercopa. La salida del entrenador y las negociaciones por contratar a su sustituto desencadenaron un cruce de reproches difíciles de ser descifrados en un equipo que iba líder en LaLiga. Xavi se sintió utilizado mientras Koeman se remitía al contrato firmado con Holanda hasta la Eurocopa, antes de contratar el Barça a Quique Setién.
“Muchos jugadores no estaban satisfechos ni trabajaban mucho”, denunció el secretario técnico Éric Abidal en una crítica a Valverde. “Cuando se habla de jugadores, habría que dar nombres porque si no se nos está ensuciando a todos y alimentando cosas que no son ciertas”, explotó el capitán Messi.
Abrumado ya por las quejas del equipo, al presidente se le abrió un frente en la directiva después de que Ser Catalunya desvelara las irregularidades cometidas con el contrato digital con I3 Ventures, una consultoría a la que, además, se le atribuían cuentas falsas para difamar a los jugadores, especialmente a Messi y Piqué. “Me pareció un poco raro, veo extraño que pase una cosa así”, convino el capitán después de reunirse con Bartomeu. El conflicto adoptó con el tiempo un nombre nada cómodo para el presidente ni tampoco para la institución: Barçagate.
Las acusaciones de presunta corrupción formuladas por Rousaud han aumentado el incendio generado en la junta por la manera en que Bartomeu lleva las negociaciones con la plantilla que capitanea Messi. Un sector del consejo pidió una rebaja superior al 70% de los sueldos de los futbolistas con motivo de la Covid-19. Los jugadores montaron en cólera cuando trascendió la información, se quejaron por las filtraciones y se sintieron traicionados cuando el club les apretó con el acuerdo alcanzado con los capitanes de las secciones del Palau Blaugrana.
“No deja de sorprendernos que desde dentro del club hubiera quien tratara de ponernos bajo la lupa e intentara sumarnos presión”, argumentó Messi. Ante tal escenario, Bartomeu optó por generar una crisis de gobierno que ha provocado la salida de quienes se preguntaban por los sueldos de los jugadores y por la necesidad de un plan económico para corregir la grave situación actual.
Aunque su desgate es ya gigantesco, Bartomeu piensa que la prioridad es contentar a Messi y a su equipo aún a costa de tener que aguantar las quejas del 10 y declaraciones como las de Busquets: “No tenemos una plantilla amplia porque la planificación, desgraciadamente ha sido esta”.
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